‘Necesitamos inyectar 500 millones para recuperar la economía de Cantabria’

‘La congelación y las ayudas han sido la parte fácil, las consecuencias de verdad las veremos en otoño’

El consejero de Innovación, Industria, Transporte y Comercio, Francisco Martín, calcula que harían falta unos 500 millones de euros públicos para restañar los daños que ha causado la crisis sanitaria en Cantabria, un dinero que nadie sabe si llegará o no a la región. Es un cálculo aún poco consistente porque todo dependerá, dice, de lo que pase después del verano, cuando sabremos, de verdad, la dimensión del agujero. Martín teme especialmente por el sector de la automoción –si no se recuperan las ventas– y por el turístico, donde detecta “mucho miedo a abrir”: Sus planes de reconstrucción pasan por aprovechar los mil millones de euros que gastamos en sanidad para crear una industria sanitaria propia, y por convencer a los cántabros de comprar en clave local.


En diciembre, una catarata de anuncios de ERTEs en las grandes industrias creaba la sensación de que se avecinaba una tormenta perfecta en el sector. Luego, varios de ellos se desestimaron, y cuando parecía que la sangre no llegaría al río, nos topamos con la pandemia, los cierres forzosos y la incertidumbre sobre la recuperación del mercado nacional y exterior. ¿Se pueden hacer planes estratégicos, como los que se negocian con los agentes sociales en circunstancias tan cambiantes?

Francisco Martín.– El concepto de planificación ha cambiado, en un mundo tan cambiante como el que vivimos, y la realidad nos lo ha mostrado con crudeza. La planificación debe ser de grandes líneas estratégicas y con propuestas muy adaptativas. Fijar el objetivo y poder ser flexibles con los métodos para alcanzarlo.

‘Cantabria no tiene capacidad para autoimpulsarse. Necesitamos el dinero y antes de seis meses’

En realidad, no hemos llegado a decidir si el Gobierno está para planificar o para apagar fuegos. Se lo pregunto porque ambas cosas no suelen ser compatibles.

–El futuro depende de que se persigan objetivos estratégicos. Por lo tanto, el Gobierno debe estar para planificar. Pero, en general, dedica muchísimo tiempo a apagar fuegos. Es el dilema de siempre entre lo importante y lo urgente. Estamos en la sociedad de la inmediatez, del escándalo, del incendio…No sé cómo percibiría el ciudadano a un político que se abstraiga de lo urgente para centrarse en lo importante… Ni cómo le tratarían los medios…

¿Habrá que hacer un plan específico de recuperación, en función del dinero que pueda recibir la comunidad, para afrontar los efectos de la pandemia?

–El agujero de PIB de Cantabria rondará los 1.500 millones de euros. En el mejor escenario (que una inversión pública genere tres veces su cuantía en capacidad de dinamización económica), para recuperar esos 1.500 millones deberíamos contar con 500 millones de “impulso” publico. Y en un plazo no superior a los seis meses.

Cantabria no tiene esa capacidad de autoimpulsarse;necesitamos al Gobierno Central y a Europa para salir de esta crisis sin dejar mucho pelo en la gatera. También creo que Europa y España se juegan su credibilidad si los ciudadanos no percibimos las ventajas de pertenencia.

Un plan sin fondos sirve de poco y unos fondos sin plan diluyen su efecto. Haremos el plan y pediremos los fondos, aunque sería mucho mejor que fuesen en paralelo.

¿Cree que pueden conseguirse esos 500 millones?

–Estoy haciendo un ejercicio meramente académico. Es un cálculo teórico de lo que costaría tener la sensación de que en Cantabria no ha pasado nada, algo que no va a ocurrir, porque no se me antoja que pueda haber una institución que pueda generar 500 millones de superávit respecto a los presupuestos. De llegar, tendría que llegar del Gobierno de la nación o de fondos europeos, y a fondo perdido, no vale el crédito, porque el crédito hay que devolverlo.

Parece que las ayudas europeas van a ser bastante generosas.

–Sí, pero tienen que llegar a los territorios. No basta con que lleguen a Madrid.

  Al declararse el estado de alerta, las calles se quedaron vacías, los comercios cerraron y la hostelería desapareció, pero la mayoría de las fábricas han estado trabajando, como han podido, en estos meses de confinamiento. ¿Temió que fuese aún peor? 

–Desde el principio dije que la severidad de la crisis sería proporcional al nivel de parón y a su duración.

Hemos estado trabajando para que ambos fuesen los menores posibles; he hablado más con las fábricas de Cantabria durante estos dos meses que en el último año. No siempre ha sido fácil, porque parecía que íbamos en contra de los principios sanitarios, aunque no era así. Demostramos que era compatible la actividad con la seguridad sanitaria y de los trabajadores.  Tanto las direcciones como los trabajadores han dado todo lo que tenían y les doy mi agradecimiento sincero.

También creo que la parte “fácil” ha sido el periodo de congelación, con todas las ayudas de los diferentes gobiernos. Las consecuencias de verdad las veremos a partir de octubre.

Francisco Martín, en los muelles del puerto de Santander, cuya gestión comparte el Estado con la autonomía.

¿Hay datos sobre la actividad que ha mantenido en este tiempo el sector industrial?

–No existe ese indicador como tal, pero si tengo que dar una cifra “de olfato” diría que entorno al 15% de las empresas se han mantenido con actividad, lo que supone más de un 30% del PIB industrial porque, sobre todo, se han mantenido abiertas las grandes, que tenían compromisos de producción y exportación.

Hubo que hacer una ley para que forzar a todos los funcionarios a tramitar las ayudas

Ha habido muchas dudas sobre cuáles eran esenciales y cuáles no. ¿Por qué?

–Es que ellas mismas no lo sabían. Nos hemos pasado estos meses aclarando dudas, por la avalancha de reales decretos ley y porque eran muy interpretables. Ha habido empresas que se han pasado los dos meses preguntando si podían abrir. Y nos ha tocado hacer algo que no nos correspondía, porque no tenemos competencias para ello: informes de opinión en los que valorábamos si podían ser considerados esenciales. Al final, todas los que tenían compromisos de exportación se han mantenido abiertas. El resto, no. Y algunas han abierto y cerrado, como el Guadiana.

Su Consejería ha puesto en marcha medidas complementarias de apoyo, como los cheques resistencia o los cheques para autónomos. El Estado ha lanzado una catarata de ayudas, incluso los ayuntamientos han querido sumarse. ¿No hubiese sido mejor racionalizar tantas medidas?

­–Es cierto que hay multitud de ayudas, pero también es cierto que la casuística empresarial y profesional es infinita. Creo que muy pocas o ninguna se pisan y que hay ayudas a la medida de casi todas las empresas.

El cheque de resistencia fue el primero, y otras administraciones nos han seguido en la filosofía de la ayuda. Creo que es un buen modelo de apoyo a las micropymes.


Turismo y automóvil, las mayores incertidumbres

¿La recuperación puede ser más rápida de lo que suponemos?

–Depende del sector. Yo sí estoy viendo que la gente, a efectos de consumo y de mentalidad, se lo ha tomado como un paréntesis y que recuperamos nuestros hábitos generales. Pero al sector servicios le está costando un poco más, sobre todo al turístico, que tiene bastante miedo a abrir. Su intención es poder mantener ERTEs hasta final de año, por lo menos. No confían en una recuperación inmediata.

Esa recuperación dependerá mucho del momento en que la gente sepa que va a poder viajar. Si yo tengo que planificar mis vacaciones y lo sé ahora lo podré hacer con cierta holgura. Si no me entero hasta el día antes, será diferente.

También creo que entramos en una época de bienestar general, los meses de verano, en los que probablemente seamos menos conscientes de los efectos reales que han tenido los meses de parada. Si en algún momento se van a notar será en septiembre-octubre, porque hasta entonces el empleo temporal va a enmascarar un poco el problema.

Y hay un sector imprescindible para Cantabria, el automóvil, al que le cuesta arrancar. Los datos del mes de mayo indican que solo se han producido un 25% de las matriculaciones del mayo anterior. Es cierto que solo nos han dejado ir a los concesionarios medio mes y con cita previa, pero si el automóvil no arranca con energía, a casi el 30% del PIB industrial de Cantabria le va a costar más arrancar y estamos viendo que la mayoría de las grandes empresas con problemas tienen que ver con el sector del automóvil.


 

¿Qué cree que ocurrirá cuando concluyan los ERTEs vinculados al estado de alarma? ¿Nos espera una apocalipsis del desempleo. como aventuran algunos?

–Creo que no vienen buenos tiempos para el empleo pero también creo que este país está perfectamente dotado de infraestructuras que no han desaparecido; de magníficos empresarios que continúan con su actividad; de una masa social perfectamente formada y responsable… Si no nos damos tiros en el pie con guerras intestinas ni con inestabilidades políticas, saldremos de esta mejor que otros países. Somos muy buenos improvisando.

‘Cantabria gasta 1.000 millones al año en sanidad. Si esos suministros se pudiesen comprar aquí, no habría política de desarrollo industrial más eficaz’

Ustedes han lanzado dos oleadas de ayudas desde Sodercan y entre medio se han autorectificado para hacer mucho más sencilla la tramitación. Pero incluso así, hay críticas por las demoras que se están produciendo en la gestión de su Consejería. Da la sensación de que ha sido más fácil encontrar el dinero que el personal que gestione los expedientes.

– La Administración esta dimensionada para tramitar lo habitual, no para tramitar decenas de miles de expedientes que nunca antes se habían tramitado y que han llegado de forma inesperada. Es normal que se tarde más en tramitar lo nuevo e inesperado que los procedimientos ya definidos y dotados de personal. Y, en todo caso, más de lo que el ciudadano espera.

En Sodercan se han volcado en el trámite, pero son 40 trabajadores. Afortunadamente, promovimos una ley para que los  funcionarios pudiesen echar una mano en el trámite de las ayudas a los de Sodercan y el Parlamento la aprobó por unanimidad.

Sí… ha habido que aprobar una ley. A veces lo obvio tiene caminos tortuosos.

¿Los funcionarios no podían haberlo hecho voluntariamente, sabiendo lo urgentes que son esas ayudas para muchos autónomos?

–De hecho, así fue, y a los que se ofrecieron se lo agradezco en el alma, pero otros compañeros de los anteriores lo denunciaron a su sindicato y tuvimos que parar y llevarlo al Parlamento.

¿Cuánto ha retrasado tener hacer una ley para poder poner a los funcionarios a tramitarlo?

–El cálculo es bastante sencillo. Si hemos tardado mes y medio en tramitar el cheque de resistencia con 40 personas, de haber podido contar desde el principio con la ayuda de los funcionarios que en estos meses han tenido menos carga de trabajo quizá lo hubiésemos hecho en la mitad de tiempo.

¿De dónde ha salido ese esfuerzo económico? 

–De las cuentas del Gobierno. El dinero solo sale del presupuesto, es lo que hay. No hay fórmulas mágicas para inventarse más dinero, de no ser que Europa o España nos ayude. Algunos programas se caerán para hacer frente a las ayudas.

Las industrias tractoras de la región ya se enfrentaban a escenarios muy complejos antes del coronavirus: Solvay necesita cambiar su sistema de generación energética para seguir siendo competitiva; SEG Automotive se plantea reestructurar su plantilla a medio plazo; la fábrica de Nissan en Los Corrales se queda sin su matriz y principal cliente de Barcelona; Sniace ha tenido que cerrar… Todo está más en el aire que nunca.

–Es una catarsis en la que solo quedaran los fuertes y los que sean capaces de reinventarse. Para hacerles más fuertes y ayudarles en la reinvención pondremos toda la carne en el asador, empleando nuestras tres armas: presupuesto, legislación y gestión política.

Francisco Martín, junto al presidente de la Autoridad Portuaria, Jaime González. El cierre del puerto durante dos meses va a impedir que el Puerto bata este año el récord histórico de mercancías.

¿Confía en que aparezca un comprador y se pueda volver a abrir Sniace?

–Mis colaboradores me critican siempre por mi propensión al optimismo, pero la economía es un 20% capital y un 80% estado de ánimo. Como Gobierno, tenemos la obligación de generar seguridades y confianza y ver la botella siempre medio llena. En este caso, estoy casi convencido de que va a aparecer más de un comprador. Hoy en día en Europa es casi imposible obtener los permisos que tiene Sniace, contar con el conocimiento de su plantilla, la experiencia en los mercados de la celulosa y la fibra, las patentes en cultivo de eucalipto, la materia prima a menos de 50 kilómetros, el agua, la luz… ¡Claro que va a haber empresas interesadas!

Esta crisis ha demostrado la enorme dependencia que tenemos de China, incluso para surtirnos de mascarillas, y probablemente conducirá a muchas empresas españolas a diversificar más sus aprovisionamientos. ¿Eso puede ser una oportunidad para Cantabria?

–Si no aprendemos de esta es para hacérnoslo mirar. Me gustaría exponer dos ideas fuerza sin ser demasiado pesado. La primera es que en determinados suministros no podemos ser dependientes, sobre todo en los asociados a la salud. Cantabria debe desarrollar la industria de la salud, y no hablo de la asistencial, que es magnífica en nuestra región, hablo de la que rodea a la asistencial, la de los suministros de todo tipo: jeringuillas, viales, equipos electrónicos, prótesis, etc. La de la formación de excelencia, la de la innovación sanitaria.

La sanidad de Cantabria gasta casi 1.000 millones de euros anuales, ¿te imaginas si empleasen en suministros de Cantabria? No creo que haya ninguna política de desarrollo industrial con esa capacidad motriz.

La segunda idea es una suerte de patriotismo industrial. Creo que tenemos que trabajar por mantener los centros de decisión en nuestro país. Eso se consigue cuidando a nuestros empresarios y ayudándoles a crecer. ¿Si los directivos de Nissan fuesen españoles, Nissan cerraría la planta de Barcelona?

El factor energético es vital en la industria cántabra, gran consumidora de electricidad, que no puede competir sin las ayudas a la cogeneración o sin las compensaciones por interrumpibilidad. ¿Se ha avanzado algo en este terreno?

–Poco. No sé si el hecho de que la Secretaria de Estado de Energía esté fuera del Ministerio de Industria ayuda mucho o no. Comparto el mensaje de que el reto de la lucha contra el cambio climático reside principalmente en el modelo energético, y en ese sentido aplaudo la ubicación en Transición Ecológica, pero la transición, para que ocurra, debe ser sostenible social y económicamente y en ese sentido me tranquilizaría más en Industria.

El sector del automóvil está abordando un cambio tecnológico y de modelo de uso. ¿Si estamos abocados al motor eléctrico, se podrán adaptar muchas de las empresas cántabras que ahora suministran piezas y componentes?

–Si queremos que sobrevivan, no quedará otro remedio que impulsarlas y ayudarlas a que sea así. También digo que, más allá de postulados políticos, al motor de explosión le quedan muchos años. Solo pensemos en cómo tejer redes de abastecimiento eléctrico para millones y millones de vehículos cargando cada noche… Y quién lo paga.

Una visita del consejero a la planta de SEG Automotive. El peso del sector del automóvil en la industria regional hace que cualquier recuperación dependa de la evolución internacional de las ventas de coches.

Cuando en febrero se perdió la línea de ferry con Irlanda exigieron su comparecencia en el Parlamento, incluso su dimisión. Ahora que se ha recuperado un enlace para las mercancías no le han llamado…

–La política es así.

Por cierto, ya no habrá posibilidad de alcanzar el récord en el movimiento portuario que parecía este año tan al alcance de la mano.

– No. No va a llegar, porque dos meses de parón hacen que pierdas un millón de toneladas. No se si el bajón en los tráficos llegará a ese volumen, porque hay algunos que van a ir creciendo mes a mes. Por ejemplo, el ro-ro, que va a tener una curva ascendente en la segunda mitad del año. El automóvil, seguro que va a bajar, porque si las plantas han estado paradas dos meses, habrá menos vehículos. Al final, lo probable es que la repercusión del cierre esté entre las 500.000 y las 800.000 toneladas.

¿Sigue confiando en que se reanude la minería del zinc en Cantabria?

Como Gobierno lo hemos hecho legalmente posible, puesto que existía el interés en los mercados mineros. Si se desarrollan minas o no dependerá de la rentabilidad de la explotación. Hoy en día sigue habiendo cinco concesiones de investigación en curso.

‘Para dejar en la región la generación de empleo y el valor añadido hay que comprar aquí y productos de aquí’

¿Y en que el polígono de La Pasiega se pueda acometer en esta legislatura?

– Hay proyectos como el de la Pasiega o el Tren de Altas Prestaciones con Bilbao que no son de un Gobierno o de una legislatura, son de supervivencia regional. No son tareas fáciles, porque toda decisión política trascendente genera conflicto y estas, junto con el desarrollo de infraestructuras y las líneas del Puerto son, creo, las más trascendentes para el futuro económico de Cantabria.

La historia de La Pasiega lo atestigua: lleva tramitándose desde 2006 y ha tenido una sucesión de palos en las ruedas. Vamos a hacer todo lo que este en nuestra mano para tener el PSIR aprobado durante esta legislatura, pero detrás de cada arbusto hay un francotirador.

La decadencia del pequeño comercio cada vez es más acelerada y puede que se prodiguen aún más los cierres. ¿De verdad hay alguna solución?

–Sí, la hay. Esta pandemia lo ha demostrado. La solución estriba en ser más eficaz que los grandes operadores globales. Hace años, el pequeño comercio veía en las grandes superficies a su enemigo natural, hasta que llegó Amazon, y ahora es el enemigo común para unos y otros. La eficacia supone presencia en redes sociales, especialización y algo que los grandes operadores no podrán nunca alcanzar: entregar la compra en veinte minutos.

Ahí estriba la solución. Poder comprar y recibir lo comprado de forma casi instantánea. Tener un lugar a donde ir a cambiarlo o repararlo, ver una cara y no relacionarte con un chat automático o con un email. Es mezclar la cara amiga, el factor humano a la digitalización y la logística de reparto… reinventarse.

Pues da la sensación de que Internet ya tiene la batalla ganada, y más después de esta crisis…

– Yo tengo un mantra últimamente que creo que no es descabellado. En esta crisis nos hemos dado cuenta de todo lo que dependemos del comercio externo, hemos descubierto el comercio de proximidad. T tenemos que ser conscientes de que si consumimos en el mercado de proximidad, y a poder ser, productos de Cantabria, nos vendrá bien a todos.

Comprar fuera de Cantabria deja beneficios fuera de nuestro territorio; al comprar a través de grandes plataformas, el empleo se queda fuera y el beneficio también. Por tanto, si lo que queremos es salir cuanto antes de una situación complicada debería haber un compromiso regional para reivindicar el comercio de Cantabria y para dejar en la región la mayor proporción posible de generación de empleo y de valor añadido.

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