Los bazares chinos renuncian a competir con internet y echan la persiana
La aparición de muchos rivales en la red y las importaciones caras de años atrás acaban con su tradicional política de precios imbatibles
Los comercios chinos se están derrumbando como un castillo de naipes. A pesar de la imagen de éxito que les acompaña, siempre se produjeron cierres, aunque pasaban desapercibidos por las nuevas aperturas o por el sutil desplazamiento hacia otros sectores. De los restaurantes a las tiendas de barrio o las fruterías; de ahí a las boutiques de moda o a los bazares. Y siempre eran más. De los 12.036 negocios chinos que había censados en España en 1998 a los 226.718 del año pasado. Pero, por primera vez, son más los que regresan a su país que los que llegan y razón es que no pueden competir con otros chinos, los del comercio online: AliExpress, Temu, Miravia, Shein…
Los bazares chinos acabaron con las tiendas del Todo a 100 y ahora Internet está acabando con ellos. Parecían tener la fórmula del éxito, porque allí donde los emprendedores nacionales fracasaban ellos abrían más y con locales más grandes pero, de la noche a la mañana, y sin revuelo alguno, desaparecen. ¿Cuál es la razón? Dado su proverbial recelo al protagonismo, hay que buscarla por fuentes indirectas, pero la más evidente no necesita explicación: ya no son negocio.
En Bezana se ha producido el cierre de dos grandes bazares chinos casi simultáneamente. Dos enormes tiendas que tenían prácticamente de todo. Un cierre no tan extraño, porque están cerrando en todo el país.
Nunca fueron muy rentables y, como en otros muchos negocios regentados por ciudadanos chinos, la supervivencia era producto de su enorme capacidad de sacrificio y del trabajo conjunto –y muchas veces no remunerado– de toda la familia: Muchas horas, poco personal y gastos mínimos.
Esa filosofía ya la pusieron en práctica en los restaurantes y en otros negocios donde, con el tiempo, también se han visto obligados a plantear estrategias de retirada.
Tras la gran crisis financiera e inmobiliaria, ciudadanos chinos aprovecharon la desaparición de muchos comercios de moda de Santander para abrir otros con precios muchos baratos gracias a las prendas importadas de su país, pero en muchos casos la apuesta no salió bien. El elevado precio de los locales arrendados y el que el comercio local también respondiese a la pérdida de poder adquisitivo de sus clientes con productos fabricados en China, aunque sin reconocerlo, provocó muchos cierres, entre ellos los tres grandes comercios que una misma familia oriental abrió en locales emblemáticos de Santander, como el que había ocupado Jota.
Temu y Aliexpress, el factor decisivo
Ahora les ha tocado a los bazares, al juntarse varios factores en su contra. El más dañino de todos es la aparición de Temu, un marketplace de internet que ofrece los mismos productos chinos, procedentes de los mismos lugares y a precios imbatibles. Si Amazon ya les suponía un problema, Aliexpress y ahora Temu les ha dado la puntilla, porque su estrategia de precios es verdaderamente destructiva para cualquier tienda física que venda ese tipo de productos.
Las posibilidades de supervivencia estaban en ganarle a Aliexpress y a Temu la batalla del tiempo de entrega, pero los portales chinos se ha dotado de centros logísticos en España, y ya no hay que esperar a que el barco haga la travesía desde su país de origen. Del mes inicial de espera se ha pasado a cinco o seis días, y muchas veces, a menos.
Los vaivenes del mercado internacional también han resultado muy perjudiciales para los dueños de los bazares. Tras el Covid y la guerra de Ucrania, el precio del transporte intercontinental de contenedores se multiplicó y se produjo un desabastecimiento de productos chinos. Para reponer, muchos de ellos tuvieron que aprovisionarse en España –al mismo coste que sus competidores españoles– y eso dejaba al comercio chino sin su gancho principal, el de los precios.
Los contenedores volvieron a moverse, pero los fletes se mantuvieron muy por encima de los precios habituales durante algún tiempo. Traer un contenedor a España pasó de costar menos de 2.000 euros a 14.000 o 15.000 euros en algunos momentos. Ahora vuelve a estar a unos 2.500 euros y quienes llenaron sus tiendas entonces, con unos costes muy altos, solo pueden vender a pérdidas. Todo lo que tienen en sus tiendas (su stock medio se acerca a los 800.000 euros) ahora vale la mitad.
Por si fuera poco, han aparecido cadenas occidentales low cost de regalos, menaje y textil, como Pepco, que se ubican en el propio casco urbano de las ciudades o en los centros comerciales, y resultan más accesibles y más modernas.
Son demasiados frentes para los empresarios chinos, y algunos han optado por la retirada, pero la puntilla se la ha dado el huracán provocado por la elección de Trump. Desde las elecciones americanas, Temu está buscando no depender tanto del aquel mercado y hace estrategias aún más agresivas para ganar clientes en Europa. Los propios fabricantes chinos que, por la incertidumbre creada por Trump, están acumulando grandes stocks desde hace meses, colaboran en esa estrategia, ofreciendo precios muy bajos en otros lugares del planeta para deshacerse de ellos.
Y no hay que olvidar que las grandes cadenas comerciales europeas también compran en China, de forma que los bazares se sienten acosados desde fuera y desde dentro. Una situación que les lleva a cerrar tan silenciosamente como abrieron y con la misma coordinación, porque hay muchas relaciones entre sus negocios (por lo general, se prestan dinero entre sí para establecerse).
Más de la mitad trabajan por cuenta propia
Los ciudadanos chinos no tienen un especial apego a un tipo concreto de negocio y a medida que algunos sectores se van mostrando poco rentables se desplazaban a otros sin pensárselo demasiado, pero ahora el mercado actual no se lo está poniendo fácil, y parte de ellos se están volvieron a su país de origen. Otros se están desplazando a la hostelería, asumiendo el traspaso de bares tradicionales, algo que ya es muy habitual en Valencia, Barcelona o Bilbao, pero no en Cantabria, lo que crea una curiosa paradoja, el ver a familias chinas como titulares de uno de los negocios más típicamente hispanos, las tascas de toda la vida.
Sea cual sea su opción laboral, casi siempre está orientada al emprendimiento. Frente al occidental, que suele optar casi siempre por el trabajo por cuenta ajena, los chinos llegan ilusionados con tener un negocio propio. Entre la población activa de origen chino que está en España, más de la mitad están dados de alta como autónomos, circunstancia que no se da, ni de lejos, con cualquier otra nacionalidad. Solo en tiendas o bazares, se calcula que son titulares de más de 20.000 comercios de nuestro país.