Ingeotec abre su propia fábrica de mallas de estabilización en México
La compañía así evita los gastos de envío y los problemas burocráticos de las importaciones
La empresa cántabra Ingeotec acaba de poner en funcionamiento una fábrica de mallas de estabilización de taludes en Querétaro (México) para evitar los gastos de transporte en que incurre al enviar el producto desde su región de origen y las trabas que el país pone a las importaciones. Mario Salcines, su propietario, aprovecha el gran volumen de obra pública de México, donde aspira a llegar a alcanzar con sus mallas una cuota de mercado superior al 15%.
El cambio societario que ha vivido la firma Ingeotec –el empresario Mario Salcines adquirió las acciones de sus otros dos socios– y la incorporación de la ingeniera química Sara Plumariega, esposa del gerente Mario Salcines, no han alterado ni lo más mínimo sus planes en México.
La compañía acaba de inaugurar una fábrica de mallas para la estabilización de taludes en Querétaro, donde el mercado le brinda la posibilidad de participar en obras públicas de mayor envergadura que las que se realizan en España. “No estamos hablando de cubrir un tramo de 40 kilómetros como el de Reinosa-Aguilar de Campoo. Hablamos de tramos de tren de incluso 2.000 kilómetros de longitud”, explica Mario Salcines, después de años de experiencia en aquel país y de constatar in situ que “hay mercado de sobra para nosotros, para nuestra competencia y para muchos más”.
Hasta ahora, Ingeotec subcontrataba la fabricación de sus mallas a empresas cántabras, pero tanto el coste de la logística como la enorme burocracia que supone el envío y la introducción en el mercado mexicano le ha llevado a abrir allí una planta de 2.500 metros cuadrados para autoabastecerse.
Esta operación le permitirá reducir sustancialmente los costes –el precio del envío de los contenedores se ha triplicado tras la pandemia– y evitar las incertidumbres que genera cada importación en un país donde las trabas de todo tipo son muy habituales.
El transporte penaliza especialmente a una mercancía de escaso valor y mucho volumen como es la malla que su empresa emplea para sostener los taludes en carreteras y tendidos de ferrocarril: “Estas mallas valen tres euros por metro. No podemos añadirle dos extra por la logística”, precisa.
La incertidumbre que rodea al comercio internacional también le convenció de la conveniencia de hacer la inversión. Aunque la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, pertenece al mismo partido que López Obrador y sigue una línea de gobierno continuista, el responsable de Ingeotec cree que su política variará en función de la que adopte Donald Trump en EE UU. “Nosotros no queremos depender de tantos factores externos y por eso estamos en México”, justifica.
Malla de triple torsión
Ingeotec fabrica una malla de triple torsión con el alambre recubierto de zinc, un producto en el que tiene mucha confianza por ser fácil de colocar, barato y ofrecer una mayor elasticidad para el control de los desprendimientos.
La empresa también trabaja para sacar al mercado otro artículo de mayor valor añadido, la barrera dinámica. Se trata de una malla reforzada con cables de unos tres metros de longitud que se emplea en las situaciones de mayor complejidad y mayor riesgo de desprendimientos. Incluye un disipador de energía, de modo que, cuando una roca cae, la barrera amortigua el impacto y queda retenida en una red.
Su fábrica de México tiene capacidad para producir un millón de metros cuadrados de malla de triple torsión al año, suficiente para abastecer entre el 17% y el 20% del mercado local. Pero para alcanzar ese porcentaje ha de seguir sumando encargos, ya que por ahora, la empresa cántabra cubre el 5% de la demanda nacional.
Ingeotec decidió emplazarla en el estado de Querétaro, al que están llegando muchas empresas, y junto a la autovía 57, que cruza el país. A pesar de las enormes dimensiones de México (un país cuatro veces mayor que España), su planta está a 20 minutos de distancia de sus máximos competidores, lo que garantiza que los costes logísticos “son iguales para ambos”.
En México la obra pública está mucho más condicionada por el ciclo electoral que en nuestro país y se concentra en la segunda parte del sexenio –los mandatos políticos en ese país duran seis años–. La actividad crece a medida que se acercan las votaciones, independientemente del partido que gobierne.
Antes de fundar Ingeotec, Mario Salcines dirigió una fábrica de la empresa local Clavos Nacionales, también en Querétaro. Esa estancia le permitió conocer de primera mano cómo varían los flujos de trabajo en el país. “Dispongo de los datos de fabricación de productos como tornillos y puntas de construcción de los últimos quince años y sabemos que las plantas tienen que trabajar al 120% de su capacidad de producción a finales de sexenio”.
Estrategia comercial
Ingeotec cada vez está más presente en el radar de las ingenierías y constructoras que operan en México. “A las empresas les gusta nuestro modelo, porque nuestras mallas no son un copia y pega, se adaptan a cada caso”, explica Salcines.
La estacionalidad de la demanda no es el único problema. Tampoco es fácil contar con una plantilla estable. Allí “no está mal visto” tener hasta seis empleos distintos a lo largo del año. “En España, la gente intenta cuidar su trabajo. En México, hay tantas posibilidades laborales que si a alguien no le gusta su empleo, lo cambia por otro”.
Una de las lecciones que ha aprendido a lo largo de su trayectoria en el país es que es imprescindible ser cercano con los trabajadores autóctonos y comprensivo con su cultura. “Si vas con una mentalidad europeizada, es posible que no entiendas ciertas cosas. Hay que intentar casar sus tradiciones con las nuestras”, recomienda.
Otro de los retos es el retraso en los cobros de pedidos entregados. En el primer año de mandato de Sheinbaum, coincidiendo con el pulso más bajo de la economía mexicana, el Gobierno nacional ha dejado de pagar a las grandes constructoras y estas, a su vez, a los proveedores. “Para una empresa pequeña como la nuestra, es difícil aguantar con facturas pendientes de cobrar desde hace ocho meses”, reconoce. Por eso, “es importante encontrar clientes que sepas a ciencia cierta que te van a pagar, aunque tarden en hacerlo”.
Pese a todo, Mario y Sara están convencidos de que el futuro empresarial les deparará muchas alegrías y se muestran confiados de poder demostrar ante los certificadores la eficacia de las barreras dinámicas que han desarrollado. Para lograrlo, se deberá verificar la utilidad del material en un ensayo realizado en una cantera bajo condiciones controladas. La recreación consistirá en dejar caer una roca de ciertas dimensiones desde una grúa sobre la barrera dinámica, “una prueba muy impactante visualmente”, apunta. Si obtienen la certificación, su nuevo producto les brindará muchas más oportunidades de negocio.
La seguridad, un problema permanente
En noviembre Mario Salcines celebraba un cumpleaños en la capital del estado cuando cuatro sicarios armados irrumpieron en un bar cercano y perpetraron la mayor masacre en la historia de la ciudad, que pasa por ser una de las más seguras del país.
Aunque el Gobierno mexicano defiende que la criminalidad se está controlando en el país, el responsable de Ingeotec no lo ve así. “Muchos se atreverían a montar ferreterías o tiendas si no hubiese estos problemas. O te estableces en un centro comercial o estás fastidiado”.
Él reconoce estar preocupado, sobre todo, por los envíos: “Hay empresas de transportes que se niegan a realizar entregas en determinadas zonas y eso encarece la logística”.
Salcines admite que ha experimentado situaciones de cierta zozobra. “A veces, perdemos la comunicación con los transportistas cuando se desplazan entre estados. Lo pasamos mal aunque tengamos los camiones asegurados, porque se roban camiones completos”, lamenta.
David Pérez