Flymca triplica su facturación por el auge del cable submarino
La compañía supera el centenar de empleados y comercializa toda su producción fuera de España
La transición a energías más sostenibles y los enormes consumos de los centros de datos, que se multiplican por todo el mundo, lleva en volandas a los fabricantes de cable submarino de comunicaciones y, por extensión, a quienes producen máquinas cableadoras, como la cántabra Flymca, que ha pasado de facturar doce millones de euros anuales a cerca de 34 en solo tres años. La compañía acaba de realizar una ampliación en sus instalaciones de Guarnizo en la que ha invertido cinco millones de euros.
La firma cántabra Flymca, especializada en la fabricación de maquinaria para producir cables de energía, fuerza y telecomunicaciones, vive momentos muy especiales. En apenas tres años ha pasado de facturar 12 millones de euros anuales a casi 34, como consecuencia de la creciente demanda mundial de cable submarino, una de las principales actividades de sus clientes. Flymca les suministra las máquinas rotativas con las que los fabrican y para atender el aumento de los pedidos se ha visto abocada a invertir cinco millones de euros en ampliar sus instalaciones del Polígono de Morero.
Además de acondicionar una nave adquirida hace varios años, ha levantado otra de 3.100 m2 en las proximidades, construida por Copsesa, y ha instalado nueva maquinaria para aumentar su capacidad de producción. “Necesitábamos más medios y espacio porque la maquinaria que fabricamos es enorme”, explica Carlos Carrillo, gerente de la compañía.
La mudanza ha trastocado bastante la fabricación, pero las instalaciones ya están operativas y Flymca ha pasado a disponer de una superficie construida de 7.000 m2 en tres espacios.
Antes de acometer la ampliación, barajó la posibilidad de cambiar de emplazamiento, pero finalmente lo ha descartado: “Estar ubicados en tres puntos separados tiene un coste, pero mucho más controlado de lo que suponía el otro planteamiento”, justifica Carrillo.
¿Por qué tanta demanda?
La mayor parte del tráfico mundial de Internet transita por cables submarinos que conectan continentes y regiones insulares. Sin ellos resultarían inviables servicios tan utilizados como la nube, el streaming de vídeo o las comunicaciones en tiempo real.
La continua demanda de más ancho de banda, impulsada por el 5G, la transmisión de imágenes en tiempo real o el Internet de las Cosas, ha llevado a realizar inversiones millonarias en nuevos cables submarinos. Se estima que hasta 2027 superarán los 42.000 millones de dólares y, de ese montante, alrededor de 9.000 irán destinados al megaproyecto Waterworth, un cable de 50.000 kilómetros con el que el gigante Meta, propietario de Facebook, Instagram o Whatsapp, pretende garantizar el suministro de Internet.
Estas necesidades de cableado marino de comunicaciones (cuyo núcleo central es fibra óptica) coincide con un aumento de la demanda de los cables de transporte de energía (de cobre), como consecuencia de la presión que están haciendo los Gobiernos para conducir sus economías hacia modelos energéticos más sostenibles. Los parques eólicos marinos requieren tantos kilómetros de cables submarino de alta capacidad para transportar la electricidad generada hacia las estaciones y redes terrestres, que se han llegado a acumular esperas de hasta 50 semanas en las entregas.
Según Carrillo, muchos fabricantes de cable han encontrado grandes oportunidades de negocio en Alemania, que, al relegar a un segundo plano la energía nuclear, “tuvo que pedir recursos energéticos a sus países vecinos y para recibir ese envío masivo de energía es fundamental establecer redes de suministro”.
Uno de los países a los que Flymca exporta sus máquinas es el Reino Unido, donde las utilizan para la fabricación de cables de evacuación de la energía eléctrica eólica. También trabaja para empresas francesas, noruegas y suecas. “Suecia es uno de los mayores fabricantes de cable submarino del mundo. Ahora, con cuatro máquinas nuestras se va a convertir en el mayor, y por mucha diferencia”, avanza Carrillo.
Las redes europeas están en pleno proceso de reconfiguración, ya que los Gobiernos buscan garantizar el suministro de la energía a través de diferentes nodos, “para tener alternativas en caso de fallo”.
Aunque entre sus planes no está el mercado asiático, la empresa cántabra capta proyectos de países como Corea del Sur, Taiwán o Japón: “No perseguimos ese mercado, pero cuando surgen oportunidades de negocio, las aceptamos”.
Un punto fuerte de Flymca está en su capacidad para abordar todos los procesos de la fabricación: ingeniería, calderería, mecanizado y pintura. Eso le permite producir sus cableadoras íntegramente, sin depender de suministradores de componentes, pese a que eso le suponga costes más elevados.
El único proceso que se lleva a cabo lejos de Morero es el montaje e instalación de los equipos en las plantas de destino, dada la enorme dimensión de estas piezas, que en algunos casos sobrepasan los 20 metros de longitud. Flymca envía un grupo de empleados a las fabricas de sus clientes para montarlas y ponerlas en funcionamiento.
El incremento de la demanda no solo se deja notar en la facturación. La empresa ha pasado en pocos años de 70 trabajadores a 105, unas incorporaciones con las que ha reforzado el taller y las oficinas.
Carrillo se felicita de que Cantabria y otras comunidades del norte de España se hayan puesto de moda entre muchas personas que buscan cambiar de aires, porque parte de los nuevos empleados proceden de Madrid, Valladolid, Valencia, Cataluña y Palencia. Con ellos ha conseguido paliar la escasez de mano de obra cualificada con que se topa a la hora de hacer nuevas contrataciones, pero deja constancia de otra circunstancia adversa: las dificultades de los interesados para viviendas en la región que se ajusten a sus salarios. “Los precios de los alquileres se han disparado en cinco años, algunos se han duplicado”, apunta con la sensación de que no se está haciendo lo suficiente. “Si no se construye más vivienda o sale al mercado la ya existente, el problema va a seguir ahí”, añade, y se pone en la piel de los potenciales candidatos: “No puedes dedicar más de la mitad de tu salario a la vivienda”.
En su opinión, la activación de nuevas promociones inmobiliarias pasa por agilizar la burocracia de la Administración Pública a la hora de conceder permisos de construcción.
Carlos Carrillo atribuye el éxito de Flymca a sus elevados estándares de fabricación y a la relación de confianza que establece con sus clientes. No obstante, reconoce que, al tratarse de un sector con unas necesidades muy especiales, no tiene tanta competencia como en la maquinaria para producir cables aéreos o terrestres: “Los clientes no se arriesgan a recurrir a otros fabricantes. Lo que realmente buscan es excelencia”.
Algunos cables submarinos se tienden a 500, 800 o 1.000 metros de profundidad, una tarea imposible de llevar a cabo sin robots capaces de aguantar altas presiones o sin un exhaustivo estudio preliminar de las condiciones del lecho marino.
Si el tendido es caro, las reparaciones lo son aún más, y ambas circunstancias justifican que los fabricantes y sus clientes busquen proveedores muy fiables.
Hay que añadir que los países se han comprometido a recuperar los residuos, ya que los cables tienen una vida útil de 50 años aproximadamente. “Esa labor de economía circular también se incorpora al análisis de costes. Son proyectos terriblemente grandes”, apunta.
La complicada logística
La mayoría de manuales de autoayuda instan a preocuparse exclusivamente de lo que depende de uno mismo, pero en el caso de Flymca es difícil sostener esa mentalidad en fases tan críticas como la entrega de pedidos.
Por las grandes dimensiones y peso de las máquinas, muchas de ellas requieren transportes especiales en contenedores abiertos, solo cubiertos por toldos, y desde que salen de la planta hasta que llegan a su destino transcurre más tiempo del deseable, el suficiente como para que puedan sufrir contingencias. Por suerte para la compañía cántabra, estos casos son poco frecuentes, pero Carrillo reconoce que causa mucha inquietud “porque cualquier golpe puede afectar a su geometría. Es una incertidumbre constante”.
En cualquier caso, Flymca tiene motivos para afrontar el futuro con optimismo, convencida de que la ampliación le proporcionará impulso para abordar nuevos mercados y seguir creciendo con fuerza varios años más. La propia inercia se lo facilita: “Hoy por hoy, prácticamente no podemos admitir más carga de trabajo. Ya estamos pensando en proyectos para 2027”.
La compañía no se libra, en cualquier caso, de la inestable situación del comercio internacional motivada por la política arancelaria impuesta por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. “Es demasiado pronto, pero nos va a afectar seguro, de una manera u otra”.
Carrillo da por sentado que las fábricas americanas de cable submarino van a ser más reticentes a contratar si tienen que pagar un 25% más por las máquinas como consecuencia de los aranceles, un problema que se suma a la subida de costes que se produjo cuando se inició la guerra entre Rusia y Ucrania y se dispararon los materiales. Las turbulencias, en cualquier caso, no parece que afectarán a su sector tanto como a otros, porque la demanda internacional de cable, a día de hoy, no puede esperar.
Una mentalidad internacional
Flymca se fundó de la mano de Julio Carrillo el año previo al cambio de milenio, pero sus orígenes se remontan mucho más atrás, a 1962, cuando la familia Carrillo puso en marcha una pequeña planta para la construcción de máquinas para producir cables.
En ese momento, suministraba cableadoras a empresas locales. Con el tiempo, las ferias internacionales le permitieron darse a conocer y expandir su clientela fuera del país.
En 2002, tras visitar la feria de Düsseldorf (Alemania) consiguió sus primeros contratos en el extranjero y llevó su sede al polígono de Morero. Más tarde adquirió una nave de algo más de 1.700 metros cuadrados para disponer de más espacio, y en 2012, se trasladó a unas instalaciones del mismo polígono y mejor adaptadas a los proyectos que captaba, cada vez de mayores dimensiones.
Aunque en los últimos años se ha especializado en la fabricación de máquinas de cable submarino, también tiene pedidos de otros sectores como la minería, la construcción, la automoción, el petróleo y el gas.
David Pérez