El metal, un sector potente donde la productividad no acaba de despegar

Con un tamaño medio semejante, la rentabilidad de las compañías vascas es cinco veces mayor

El sector del metal sigue siendo un pilar esencial para la industria de Cantabria, con un fuerte peso en la economía y en la creación de empleo. Sin embargo, el escaso margen de beneficio de las empresas metalúrgicas cántabras indica una cierta debilidad. Basta comparar este rendimiento con el de las empresas del País Vasco para comprobarlo. Dado que los salarios vascos son más altos, y el tamaño medio de las empresas es muy parecido, todo parece indicar que la diferencia está en la condición de contratista o subcontratista de unas y otras.


A pesar del pequeño tamaño de la región, en Cantabria se ha concentrado históricamente casi todo el ciclo productivo del hierro. Desde la minería para extraerlo hasta su transformación en piezas tan sofisticadas como los componentes críticos de una central nuclear, piezas de coches o los tirantes que sostiene algunos de los puentes más grandes del mundo. Pero no todos esos procesos se han dado simultáneamente, porque desde que Agruminsa (una filial de Altos Hornos de Vizcaya) cerró las minas de Cabárceno en 1989, no se ha vuelto a extraer mineral en la región, y nunca hubo altos hornos, aunque sí ferrerías y otro tipo de fundiciones. 

La tradición metalúrgica de Cantabria es, por tanto, muy larga, hasta el punto que se remonta a tiempos de los romanos.

A día de hoy, el sector sigue siendo un puntal de la industria regional. Resulta también un pilar para la economía de Cantabria, y no solo por su facturación o por sus casi 20.000 trabajadores. Es vital para el resto de las actividades, ya que les provee desde estructuras metálicas a piezas de calderería, conducciones, máquina-herramienta o servicios de mantenimiento. 

Poco más del 13% de las empresas metalúrgicas de Cantabria exportan

Este tejido industrial metalúrgico tan diversificado abarca desde plantas industriales de gran tamaño, que en muchos casos están en manos de multinacionales, a una miríada de pequeños y medianos talleres.

Salvo los grandes fabricantes de piezas de automoción, que trabajan para plantas de ensamblaje de dentro y fuera del país, el sector tiene un perfil muy local. Una encuesta realizada por la Federación Cantabria Metal revela que poco más del 13% de las empresas metalúrgicas locales exportan, pero incluso en este pequeño grupo, son pocas las que tienen en el exterior más del 25% de su volumen de negocio. Todas las demás están centradas únicamente en el mercado nacional.

Aunque a priori pudiera parecer que el escaso tamaño es uno de los males que padece el sector metalúrgico cántabro, una radiografía más detallada indica que no es tan relevante. 

Se comprueba al compararlo con el del País Vasco, el referente más inmediato, que en algunos casos es competidor y en otros colaborador. Nuestros vecinos tienen una proporción aún mayor de pymes y micropymes en este sector y, sin embargo, sus empresas tienen un perfil mucho más  exportador. De las 2.862 compañías metalúrgicas de la comunidad limítrofe, el 62% son pequeñas o microempresas, ocho puntos más que en Cantabria, que tiene un censo de 342 sociedades activas en este sector. De hecho, la proporción de empresas metalúrgicas grandes es del 2,9%, mientras que en el País Vasco se queda en el 2,6%.

Cantabria, registra el mayor descenso nacional de la facturación industrial con un 3,9%

No es tampoco una cuestión de antigüedad pues, al comparar la longevidad de las compañías del metal en Cantabria y en el País Vasco, los datos son sorprendentemente similares.

La solvencia tampoco es un factor diferencial dado que el riesgo de caer en impagos es también muy similar, siendo 5,7 sobre diez en las cántabras (el 1 indica la mayor solvencia y el 10 la peor) y seis en las vascas.

Ni más grandes, ni más longevas

Al descartar la dimensión y la fortaleza como orígenes del problema, las dificultades de las empresas locales para vender fuera de las fronteras nacionales podrían hallarse en el papel que tradicionalmente han asumido las empresas del sector en ambas regiones. En Cantabria, ha predominado, sobre todo, el de subcontratista. Unas tareas que nuestras empresas realizan de una forma muy competitiva, pero que no resulta tan brillantes ni tan rentables como las del contratista.

Tan solo las empresas con oficinas técnicas, capaces de desarrollar un proyecto complejo por sí solas, pueden acceder a grandes contratos dentro y fuera del país y, en ese aspecto, las empresas metalúrgicas vascas están mejor posicionadas.

Algunos de los contratos internacionales que consiguen, acaban por ejecutarse en parte o en su totalidad en Cantabria, donde encuentran unos costes inferiores a los del País Vasco, cuyos salarios son bastante mayores. Pero esa subcontratación hace que gran parte del valor añadido se pierda por el camino.

Cada trabajador del metal se ausentó de media 30,8 horas al mes en 2024 en España.

Solo así puede entenderse que mientras la facturación media de las empresas metalúrgicas cántabras fue de más de once millones de euros en 2023, frente a los 8,14 millones de las metalúrgicas vascas, las cántabras consiguiesen un rendimiento neto medio de poco más de 85.000 euros frente a los 334.000 euros de las vascas. Estos datos confirmarían un síntoma inequívoco de que algo falla en el sector: las empresas cántabras venden algo más, pero ganan mucho menos. La diferencia porcentual es muy relevante: del 0,7% de beneficio sobre el total de ventas de las empresas cántabras al 4,1% en las vascas. 

Menos exportación

Esta menor rentabilidad también podría atribuirse a la escasa internacionalización. Un ejecutivo vasco del sector que se desplaza frecuentemente a Alemania por motivos de trabajo, y que ocasionalmente utiliza el vuelo de Ryanair desde Santander, lo explicaba así: “Cuando vuelo desde Bilbao, a los cinco minutos veo que la mayor parte de los pasajeros abren el ordenador y están manejando planos y proyectos, supongo que para ir a presentárselos a clientes o a sus compañías matrices. Cuando cojo el avión en Parayas, solo veo gente con mochilas que va de vacaciones”.

SAJA INDYNA CUMPLE MEDIO SIGLO. En 1975, tres oficiales de calderería que venían trabajando juntos, Miguel Toral, José Manuel González e Ignacio Gonzalez, decidieron emprender un proyecto propio y constituyeron Saja Industrial y Naval. Comenzaron su andadura trabajando para los astilleros de la ría de Bilbao y aún hoy mantienen la relación comercial con Astilleros de Murueta (Erandio) y Astilleros de Zamakona (Santurce). Desde su fundación, se especializaron en la fabricación y montaje de tuberías tanto para la industria como para el sector naval, para ir incorporando todo tipo de trabajos de calderería e instalaciones de aire acondicionado y ventilación. Durante este periodo trabajaron para las principales fábricas de Cantabria y Vizcaya. En la foto aparecen los socios fundadores y la segunda generación que en la actualidad está al frente de la empresa: de Izda. a Dcha: Ignacio González, Miguel Toral, David, Verónica, Javier, Carlos, Jose Manuel Gonzalez, Nacho y Enrique.

Esta opinión puede resultar reveladora de dónde radica el problema, y es que el tejido empresarial local aún no ha conseguido una interlocución internacional como la de nuestros vecinos, a pesar de que ambos sectores resultan muy semejantes.

El otro problema del sector es la absoluta escasez de profesionales cualificados, que está propiciando los fichajes entre empresas, un problema generalizado en todo el país que las patronales buscan paliar con el acceso a bolsas de empleo internacionales, algo que por el momento ha tenido una repercusión muy limitada. 

El metal, pieza clave del engranaje industrial

Frente a estas debilidades, el sector tiene muchas fortalezas. La metalurgia cántabra genera un 40% del PIB industrial de la región y un 8,4% de su PIB total. Pero además es estratégica, ya que hace funcionar al resto de la industria regional y, con unos 20.000 trabajadores, aporta el 43% del empleo de todo el sector secundario.

La carencia de profesionales es uno de los problemas más acuciantes del sector, que tiende a agravarse por la jubilación de las cohortes de edad más numerosas.

Eso no es suficiente para garantizar el futuro, al menos el inmediato. El pasado año, Cantabria, ha sido la segunda comunidad autónoma con mayor caída de la actividad industrial, con un descenso de la facturación del 3,9% y en el primer cuatrimestre de este año, las exportaciones han descendido un 2,5% con respecto al año anterior. El sector de semimanufacturas no químicas, donde se encuentran las producciones en hierro y acero, ha caído un 10%, una pérdida que resulta doblemente relevante para la economía regional, al tratarse del principal capítulo exportador.

Afortunadamente, otro sector íntimamente ligado a la industria metalúrgica, el automovilístico, ejerce de amortiguador, gracias a que sus exportaciones han crecido con fuerza en estos cuatro meses, con un espectacular incremento del  71%.

Uno de los sectores mejor remunerados

El reciente conflicto en la negociación del convenio colectivo para el sector ha puesto de relieve otros problemas internos. Mientras los trabajadores han llevado a la mesa de negociación reivindicaciones históricas, como la actualización salarial —que se ha fijado en un incremento del 3,5% para este 2025 y del IPC más el 0,7% en los siguientes años y hasta 2028—, también han introducido otras menos usuales como la creación de la figura del delegado de medio ambiente o el desarrollo de protocolos anti-acoso.

En esta última actualización del convenio —vigente hasta 2028— se incluyen, además, cláusulas como el aumento de los pluses por nocturnidad y mejoras en las pagas de los desplazamientos o las vacaciones. Otras refuerzan la seguridad como incremento en el seguro de accidentes y el reconocimiento de la incapacidad temporal por enfermedad laboral a la de accidente laboral. En suma, suponen una mejora significativa y blindan las condiciones de los trabajadores, al menos, durante los próximos años.

PRIMERA EMPRESA CÁNTABRA CON CERTIFICACIÓN DE ‘RESIDUOS CERO’. Hierros y Metales Tirso ha sido la primera empresa cántabra en recibir la certificación Gestión de Residuos Cero. La certificadora AENOR reconoce “la apuesta firme” de la compañía por la valorización de residuos que se gestionan en su planta de tratamiento, evitando que su destino final sea el vertedero. El Grupo Tirso, fundado en 1956, continúa siendo una empresa familiar, con Javier González Portilla como presidente y Roberto González Portilla como CEO. Está integrado por las sociedades Hierros y Metales Tirso, Tirso CSA y Hierros Tirso Canarias.

A esto hay que añadir que el sector es uno de los mejores pagados de España. Su remuneración, llegó a ser en 2022 un 43% superior al salario medio nacional, según los datos del INE.

En las últimas tablas salariales publicadas por PYMETAL, que corresponden al año 2024, un aprendiz de primer año —el rango más bajo— cobraba en Cantabria 15.634 euros anuales que, tras la actualización del nuevo convenio se convertirán en unos 16.183  euros.

Estas medidas también van dirigidas atraer jóvenes al ramo. Incorporar mano de obra para garantizar el relevo generacional sigue siendo una de las principales, y más urgentes, preocupaciones de los empresarios, junto al absentismo laboral.

El absentismo golpea con fuerza el sector

Los empresarios han utilizado las estadísticas que demuestran un insólito crecimiento del absentismo en todas las negociaciones del convenio, frente a otras reivindicaciones de los sindicatos, y es que el absentismo por contingencias comunes –enfermedades y accidentes no laborales— ha experimentando en el país una subida del 95% desde 2021, según datos del Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT) y Confemetal, la patronal a nivel nacional.

La proporción de empresas exportadoras sigue siendo muy baja en el sector, apenas lo hacen las más grandes.

En 2024, cada trabajador del metal se ausentó de su puesto 30,8 horas cada mes de media en España, lo que supone que el 18,5% de las horas pactadas por convenio no se trabajaron.

Esto tiene un fuerte impacto económico, unos 2.870 millones de euros en 2024, pero también provoca problemas organizativos.

“Lo que parecía que era un pico puntual y extraordinario marcado por la pandemia se ha convertido en un problema estructural: las listas de espera lastran la recuperación del trabajador y la productividad de las propias empresas” afirma Confemetal en su informe Coyuntura económica y laboral.

Aunque en Cantabria el absentismo no haya sufrido un crecimiento tan pronunciado, adolece de otros males. La región destaca en la duración de las bajas por incapacidad temporal de origen no laboral, con una media, en 2024, de 50,3 días, frente a los 36 nacionales. Si bien la cifra cántabra ha bajado alrededor de 6 días con respecto a 2023, sigue siendo preocupante, pues son las bajas de larga duración las que tienen mayor impacto económico para las empresas.

De hecho, han tenido un coste directo para las compañía cántabras de casi 22 millones de euros durante 2024. El coste total del absentismo –sumando el de las empresas y las mutuas–, ha experimentado un  aumento anual del 10%, que si bien es el más bajo del país, ha supuesto 4,5 millones de euros más en un año.

Las ausencias por IT no laboral han tenido un coste directo de 22 millones para las empresas cántabras

En el conjunto de la industria cántabra el absentismo se disparó hasta el 9,1%, situando a la región en el primer puesto nacional en 2023, según PYMETAL. 

A este creciente número de trabajadores que se ausentan de su puesto de trabajo, se suma el hecho de que la población del sector protegida por las mutuas en Cantabria ha registrado el menor aumento del estado, un 2,9% desde 2021 a 2024, lo que supone apenas 943 trabajadores más en estos tres años de fuerte crecimiento.

Si hacemos una última comparación con nuestros vecinos, el País Vasco lideró el absentismo laboral en el sector, pues encabezó el incremento anual de procesos iniciados con un 34,1% más en 2024, y una estridente subida del 164% de 2021 a 2024. Resultó ser, también, la comunidad en la que más incrementó el coste medio por contingencia común, con una subida del 44% al cierre del pasado año.

Estas cifras resultan especialmente llamativas al ser la comunidad vasca una de las que mejor ha sabido cuidar los derechos de los trabajadores del ramo.

Para ellos el absentismo laboral también parece haberse convertido en una nueva brecha a suturar, mucho más grave aún que para las empresas cántabras.

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