El enlace Sierrapando-Barreda concluye tras una larga espera
La mayor obra pública en mucho tiempo ha tardado siete años y ha requerido 141 millones de euros
La mayor obra realizada en Cantabria desde hace mucho tiempo, el Nudo de Torrelavega, está a punto de concluir. Han sido muchos más años de lo previsto, ha habido que demoler toda una colina para construir de una forma más cómoda un falso túnel y ha requerido el sacrificio de muchas hectáreas de paisaje en Barreda y en Sierrapando, dos posibles áreas de futura expansión de Torrelavega que ahora quedan al servicio de una comunicación más fluida. Pero también ha requerido una financiación con pocos precedentes en España: 141 millones de euros para 2,9 kilómetros de carretera.
Las minirrondas de Torrelavega, primero, y las rondas, después, trataron de sacar de la ciudad el flujo de tráfico que durante siglos se canalizó por sus calles principales.
Torrelavega nació en un encuentro de caminos, el que desciende de la Meseta hasta Santander y el que recorre la Cornisa Cantábrica. Lo que durante mucho tiempo fue un factor de crecimiento, al contribuir a crear un tejido comercial e industrial muy importante, acabó por convertirse en un gran problema con la llegada y multiplicación del automóvil. Desde entonces, la ciudad ha tratado de desembarazarse de la mayor parte de ese flujo y, en ocasiones con más empeño y en otras con menos, el Ministerio de Fomento –antes de Obras Públicas– ha venido buscando la manera de sacar de la ciudad todo aquel tráfico que no tiene en ella su origen o destino.
Tuvieron que pasar muchos años hasta que se planteó esta derivación, que enlaza Barreda con Sierrapando y, aún hubo que esperar tres más de los previstos, por los sucesivos retrasos en su ejecución.
El nuevo ramal permitirá, por fin, desdoblar y dotar a la A-67 (la Autovía de La Meseta) de un trazado propio, no compartido con la A-8 (la Autovía del Cantábrico) como hasta ahora, aunque para eso ha sido necesario un falso túnel muy complejo y un enorme nudo de enlace a la altura de Sierrapando. Estas dos autovías que se cruzan en el corazón de la región comparten trazado en algo más de un kilómetro a la altura de Torrelavega. Este punto es el que da origen a atascos kilométricos, especialmente durante las operaciones salida o regreso de vacaciones y puentes.
Su separación también será un alivio para los cerca de 55.000 vehículos que recorren de media al día este espacio y que, desde que arrancaron los trabajos en agosto de 2018, han sufrido desviaciones y cortes frecuentes.
Un enorme desmonte para el falso túnel
El falso túnel arranca en Polanco y ha requerido un gran desmonte y la construcción de dos enormes tubos de 422 metros de longitud, que ha sido recubierto posteriomente con unos 700.000 metros cúbicos de material, que habrían podido llenar 200 piscinas olímpicas.
Al ramal principal se une un complejo sistema de desvíos en Requejada, Barreda y Sierrapando, con multitud de nuevas estructuras que permitirán un tráfico más fluido y seguro para quienes utilizan cada día estas carreteras y un alivio para Torrelavega donde ya no deberían producirse atascos de entrada ni de salida.
Las obras ni siquiera van a acabar con la entrega formal que harán las dos empresas adjudicatarias en este mes de julio y con la inauguración pocos días después, porque se vienen solapando con la construcción de un tercer carril en la A-67 entre Polanco y Bezana, en el que Transportes va a invertir 172,9 millones de euros hasta 2029, más de lo que costaron en su día esos tramos de carretera.
Las obras, previstas para 32 meses, han durado siete años, más del doble, y se han enfrentado a todo tipo de obstáculos, desde que las presentó el entonces ministro de Fomento, Íñigo de la Serna. No pudieron empezar cuando estaba previsto porque no estaban realizadas las expropiaciones y, posteriomente, se han acumulado todo tipo de incidencias debido, sobre todo, a su complejidad. En menos de tres kilómetros de recorrido han tenido que construirse nada menos que 46 estructuras, de las cuales 30 son de nueva construcción y otras 16 aprovechadas del trazado anterior, entre ellas el túnel de Las Rozas, a la entrada norte de Torrelavega y un viaducto de 250 metros.
Hace ahora un año, el actual ministro de Fomento, Óscar Puente, justificaba el retraso en esa complejidad y las «vicisitudes» acontecidas, que hicieron necesario cambiar los planes iniciales para sortear estos problemas.
En ese momento ya se había puesto en servicio algunos tramos de manera paulatina, el primero de ellos, el ramal Oviedo-Palencia, con unos dos kilómetros de nuevo trazado, dentro del enlace de Sierrapando. No obstante, esas aperturas provisionales y desvíos han creado no poca confusión en este tiempo.
En ese momento (era el 19 de julio), el ministro aseguró que en un año estaría abierta toda la obra, que el Ministerio ha venido denominando Nudo Torrelavega y, en esta ocasión, el compromiso se va a cumplir por los pelos, ya que la entrega de los trabajos por las adjudicatarias, ACS y SIEC, está prevista para el 16 de este mes.
La continuación con el tercer carril
Las obras, en realidad, continúan con la construcción del tercer carril de la A-67, que conecta Torrelavega y Santander en el tramo entre Polanco y Santa Cruz de Bezana y su continuación hasta el Aeropuerto Seve Ballesteros.
Las primeras actuaciones para ese tercer carril se iniciaron en abril de 2024, con un presupuesto de casi 173 millones de euros y las obras avanzan deprisa. Tendrá continuidad con el tramo de 7 kilómetros que resta desde Santa Cruz de Bezana hasta el aeropuerto Seve Ballesteros, con un presupuesto de casi 87 millones de euros. En total, 260 millones, que servirán para hacer mucho más cómoda y segura la circulación por el principal eje viario de Cantabria, que prácticamente se ha convertido en un corredor urbano entre Santander y Torrelavega.