CRÓNICA: Audiencia del Papa con los medios de comunicación

EL Papa que dice que solo hay ciudadanos libres si hay libertad de prensa Por Pedro Luis Arroyo

El corresponsal de Cantabria Económica en el Vaticano, Pedro Luis Arroyo, ha podido asistir a la Audiencia del recién nombrado Papa León XIV con periodistas y medios de comunicación.


EL Papa que dice que solo hay ciudadanos libres si hay libertad de prensa

Por Pedro Luis Arroyo

Cuando crucé la cancela del Vaticano camino del Aula Pablo VI para asistir a la Audiencia  del nuevo Papa con los medios de comunicación me sentí un privilegiado. Y lo era, entraba en un lugar muy restringido y en un momento de la historia, aunque en realidad  hemos sido entre 3.000 y 4.000 los periodistas, familiares y acompañantes que asistimos.

Interior de la Audiencia del nuevo Pontífice con la prensa y los medios de comunicación.

Había estado allí a mitad de los 80 en una Audiencia general de Juan Pablo II, que entonces caminó muy cerca de mí, pero ahora no he tenido tanta suerte. Tuve a León XIV a tres metros de distancia, cuando recorría el pasillo saludando con esa medio sonrisa que le acompaña, pero nos separaban decenas de cámaras, teléfonos y numerosas personas subidas en sillas para ver de cerca al nuevo y desconocido Robert Prevost Martínez.

Los de las dos primeras filas tuvieron más suerte, porque fueron saludados uno a uno por el Papa. La versión oficial decía que ese privilegio había sido sorteado entre los asistentes. Y yo, a pesar de estar en un lugar donde el creer es vital, lo puse en duda; la mayor parte eran de edad madura, trajeados, aunque quizá si te dicen que vas a saludar al Papa mientras te filma la TV Vaticana, pues igual buscas la llamada ropa de ceremonia. Pero yo lo que he visto estos días en las dos Salas de Prensa del Vaticano, una más lujosa que la otra en la Via della Conciliazione, donde no suelen dejar entrar a los “temporáneos” (temporales en italiano), es a  cientos de periodistas, fotógrafos, cámaras, operadores de sonido de todos los continentes entre 30 y 40 años con las camisas remangadas y zapatos de deporte que te permiten moverte y bregar con comodidad.

Yo no sé si Francisco era tan puntual en sus citas con fieles y prensa, pero León XIV lo es a más no poder. Tanto en la oración Regina Caeli de la Plaza de San Pedro el domingo como hoy en el Aula Pablo VI, llegó un minuto antes de la hora anunciada. Después de escuchar aplausos de los asistentes, saludar con su sonrisa y el movimiento del brazo y escuchar algún que otro “Viva el Papa”, se dispuso a leer el discurso. Su primera frase fue para romper el tópico de que es serio y tímido: “Dicen que cuando se aplaude al principio no significa mucho, pero si al final uno sigue despierto y aún quiere aplaudir…»

La prensa señala que, a diferencia de Francisco, que improvisaba constantemente, él los escribe y prepara personalmente y no deja lugar a la sorpresa. Y vuelvo a dudar: son discursos brillantes, muy medidos, con mucho significado y donde queda claro cuál es el mensaje. Yo, que en esto tengo algo de experiencia, apuesto porque tiene colaboradores tanto en las ideas como en la redacción. Es imposible para el Papa, incluso a pesar de ser el humano jerárquicamente más cercano a Dios, poder hablar varias veces al día en asuntos de tanta incumbencia sin ayuda de otros.

León XIV saludando a representantes de la prensa internacional.

Por lo demás, sus palabras a los periodistas han sido valientes, de total actualidad y necesidad; y si su discurso hubiera sido el comunicado de prensa de Amnistía Internacional por la libertad de prensa en el mundo, no habría habido muchas diferencias:”reiterar hoy la solidaridad de la Iglesia con los periodistas que están encarcelados por buscar informar con la verdad, y con estas palabras también pido la liberación de dichos periodistas. La Iglesia reconoce en estos testigos —pienso en quienes informan sobre la guerra incluso a costa de sus vidas— el coraje de quienes defienden la dignidad, la justicia y el derecho de las personas a estar informadas, porque sólo quienes están informados pueden tomar decisiones libres. El sufrimiento de estos periodistas encarcelados interpela la conciencia de las naciones y de la comunidad internacional, y nos llama a todos a salvaguardar el precioso don de la libertad de expresión y de prensa”.

¡Toma ya! Pero no quedó ahí la cosa. Mensaje para tanto pseudoperiodista que busca el rápido y ruidoso titular, muchas veces alejado de la realidad: “Jesús proclamó: Bienaventurados los que trabajan por la paz y esto nos interpela a todos, pero es particularmente relevante para ustedes, llamando a cada uno a esforzarse por una comunicación distinta, que no busque el consenso a toda costa, que no utilice palabras agresivas, que no siga la cultura de la competencia y que nunca separe la búsqueda de la verdad del amor con el que debemos buscarla humildemente. La paz comienza con cada uno de nosotros: en la manera en que miramos a los demás, los escuchamos y hablamos de ellos. En este sentido, el modo en que comunicamos es de importancia fundamental: debemos decir “no” a la guerra de palabras e imágenes, debemos rechazar el paradigma de la guerra”.

La paz comienza con cada uno de nosotros: en la manera en que miramos a los demás, los escuchamos y hablamos de ellos. En este sentido, el modo en que comunicamos es de importancia fundamental: debemos decir “no” a la guerra de palabras e imágenes, debemos rechazar el paradigma de la guerra”.

Es difícil elegir lo más importante que dijo León XIV. La dificultad del mundo actual para los informadores: “son tiempos difíciles tanto de recorrer como de narrar… un desafío que no debemos rehuir. Al contrario, exige que cada uno de nosotros, en nuestras distintas funciones y servicios, no ceda nunca a la mediocridad…”. Enfrentarse y perseguir “una comunicación que nos pueda sacar de la “Torre de Babel” en la que a veces nos encontramos, fuera de la confusión de lenguajes sin amor que a menudo son ideológicos o partidistas”.

El Papa León XIV en la Audiencia con los medios de comunicación.

, sobre todo, algo que olvidan muchos: el periodista no es solo un notario de la realidad ni un corre ve y dile: “comunicar no es sólo transmitir información, sino también crear una cultura, entornos humanos y digitales que se conviertan en espacios de diálogo y confrontación”, para añadir “pienso en particular en la inteligencia artificial, con su inmenso potencial, que sin embargo requiere responsabilidad y discernimiento”.

Por último y si a alguien no le ha quedado claro que es lo que piensa León XIV de Francisco, a quien menciona constantemente, recordó uno de sus mensajes donde decía: “desarmemos la comunicación de todo prejuicio y resentimiento, de todo fanatismo e incluso del odio; liberémosla de la agresividad. No necesitamos una comunicación ruidosa y contundente, sino una comunicación capaz de escuchar y de recoger las voces de los débiles que no tienen voz. Desarmemos las palabras y ayudaremos a desarmar el mundo. Una comunicación desarmada y desarmante nos permite compartir una mirada distinta sobre el mundo y actuar de un modo coherente con nuestra dignidad humana”.

Una comunicación desarmada y desarmante nos permite compartir una mirada distinta sobre el mundo y actuar de un modo coherente con nuestra dignidad humana”.

Lo firmo y estoy seguro que lo rubricaría toda mi generación y aledañas en edad.

Salía yo pensando que había escuchado lo que quería oír y con bastante certeza de que será difícil que vuelva por esa zona interior del Vaticano restringido. Por eso miré detenidamente de nuevo a mi alrededor y especialmente al Palacio del Santo Oficio, lugar muy relacionado con la “Santa Inquisición” y hoy en día Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Me hizo recordar tiempos de la historia más negra de la iglesia. Si bien hasta Miguel Ángel intervino en el diseño de su hermosa fachada, desde dentro se persiguió a muchos considerados “herejes” como Galileo Galilei, se hizo un índice de libros prohibidos o se castigó y condenó a los llamados “teólogos de la liberación”, que sobre todo en Latinoamérica defendían la revolución como arma para que los más pobres no siguieran siendo explotados.

Benedicto XVI ha estado entre sus más conocidos responsables, antes de ser Papa, y durante el pontificado de Francisco ha sido nido de sus más feroces críticos y de los representantes del sector más conservador de la Iglesia.

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