Piscinas con más garantías
Las urbanizaciones construidas fuera de los cascos urbanos tradicionales, la multiplicación de segundas residencias y la mejora del abastecimiento de agua han aumentado espectacularmente el parque de piscinas en Cantabria, una región donde su implantación era relativamente escasa. Pero no sólo crecen en número, sino también en garantías de seguridad. Para evitar un error humano en el tratamiento de los productos químicos que requiere su mantenimiento, todas las piscinas de uso colectivo (las que son compartidas o las públicas) deberán tener automatizado su tratamiento químico a partir del 15 de octubre de 2010.
No son las únicas exigencias. También deberán contar con equipos capaces de filtrar todo el agua en cuatro horas como máximo, al menos dos salvavidas, escaleras de acceso que no estén separadas entre sí más de quince metros, contenedores de llenado y recirculación y un andén de paso de, al menos 1,2 metros alrededor del vaso.
La normativa que se publicó el pasado 15 de octubre modifica la que está vigente desde 1993 y ha dejado un tiempo prudencial hasta la entrada en vigor de algunas exigencias que las empresas instaladoras aprovecharán para adecuar sus modelos a estas normas, aunque algunas, como Camargua, ya lo han hecho.
Las medidas de seguridad que resultaban más fáciles de poner en práctica ya han entrado en vigor, como ocurre con las referidas al mantenimiento, que desde el pasado mes de abril obligan a llevar un libro de control en el que quedan reflejadas las acciones más importantes del tratamiento del agua o la que exige una analítica mensual realizada por un laboratorio certificado.
Las piscinas colectivas de mayor tamaño han de contar, además, con socorrista, excepto en el caso de que la lámina de agua no supere los 300 metros cuadrados y la profundidad máxima no sobrepase los 1,60 metros (0,50 en las infantiles). También se exige para ello que la zona de baño esté protegida por una valla de al menos 1,20 metros de altura para evitar la irrupción imprevista de niños; que haya al menos dos salvavidas y que se advierta con un cartel informativo de la ausencia de socorristas y sobre cómo usar los salvavidas.
En cualquier caso, el problema más relevante para la mayoría de las instalaciones de este tipo será la obligación de automatizar los sistemas de desinfección del agua, con dosificadores, para evitar que dependen de una persona o cualquier error en las proporciones de los productos que se utilizan, altamente corrosivos.