Hoya busca la diversificación con su nueva fábrica

Aunque algo más tarde que en otros sectores industriales, la fiebre de la renovación ha llegado también a las empresas semiconserveras de Cantabria, que son conscientes de la necesidad de sustituir instalaciones en muchos casos obsoletas, y de introducir en su funcionamiento criterios modernos de gestión. En los tres últimos años varias de las más potentes empresas del sector –Conservas Laredana, Pelazza, Fredo, Consorcio Español Conservero y Salazones y Anchoas Lolín, entre otras–, han realizado esta actualización y ahora es Conservas Hoya, una de las marcas más veteranas del sector, la que inaugura fábrica.
Sesenta años después de su fundación en Santoña, la localidad que concentra el 50% de las conserveras cántabras, Hoya se dispone a emprender una nueva etapa con la inauguración de unas instalaciones en las que ha invertido más de 3.000 millones de pesetas. Con ellas consolidará y aumentará su presencia en el mercado de las semiconservas, como la anchoa, pero, sobre todo, conseguirá un peso específico en el de las conservas, especialmente en el envasado de bonito del norte, uno de los productos más característicos del puerto de Santoña.
Un proceso informatizado

Una tercera parte de la inversión realizada en la nueva fábrica ha ido destinada a dotarla de maquinaria muy avanzada, donde las aplicaciones informáticas juegan un papel relevante.
La manipulación de la anchoa para su preparación y envasado, sigue siendo un proceso esencialmente artesanal en el cual la habilidad y experiencia de los operarios resultan insustituibles. Sin embargo, caben aplicaciones técnicas que mejoren la eficacia del proceso como las introducidas en la nueva planta, donde cada uno de los 44 puestos de trabajo de la línea de semiconserva tendrá controles informáticos que permiten conocer en todo momento el ritmo de producción y la calidad del proceso que se está ejecutando. Los datos, procesados por un ordenador central, ayudarán a los responsables de la planta a llevar a cabo un rápido análisis de costes y tomar sobre la marcha las medidas que permitan mejorar la eficacia del proceso productivo.
Otro salto cualitativo se producirá en la línea de embalaje, donde se han instalado máquinas capaces de trabajar a un ritmo de 25.000 latas por hora.

Potenciar la línea de conserva

Gran parte del esfuerzo inversor realizado por la familia Hoya está dirigido a potenciar la línea de conserva de bonito y atún, con la intención de ampliar su cuota de mercado, para acercarla a la que ya tiene en semiconservas.
Además de las anchoas en salazón y en aceite, Hoya comercializa también bonito del norte, atún, chicharrillos y mejillones en escabeche y sardinillas en aceite vegetal. Estos productos son distribuidos mediante cuatro marcas propias –Hoya, Capitán, El Progreso y La Baliza– entre las que destaca la gama más alta, denominada Línea Oro Hoya, que la empresa pretende relanzar. “Queremos que esta marca sea un punto de referencia también en el mercado de la conserva, en el que hasta ahora estábamos muy poco presentes”, explica el director comercial de la empresa, Carlos Valiente. Cuando la planta de conservas esté plenamente operativa, algo que no ocurrirá antes de marzo, estará en disposición de producir de 30.000 a 40.000 kilos diarios. Como es lógico, es en esta nueva línea de producción donde se producirán los incrementos de plantilla que la empresa había previsto para su nueva fábrica. De las cincuenta personas que en la actualidad trabajan en Conservas Hoya se pasará a cien o ciento diez.
Hasta ahora, Hoya ha conseguido diversificar su presencia en la semiconserva, hasta estar presente en casi todos los formatos comerciales, desde las tiendas más especializadas en delicatessen, hasta las grandes superficies, para los cuales produce media docena de marcas blancas, pasando por las grandes cadenas hoteleras y de restauración.
La estrategia comercial de la empresa pretende llegar aún más allá y abordar demandas aún no exploradas, aunque eso obligue a incorporar productos y nuevos formatos tal y como explica Carlos Valiente: “Queremos fraccionar mucho más el mercado, y dirigirnos a micromercados que tengan su propia demanda; queremos ser capaces de dar una respuesta ágil a cada cliente potencial”.
Su aliado en este terreno será la flexibilidad que las nuevas tecnologías aportan a la cadena de producción. En función de estas nuevas circunstancias se ha renovado el organigrama de la empresa, en el que se han introducido nuevos departamentos, como la dirección comercial o la atención al cliente, y se han potenciado otros como el administrativo, dirigido por Antonio Fonfría, y el de calidad interna, a cuyo frente se encuentra Carmelo Badiola.
Entre los objetivos que persiguen los responsables de la factoría está el de aumentar su presencia en el mercado exterior, que proporciona hasta ahora el 20% de los 800 millones facturados por Conservas Hoya el pasado año. Según los planes de la compañía, el proceso de renovación puesto en marcha debería traducirse en el plazo de cinco años en una facturación de 3.000 a 3.500 millones de pesetas.

Una obra de difícil ejecución

Para levantar la nueva fábrica, situada en el Polígono de Santoña, ha sido preciso vencer las dificultades que entraña cualquier edificación sobre terrenos cercanos a zona de marisma, hasta el punto de que la primera de las tres plantas de que consta la fábrica –en la que se han ubicado los depósitos con capacidad para 250.000 litros de aceite– se encuentra por debajo del nivel del mar. Esta peculiaridad, que asegura unas condiciones de temperatura óptimas para la conservación de la materia prima que almacena, ha obligado a cuidar especialmente el encofrado de la obra, que ha requerido más de 300 camiones de hormigón, analizados uno a uno para evitar los problemas de agrietamiento que han empezado a aparecer en algunas otras empresas construidas recientemente en el polígono. Una muestra de las dificultades que ha planteado la ejecución de la fábrica y que han demorado su finalización durante más de un año, es la inundación que llegó a sufrir la obra cuando quedó anegada por 16 millones de litros de agua de mar.
Superadas las dificultades, esta veterana firma, que no ha perdido el carácter de empresa familiar con el que fue fundada por Tomas Hoya en 1940, se dispone a comenzar una nueva etapa con la ambición de convertirse en una de las empresas de referencia nacional en el sector conservero.

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