El Santander prepara una escalada de beneficios

El Santander ha mantenido el tipo a lo largo de la crisis gracias a que los mercados emergentes han compensado la bajada de rentabilidad en los mercados maduros, especialmente en España, y a un ampliación del negocio hacia el crédito al consumo. De lo contrario, el Banco se hubiese resentido muy seriamente y hubiese resultado absolutamente imposible su política de mantener el dividendo en 60 céntimos por acción, lo que ha supuesto repartir nada menos que 28.100 millones de euros en los últimos cinco años, un desembolso que en parte se canaliza a través de acciones, pero que tiene como efecto indirecto una multiplicación del capital. Sólo en el último año se vio obligado a emitir mil millones de acciones, un 8,9% del capital, que pasan a tener los mismos derechos a participar en los beneficios que las anteriores.
Mantener el dividendo cuando se amplía la base accionarial no ha sido fácil y más en unos momentos en que el banco se ha visto obligado a dedicar a provisiones 65.000 millones, equivalente a vez y media las ayudas internacionales que ha recibido España para salvar a todas las entidades en dificultades. No obstante, el Santander ha sido uno de los pocos grandes bancos internacionales que ha conseguido atravesar la crisis sin un solo trimestre en negativo.
Botín ha presentado la última junta como el pistoletazo de salida para una nueva época. El Banco ha sembrado en muchos lugares distintos pero es ahora cuando los resultados de esa política van a ser más notorios para los accionistas, que no llegaban a entender que antes de la crisis ganase 9.000 millones de euros y ahora se mostrase satisfecho con la mitad.
En realidad, la tendencia ya ha cambiado en el último año, cuando la reducción de las provisiones ha permitido aumentar los beneficios en un 90% y llegar a los 4.370 millones de euros. A partir de ahora, ese camino debería conducir a nuevos máximos históricos en 2016, dado que, sin descontar las provisiones, la generación de beneficios está ya al borde de los 20.000 millones de euros al año, una de las elevadas de todo el sistema bancario mundial.

Más fuerte que antes

Con estas cifras en la mano, Botín insiste en que el Banco no solo no ha salido dañado de la crisis sino que ha resultado fortalecido. Ha aumentado el volumen de negocio, que está repartido de forma bastante homogénea entre diez países que representan, casi por mitades, los mercados maduros y los emergentes, un modelo que hoy por hoy no podría replicar fácilmente ninguna otra entidad competidora.
Uno de los cambios más significativos ha sido el convertir la actividad en cada uno de estos países en filiales autónomas, tanto en capital como en liquidez, lo que prácticamente evita los riesgos de cambio de divisa, porque permite trabajar en cada área con moneda local, y está facilitando la colocación en bolsa de estas filiales, con grandes plusvalías. Por motivos difíciles de entender, el Grupo vale mucho más segmentado, –filial por filial– que como tal. Algunas, como la de Consumo de Estados Unidos, que ha sacado este año a cotización, se ha valorado en 8.300 millones de dólares, cuando el Banco la compró hace seis años por 800.

El banco se autofinancia

Hay otras palancas preparadas para que el beneficio crezca, aunque no serán tan explosivas. Una de ellas es la posición de liquidez. El Santander ya casi no tiene necesidad de acudir a los mercados mayoristas para conseguir el dinero que presta a sus clientes, porque su fortaleza en banca comercial le aporta casi todo el dinero que utiliza (los depósitos permiten financiar aproximadamente el 90% de todos los créditos que da el Grupo y en el caso de España, alrededor del 115%).
La estrategia del Santander pasa ahora por sacar mucha más rentabilidad a los más de cien millones de clientes que tiene, con un estudio más profundo de su perfil, y especialmente de las pequeñas y medianas empresas. A medida que sus competidores han cerrado oficinas, la presencia en las calles del Santander se ha hecho más importante, y la entidad parece dispuesta a sacar más rendimiento de un mercado de pymes en el que, además, se siente especialista y que es, en condiciones normales, uno de los más rentables, junto con el de las rentas altas.
Sólo el hecho de que la economía española deje de caer le va a proporcionar en tres años un beneficio de 3.000 millones en el país, siete veces más que ahora. Eso permitirá compensar la debilidad que también se observa en el mercado europeo y la moderación del crecimiento en los emergentes. Son las ventajas de no poner todos los huevos en la misma cesta.

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