El patinaje urbano, un ESTILO de VIDA

Si la lluvia no amenaza, Ana García, profesora de francés, se calza sus patines en línea para recorrer la ciudad. La cita, todos los viernes, es a las diez y media de la noche en el Parque de Mesones de Santander. Le acompañan un joyero, un trabajador de Renault, un ama de llaves y otras treinta personas más, en una ruta que les llevará desde el Sardinero hasta la calle Burgos pasando por Reina Victoria, el Puerto, la Plaza Porticada… Y vuelta al lugar de partida.
Todos ellos forman parte del Club Pating Santander, una asociación surgida hace tres años en la Punta de Parayas (Maliaño), un lugar frecuentado hoy por más de ochenta patinadores que, en principio, sólo comparten una misma afición: “Parayas es nuestra sede”, dicen.
Crear una organización que aunara sus intereses nació del propio deseo de los aficionados de practicar el patinaje urbano. Un deporte que, para algunos, es comparable a una forma de vida: “Lo mismo que un surfista coge la tabla cuando ve olas, nosotros nos ponemos los patines cuando hace sol”, asegura Alfredo, que lleva practicando el pating desde hace tres años: “Un día me animé a probarlo, me gustó y decidí comprarme unos patines. Desde entonces no he parado”.

No sólo en verano

Ante todo, son un grupo de amigos que intentan pasárselo bien y que transmiten ilusión cuando hablan de patinaje. En verano, cuando la lluvia es más permisiva, realizan trayectos por la ciudad, maratones, visitas a ciudades cercanas como Vitoria para reunirse con otros apasionados de este deporte, excursiones a parajes naturales como Cabárceno… Allí se calzan sus botas sobre ruedas, que les ayudan a romper con la rutina y a sentirse un poco más libres. La complicidad que se ha creado entre ellos desde que nació la asociación les ha llevado a ampliar sus actividades con otros deportes que nada tienen que ver con el patinaje, como el piragüismo o el paint-ball.
La llegada del invierno les enseña la otra cara de este deporte y les invita a buscar alternativas. Pero, no les detiene. Aparte de los talleres que imparten desde hace dos años dentro del programa municipal de ocio ‘La Noche es Joven’, siguen practicando en el polideportivo de Astillero. Allí donde van, captan la atención de cientos de personas de distintas edades que miran con cierta envidia esa capacidad para deslizarse en lugar de andar, que hace al ser humano un poco más etéreo.

Lo único importante son las ganas

Unos patines, la protección adecuada y muchas ganas son los ingredientes necesarios para comenzar en el mundo del patinaje urbano: “Lo primero, es aprender a caerse”, asegura Jesús Sánchez, al que conocen como Jess. Superado ese paso y, por supuesto, el de guardar el equilibrio, sólo hace falta mucha práctica para progresar en un deporte apto para todas las edades.
El club de patinaje santanderino cuenta ya con más de cuarenta socios. Para preservar su seguridad y la del resto de viandantes durante sus trayectos por la ciudad, han decidido implantar sus propias normas. Cuando van por la carretera, procuran ir en fila para no entorpecer a los vehículos y evitar accidentes. Siempre que pueden, van por la acera e intentan reducir todo lo posible la velocidad ya que, subidos en los patines, pueden llegar a alcanzar los 15 kilómetros por hora.
Con el tiempo va llegando la experiencia y, con ella, la especialización en distintos estilos. El más vistoso quizá sea el free style (estilo libre), en el que el patinador tiene que sortear unos conos estratégicamente situados. Para practicar esta modalidad, es preferible que las ruedas de los patines tengan diferente tamaño, es decir, que las de los extremos sean más estrechas que las del medio, lo que permite al patinador una mayor rapidez y agilidad en los giros. El francés Olivier Herrera y Vicente Vuvanka, campeones mundiales en este tipo de patinaje, han visitado Santander para participar en una de las exhibiciones organizadas por el Club Pating.
Muchos, además de ser aficionados al patinaje, son amantes de los bailes de salón, por lo que han empezado a practicar roller dancer, una especialidad que consiste, básicamente, en seguir pasos de baile sobre los patines y les permite combinar ambas pasiones.
Este verano, volverán a dejarse ver por Santander, aportando dinamismo a una ciudad que aún no cuenta con las instalaciones necesarias para poder practicar este deporte en las mejores condiciones de seguridad pero que, al menos, tiene calles por las que deslizarse.

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