Escalar bajo techo

El auge de la escalada indoor (bajo techo) se ha hecho notar en regiones como Cantabria, donde a pesar de contar con una orografía que invita a practicar este deporte al aire libre, las condiciones climatológicas imponen largas pausas en los meses de invierno. Para mantenerse en forma, perfeccionar la técnica o iniciar a los más jóvenes en el deporte de escalada, nada mejor que acudir a cualquiera de los trece rocódromos que ya existen en pabellones municipales de la región, a los que habría que sumar los privados, más difíciles de cuantificar. Pero el éxito de este tipo de instalaciones no se había visto acompañado por la aparición de empresas locales especializadas en su construcción, inspección o mantenimiento.
Ha venido a cubrir este hueco la empresa Ingeniería Aventura, una iniciativa de dos jóvenes torrelaveguenses, Miguel Angel Álvarez y César Zavala, que han unido su afición por la escalada y su conocimiento técnico de cara a la construcción de rocódromos, boulders (bloques de menor altura) o los puntos de apoyo (presas) que definen la mayor o menor dificultad de estas paredes artificiales.

Una parte creativa y otra técnica

El proyecto se inició el pasado mes de abril en Tanos y abarca desde el cálculo de las estructuras que sirven de esqueleto hasta el diseño, más creativo, de las presas de escalada. Para el aspecto más técnico, Miguel Angel aporta su formación como ingeniero de obras públicas y su experiencia laboral en un laboratorio de estructuras.
La escalada indoor tiene básicamente dos variantes. La primera es el rocódromo, donde se reproduce la escalada de vías, a semejanza de como se afronta una pared de montaña. Cuando son de interior, estas instalaciones pueden alcanzar alturas de unos ocho metros, que es lo máximo que suelen permitir los pabellones deportivos donde se instalan. Al aire libre hay rocódromos que llegan a los 20 metros de altura.
La otra modalidad, en la que solo se escala hasta una altura de tres metros en el exterior y 4,5 si es bajo techo, es la que se conoce como bloque o boulder. Aquí no es necesario ir encordado para practicar la escalada y es suficiente con una colchoneta como elemento de seguridad.
Las paredes son de hormigón, cuando se construyen en el exterior, o de paneles de madera, si están bajo techado. Pueden ser lisas o texturizadas mediante un acabado con arena que facilita el agarre de los pies de gato, el calzado que utilizan los escaladores. También se pueden fabricar en fibra de vidrio, pero su construcción es más artesanal y requieren una estructura más compleja.

Un elemento clave

Lo que da a un rocódromo su particular fisonomía, además de los recovecos o los planos más o menos inclinados de sus paredes, es el diseño y la colocación de los puntos de apoyo. Dependiendo de la forma y la anchura de estas presas, una escalada puede ser accesible para cualquiera o solo para los más expertos.
Para su diseño, que tiene mucho de artístico, Miguel Angel y Oscar utilizaron inicialmente una fresadora de control numérico, pero con el tiempo han aprendido a esculpir manualmente estas pequeñas piezas, una actividad que consideran gratificante, por lo que tiene de imaginativa, y hasta el momento ha diseñado 60 modelos diferentes. Las presas se construyen en resina y sus llamativos colores confieren a cada rocódromo una personalidad propia.
Además, la colocación de estos apoyos, que simulan los salientes de la roca, puede variarse tanto como se quiera, por lo que cualquier de estas paredes artificiales pueden renovarse indefinidamente, aumentando el atractivo para los escaladores.

Un rocódromo portátil

Para aproximar esta actividad a los ayuntamientos que no disponen de este tipo de instalaciones, la empresa torrelaveguense ha construido una estructura portátil, de dos por dos metros de base y cuatro metros de altura, que se ha utilizado ya en localidades como Parbayón, Polanco o Valdáliga. El alquiler de este pequeño rocódromo es una de las vías de negocio sobre las que asienta su proyecto empresarial. A esto hay que añadir las tareas de mantenimiento de las instalaciones que ya existen en Cantabria. Ingeniería Aventura se encarga de la reparación de paneles de cualquier material, así como del arreglo o sustitución de anclajes y reuniones (descuelgues) o del mantenimiento de la estructura de los rocódromos con tratamientos anticorrosivos. Otra de las facetas de su trabajo es la de inspección para comprobar si cumplen con la normativa UNE, no solo en los rocódromos sino también las tirolinas y parques de aventuras.
Pero el auténtico espaldarazo para esta joven empresa llegará cuando ejecuten su primer rocódromo fijo. Una posibilidad seguramente no lejana en el tiempo porque en Cantabria, con 3.600 escaladores federados, el interés por la práctica de la escalada no deja de crecer y para los ayuntamientos dotarse de estas instalaciones tiene un coste relativamente modesto –entre 40.000 y 60.000 euros para un rocódromo de unos ocho metros de altura– comparado con el interés que despierta. Y si alguien quiere ensayar la escalada sin salir de casa, se puede montar en el propio garaje o en un local una pequeña estructura de unos doce metros cuadrados por alrededor de 800 euros. Una manera económica de mantenerse en forma hasta el día de salir a la montaña.

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