Exportaciones exóticas
Qué pinta Cantabria exportando bicicletas a Nepal? o ¿por qué interesa el agua de Solares en un lugar tan lejano como Costa de Marfil? Un vistazo rápido al listado de productos exportados por las empresas cántabras al resto del mundo, recogido por el ICEX, basta para entender que cualquiera de ellas, por pequeña que sea, puede llegar a los lugares más remotos con mercancías sorprendentes.
La globalización tiene la culpa de que los orientales decoren sus baños con accesorios de la firma cántabra Joselo (Bathco), los norteafricanos lleven bolsos y maletas de Benzi o los americanos se vistan con jerseys de la castreña Portus Amanus o con camisetas hippies de la camarguesa Chuloo»s.
Algunos envíos cántabros encajan a la perfección con su destino, como los libros y folletos religiosos que van a parar a Ciudad del Vaticano, un país cuya economía se limita a la venta de estos productos y de recuerdos turísticos, o los aparatos de hidrología que parten hacia las Islas Maldivas, paraíso acuático por excelencia, a donde también acuden muchos surfistas y buceadores de la región.
Otros productos, por el contrario, resultan más paradójicos, como los dentífricos que Fushima envía a Camboya, un reino del sudeste asiático que carece de las mínimas prestaciones sanitarias, o las papillas infantiles que Nestlé fabrica en La Penilla y se venden en países tan alejados como la república caucásica de Azerbayán, pese a tener unas costumbres culinarias tan diferentes a las nuestras.
A veces con cifras tan modestas como los once euros exportados en candados de metal a Bulgaria el año pasado (probablemente, una sola unidad) Cantabria envía al exterior prácticamente de todo: piedra pómez, pelo natural sin peinar, periódicos atrasados para reciclar el papel, teleféricos y hasta primates vivos.
Pequeñas pero preparadas
El tamaño de la empresa exportadora no es tan significativo cuando es capaz de encontrar un hueco específico para su producto. Lo han demostrado firmas cántabras como la ramaliega «La Artesana», que vende mermeladas naturales y dietéticas a través de tiendas de delicatessen y grandes superficies japonesas y alemanas. También degustan estas confituras cántabras en ciudades tan cosmopolitas como Nueva York, Miami o Chicago.
Tan artesanales como estas mermeladas eran los cebos de pesca deportiva que fabricaba una pequeña empresa reinosana hasta que, en 1990, adquirió máquinas para modernizarse y dar el salto al exterior. Lukris, fundada hace más de cuarenta años por el pescador Angel López Hierro y dirigida hoy por su hija Cristina, exporta unas cucharillas de metal decoradas que se colocan sobre el anzuelo para simular el rastro de una presa y atraer a los peces.
Pescadores de todo el mundo –sobre todo en Rusia y en algunos países del Este– utilizan en sus cañas los señuelos fabricados en el polígono campurriano de La Vega, pero más sorprendente aún es que los mejores tiradores de arco utilizan las cuerdas de una empresa camarguesa para tensarlos. Los integrantes del equipo nacional francés de esta especialidad deportiva, la arquera sueca Petra Ericson o el coreano campeón del mundo Jae-Hun Chung, son parte de la clientela de la fábrica Stringflex, de Igollo.
Como ocurrió con la empresa reinosana de cebos metálicos, la principal empresa exportadora europea de cuerdas para arco surgió en Camargo de una forma modesta y hoy planta cara a los coreanos en el mercado de la alta competición, para el que fabrica unas 300 cuerdas al día. Fundada por la arquera María del Mar Bolado, produce distintos modelos de acuerdo a los gustos de cada país, lo mismo que hace Lukris con los cebos y La Artesana con las mermeladas.
Flexibilidad
Pese a que la facturación de algunas de estas curiosas exportaciones no sea muy elevada, el valor añadido de los productos sí lo es, al menos como para compensar el coste que tiene el transportarlos a otros países, aunque hay productos de bajo valor añadido y tan pesados como la piedra caliza extraída de las canteras castreñas de Santullán, que se envían al exterior, en este caso a Bélgica.
El esfuerzo innovador de estas empresas locales, unido a su flexibilidad para desarrollar productos a medida, les ha permitido competir con multinacionales con más recursos tecnológicos y mayor capacidad para ajustar los precios.
Los dos ascensores de tramo inclinado que la firma cántabra IMEM ha diseñado para la estación parisina de metro de Lognes, que en lugar de ser subterránea, como es lo normal, se eleva sobre un lago, es un buen ejemplo de esta capacidad de adaptación que a IMEM le ha llevado a más de cuarenta países, entre ellos Senegal.
Un caso singular es el de la pequeña empresa corraliega Corrservic, fabricante de ropa de caza y chalecos antibalas, que antes de concluir el año espera empezar a distribuirlos por Bolivia, Argentina y México.
Algunas compañías llegan muy lejos y otras muy alto, como Tycsa, que proporcionó los resistentes cables de acero para el viaducto francés de Millau, el más alto del mundo. Este puente atirantado de 264 metros de altura fue proyectado por el arquitecto británico Norman Foster en el sudeste francés y es uno de los más conocidos internacionalmente pero la empresa cántabra también ha suministrado los cables que fabrica en Santander para otros puentes muy notables en Europa, Asia y América del Sur.
Motor de energías
Diablo Canyon (California), Beaver Valley (Pennsylvania) o Comanche Peak (Texas) parecen sugerentes destinos para unas vacaciones de turismo-aventura pero son, en realidad, tres centrales nucleares norteamericanas que funcionan con tecnología cántabra. Equipos Nucleares (ENSA) es la única compañía nacional y una de las pocas europeas que suministra generadores de vapor y otros equipamientos, como bastidores para el almacenamiento de combustible, a plantas nucleares de Estados Unidos, África del Sur, Suecia, Belgica, Finlandia, India, China, Taiwan o Corea del Sur.
Estos generadores made in Cantabria están jugando un papel destacado en el sector energético mundial, pero también hay otras aportaciones para la industria eólica o la solar. La planta reinosana de Cantarey ha dejado de producir grandes motores para máquinas de ferrocarril o centrales eléctricas y ha pasado a fabricar los generadores que transforman en energía la rotación de las aspas de muchos de los molinos de viento que se han instalado en Europa, Estados Unidos y Asia.
Otra planta histórica, la de Saint-Gobain Glass en Vioño (antigua Cristalería Española) también ha reorientado su producción para que la luz del sol le guíe por los cinco continentes. Antes se dedicaba exclusivamente a la fabricación de vidrio impreso para la industria nacional del mueble y ahora ha incorporado la producción de un nuevo vidrio para paneles solares que protege las células fotovoltaicas sin apenas interferir en la captación de la energía.
En realidad, el grueso de la exportación cántabra resulta más previsible, ya que el grueso de las ventas se concentra en sólo tres países europeos (Alemania, Francia y Reino Unido) y la mitad de ellas están relacionadas con el sector del automóvil. Pero no lo es tanto, si sabemos mirar más allá. Barcos construidos en astilleros de varios continentes se desplazan con hélices fabricadas en Cantabria; los uniformes de muchos ejércitos están confeccionados con tela de camuflaje de Textil Santanderina y hay fregaderos de Teka y cocinas y encimeras de gas de BSH (la antigua Corcho) repartidos por las casas de medio mundo.