El Parque Tecnológico sale a la venta

El Parque Tecnológico de Cantabria fue una puesta de finales de la primera legislatura de Martínez Sieso, pero han tenido que pasar varios años para que comience a materializarse, muchos más de los previstos, por los grandes problemas con que se encontró el Gobierno para hacerse con la propiedad del suelo de Adarzo donde se va a asentar. Con las obras de urbanización de la primera fase a punto de iniciarse, las empresas interesadas tienen ya la respuesta a una de las cuestiones que más expectación han levantado: el precio del suelo. El metro cuadrado de suelo urbanizable costará 250 euros, una cantidad que la sociedad pública que lo promueve considera ajustada al mercado, habida cuenta de la privilegiada ubicación del recinto –al pie de la autovía Sardinero-Bezana y prácticamente integrado en la capital–. Un precio bastante inferior al que se manejaba en las primeras estimaciones, que le hubiese colocado entre los más caros de los diecinueve parques tecnológicos que ya existen en España, cuya horquilla de precios oscilan entre los 100 euros por metro cuadrado del más barato y los 350 del más caro.
Con el precio fijado en Cantabria, ocupar una nave de 1.000 m2 –la mínima superficie que se contempla en esta primera fase– requerirá una inversión en suelo de 250.000 euros (41 millones de las antiguas pesetas). En realidad, para conseguirlo habrá de llegarse a un acuerdo con otra empresa que necesite una superficie similar puesto que el plan parcial que ordena las construcciones del Parque prevé que, en los 30.000 m2 de suelo edificable que se ponen ahora a la venta, se puedan levantar ocho edificios de dos mil metros cuadrados que se podrían convertir en naves pareadas de mil metros si existe esa demanda.
Este modelo responde a las necesidades reales detectadas en las empresas cántabras cuya actividad encaja con este tipo de recintos tecnológicos, generalmente pymes que no requieren grandes superficies para desarrollar su trabajo.
El proyecto se completa con otros tres edificios de 3.000, 4.000 y 7.000 m2. Este último será un hotel de cinco plantas por el que se han interesado ya algunas cadenas del sector. Salvo en este caso y en el edificio intermedio, cuya altura esta aún por determinar, el resto de los inmuebles no superarán las tres plantas.
Además de las limitaciones en altura, los edificios que promuevan los compradores deberán adecuarse a los parámetros de calidad, materiales y estructura, que va a establecer la sociedad gestora del Parque. No se trata de imponer un diseño uniforme pero sí de cuidar la estética de un recinto que se aleja, en su concepción, de los polígonos industriales tradicionales.
Las obras de urbanización de la primera fase del Parque concluirán en agosto del próximo año y para 2007 los gestores del polígono esperan que esté levantada en el recinto al menos una empresa.

Un derecho de superficie

Para facilitar la implantación de quienes no puedan acceder a la compra, en esta primera fase la sociedad gestora del Parque va a ofrecer una alternativa. La fórmula consistirá en un derecho de superficie por un máximo de unos 50 años, con opción a la compra del terreno ocupado. Las empresas que se acojan a este sistema pagarán un canon anual que se tendrá en cuenta a la hora de fijar el precio final del suelo.
Con esta fórmula, que abarata notablemente el acceso al Parque, se pretende abrir la puerta a empresas de I+D+i con cierto potencial, pero cuya situación económica actual es muy modesta.
Esta flexibilidad en la oferta forma parte de la estrategia de los responsables del Parque Tecnológico para lanzar con fuerza el proyecto, aunque siendo fieles al espíritu con que se crea. Si consigue con cierta rapidez un volumen importante de ocupación, eso actuará como efecto llamada y facilitará la labor comercial de la segunda y tercera fase, en la que en la que se van a tratar de captar iniciativas de fuera de Cantabria.
El interés que ya han manifestado las empresas por el Parque hace que sus promotores se muestren optimistas, hasta el punto de confiar en tener vendidos los 30.000 m2 edificables de esta primera fase antes de dos años.
Por el momento, medio centenar de empresas han manifestado interés por asentarse en el Parque, diecisiete de las cuales han llegado a formalizar una carta de intenciones. Todas las peticiones provienen de empresas de Cantabria y suman ya 27.000 m2 de suelo. Entre ellas hay una compañía interesada en quedarse con el edificio de 4.000 m2 que se levantará en esta fase inicial.
Por su vocación de plataforma científica y tecnológica, el recinto aspira también a ser sede de institutos y organismos públicos y universitarios vinculados a la investigación, como el Centro Tecnológico de Componentes o el recientemente creado Centro Tecnológico de Logística.
Otro de los propósitos es habilitar uno de los inmuebles de la primera fase como vivero de empresas donde incubar iniciativas que puedan trasladarse después a los espacios que se destinarán a alquiler.

Espacios a medida

Poner en pie todo el Parque Tecnológico costará cien millones de euros, y aunque la sociedad promotora contará con ayudas públicas, el ritmo de urbanización de los 80.000 m2 edificables que va a tener la segunda fase dependerá de la facilidad con que se dé salida a las parcelas que ahora se ponen a la venta. En cualquier caso, el diseño completo del Parque no estará finalizado antes de 2009.
En esta segunda fase, que se acometerá en dos partes, será la propia sociedad gestora la que levantará los dieciocho edificios previstos, de 3.000 y 4.000 m2 y cinco alturas, que después alquilará o venderá a las empresas interesadas. También aquí se aplicará la máxima flexibilidad, de manera que cada empresa pueda contar con el espacio que precise, por pequeño que sea. “Queremos crear I+D en el Parque, y que haya movimiento y riqueza” –subraya José Luis Sánchez– . “Si una empresa necesita cien metros cuadrados, ya buscaremos la forma de que los tenga y si quiere doscientos, igual. Nos amoldaremos a sus necesidades”.
La construcción de los edificios para alquiler o venta se acompasará a la demanda, ya que no puede descartarse la captación de alguna gran empresa foránea, por lo que conviene disponer de una reserva de parcelas en las que pueda construir su propio inmueble.
El proyecto se coronará con un gran edificio central, parte del cual se destinará a los servicios generales del Parque, oficinas bancarias y restaurantes. Tendrá 15.000 m2 repartidos en diez plantas y será la imagen más caracterizable de este centro empresarial, junto al puente atirantado que ha diseñado Juan José Arenas para sustituir el actual paso de la autovía S-20.
En esta parte más oriental del recinto se ubicará el parking subterráneo y, respondiendo también al diseño inicial de Arenas, se construirá sobre él un gran pasillo acristalado de 350 metros de longitud, que servirá como sala para eventos. “Intentaremos atraer exposiciones relacionadas con la tecnología y la ciencia”, anticipa Sánchez.

Los parques se multiplican

El fenómeno de los parques tecnológicos avanza con extraordinaria rapidez en España, donde hay 19 en servicio y 35 en construcción. La proliferación es indicativa del éxito de un modelo que tiene su paradigma en el mítico Silicon Valley (California), y que ha sido replicado después en numerosos países, entre ellos el nuestro, donde fueron pioneros los parques de Málaga y Zamudio (Vizcaya).
Ni el pequeño tamaño del sector tecnológico cántabro, ni el de las propias empresas que lo forman –las llamadas TIC–, es visto como un freno para las ambiciosas expectativas con las que parte este proyecto. Por el contrario, su director gerente cree que en diez o quince años, el centro empresarial que ahora se inicia puede quedarse pequeño. En previsión de que así ocurra, la sociedad gestora ha hecho una alegación al proyecto de reforma del PGOU de Santander para tratar de añadir, en la zona Oeste, 60.000 m2 más a los 237.000 con que va a contar inicialmente el Parque. Una reserva de suelo colindante con la futura Ronda de la Bahía, que va a estar conectada directamente con el recinto. Y es que tanto las comunicaciones como la proximidad a la ciudad de Santander, en cuyo entorno urbano quedará integrado en pocos años, son las mejores bazas del emplazamiento elegido.

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