El laberinto económico cántabro busca la salida en el País Vasco

El curso de Tamames y Jaime González en la UIMP marca el cambio de estrategias

Hay tabúes que se rompen un día de forma inopinada y, a partir de ese momento, dejan de tener sentido. Uno de ellos es el acercamiento de Cantabria al País Vasco. En los últimos meses se habían oído algunas voces reclamándolo, pero con muchas cautelas, ante el convencimiento de que es una propuesta conflictiva en una región donde no se han disipado todas las reticencias hacia los vecinos del este. Pero si las hubo, las ha dejado de haber. Por primera vez, y sucesivamente, se han pronunciado con toda rotundidad Miguel Ángel Revilla; el presidente del Puerto de Santander; el vicepresidente del Banco Santander, Guillermo de la Dehesa, y varios otros ponentes en el encuentro codirigido por Ramón Tamames en la UIMP. La conclusión es clara: es más fácil y probable participar del desarrollo de la comunidad vecina que llegar a provocarlo con nuestras menguadas fuerzas.
Guillermo de la Dehesa dejó claro que el mundo va a un reagrupamiento en grandes urbes, un proceso que se cumple con una exactitud matemática en todos los lugares y van a quedar muy pocas expectativas de desarrollo para los descolgados. Él es partidario, desde hace tiempo, de que Cantabria aproveche mejor las sinergias que ofrece el País Vasco, pero ya no es la única voz en el desierto. El presidente del Puerto de Santander lleva meses tratando de demostrar las ventajas que tendría alcanzar acuerdos con la autonomía vecina, y así lo expuso en el encuentro de la UIMP Una Estrategia de Desarrollo para Cantabria, que codirigió con el profesor Ramón Tamames, pero este vez le han secundado muchos de los ponentes. El propio Revilla se le anticipó, tanto en el curso como en la acción política: unos días antes se había reunido con el presidente vasco, Íñigo Urkullu, un encuentro para el que le convencieron sus colaboradores, y que se tramitó con mucha discreción. Una vez celebrado, y a la vista de la buena disposición del mandatario vecino, optaron por hacerlo público. La aspiración secreta es que el Gobierno vasco se convierta en valedor de Cantabria, a la vista de su enorme peso político ante Madrid y de sus propias disponibilidades económicas.

El ministro de Fomento anunció la llegada del AVE a Reinosa, pero por el momento no hay expectativas de un ferrocarril de ancho europeo que conecte Bilbao con Santander. FOTOS: DAVID S. BUSTAMANTE

El realismo, sin vasallajes, ha derrotado al quijotismo en unos pocos meses. En el Gobierno cántabro ha causado un evidente desánimo comprobar la imposibilidad de conseguir que Rajoy incluyese solo 22 millones de euros para Valdecilla en los Presupuestos del Estado para el año que viene (tampoco sirvió la intermediación de los diputados del PP de la región), mientras que el Gobierno vasco se aseguraba compromisos por valor de más de 3.000 millones a cambio de sus votos.
La diferencia de trato y la absoluta precariedad económica regional ha madurado una política de acercamiento que, por otra parte, resultaba casi inevitable, a consecuencia de los intensos flujos económicos que se dan entre las dos regiones.
El obstáculo está, por el momento, en el Ministerio de Fomento. La ponencia de Íñigo de la Serna en ese mismo curso debía haber resultado un auténtico bombazo, al anunciar la prolongación del AVE hasta Reinosa, algo que resulta simbólico (por fin entrará en territorio de Cantabria) y extraordinariamente práctico, puesto que evita que Reinosa se quede sin estación y se hunda en la decadencia. Sin embargo, las expectativas del encuentro estaban puestas en un Corredor del Cantábrico, que uniese a Cantabria con Bilbao y con la frontera en ancho de vía europeo, y entre las muchas obras que anunció De la Serna para su región de origen no había ninguna que avanzase en ese sentido.
El tercer carril de la Autovía con Bilbao y sus anuncios posteriores de mejoras en la actual red de cercanías de Feve no satisfacen esas demandas y el ministro fue claro a la hora de hablar de nuevos tendidos férreos: “No hay nada previsto”.
La principal beneficiaria de un ferrocarril de ancho europeo sería la Autoridad Portuaria de Santander y por eso su presidente, Jaime González, es el principal impulsor de esta política de acercamiento al País Vasco. González sostuvo en el curso de la UIMP que Cantabria tiene que ver «de frente, sin ningún tipo de complejos y no de espaldas» al País Vasco. En su opinión, integrarse en el hinterland de Vizcaya es «mucho más interesante» para Santander y Cantabria que Castilla o Madrid, «aunque solo fuera por la compartición de todo lo que están haciendo en I+D+i», con una referencia expresa al clúster vasco de energía y generación offshore de energía eléctrica, que, en su opinión, podría aportar al entorno de la Bahía de Santander «muchísima generación de trabajo cualificado que hoy en día no esperamos».
El presidente del Puerto recordó que en la región vecina se está trabajando en infraestructuras «de forma incomparable a como se está haciendo en Cantabria» y advirtió que, por ese motivo «el gap de competitividad con el País Vasco podría crecer y ser insalvable en los próximos años». En estos momentos ya hay un 50% de diferencia entre las rentas salariales de ambas regiones.

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