La ciencia al día

Nanotecnología en tres dimensiones

El desarrollo de nanodispositivos en óptica y electrónica e, incluso, en los ordenadores está más cerca después de conocerse cómo es posible construir una estructura molecular tridimensional sobre una superficie.
Para ello se ha creado una estructura bidimensional de ácido tetracarboxílico en la que se ha introducido como molécula huésped un fulereno, es decir, una molécula con forma de balón compuesta de sesenta átomos de carbono. Gracias a su forma esférica, se sitúa sobre la estructura bidimensional favoreciendo el crecimiento de una segunda capa de moléculas de ácido sobre la primera, de forma que la estructura se vuelve tridimensional. El logro científico podría considerarse el equivalente molecular a lanzar ladrillos al aire y que al caer formen, de manera espontánea, una casa. Hasta ahora sólo era posible en dos dimensiones (siguiendo con el símil, sólo se había conseguido hacer un camino o un patio) pero ahora se puede empezar a construir en la tercera dimensión.

Leer es bueno para el cerebro

Leer es bueno para ilustrarse, pero la propia mecánica de leer también tiene efectos positivos. Las personas que leen muestran respuestas más intensas en distintas zona del cerebro porque la lectura activa circuitos cerebrales que evolucionaron para permitir el lenguaje oral, una innovación bastante más antigua en la comunicación humana que la lectura.
La alfabetización fomenta la organización de las cortezas visuales, la parte del cerebro que recibe y procesa impulsos procedentes de los nervios ópticos. La lectura permite, además, que casi toda la zona del hemisferio izquierdo dedicada al lenguaje oral se active, por lo que se puede concluir que la lectura mejora la eficiencia del canal de comunicación más evolucionado de la especie humana, que es el habla.

A velocidad galáctica

La Galaxia de Andrómeda y las galaxias enanas conocidas como las Nubes de Magallanes deben su forma a una colisión de dos galaxias menores que se inició hace unos 9.000 millones de años y terminó hace unos 5.500. Se cree que esta colisión masiva fue el acontecimiento más significativo en la historia de la zona del Universo donde se encuentra nuestro sistema solar. La colisión debió ser muy violenta y produjo una rotación suficiente como para crear el disco galáctico masivo de Andrómeda.
Lo que nadie sabe a ciencia cierta es cómo se crearon las Nubes de Magallanes, pero es probable que se formaran dentro de una de las colas generadas durante esa inmensa colisión. Pudieron salir despedidas hacia la Vía Láctea a una velocidad realmente sideral, pues se calcula que fue de un millón de kilómetros por hora.

Los relojes internos

Relojes biológicos ayudan a las plantas a ajustarse a los cambios externos en el momento del alba y del crepúsculo así como a la duración del día. Esto contribuye a comprender mejor la respuesta de los seres humanos a las variaciones en la cantidad de horas de luz solar y podría facilitar la atenuación de los efectos de la descompensación horaria o jet lag y del trabajo a turnos.
Muchos seres vivos cuentan con los conocidos relojes circadianos, gracias a los cuales varios aspectos del metabolismo, la fisiología y el comportamiento coinciden en el momento óptimo del ciclo diario. Así, durante el día, las plantas emplean la energía del sol para convertir el dióxido de carbono y el agua en azúcares y oxígeno, dentro de los cloroplastos, donde parte de los azúcares se almacenan en forma de almidón provisional. Éste se descompone para proporcionar una fuente de azúcares durante la noche y, de este modo, disponer de sustento constante, sin el cual se detendría el crecimiento vegetal. Estos descubrimientos podrían tener implicaciones para la medicina, puesto que el sueño, la temperatura corporal, la tensión arterial y la fuerza física de las personas varían con arreglo a un ciclo de veinticuatro horas.

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