El Centro Botín reúne la mayor muestra de escultura que se haya visto de Miró

Durante mucho tiempo se ha defendido que la inspiración para el famoso mural de la Unesco la buscó Miró en las cuevas de Altamira, pero en realidad no la encontró allí sino en la Colegiata de Santillana. Lo desveló María José Salazar, comisaria de la exepcional muestra de escultura de Miró que ahora se exhibe en el Centro Botín, que reconoció que de esa visita a Cantabria, en 1957, salió la idea, pero fue concretamente de una gran mancha de herrumbre que el artista observó en el claustro de la Colegiata.

Joan Miró era un extraordinario observador, dispuesto a encontrar una perspectiva interesante a cualquier imagen o al más humilde objeto. Las primeras son bien conocidas a través de su obra gráfica, pero nunca se había reunido una colección de sus esculturas como la que expone el Centro Botín, con un centenar de piezas, de las que 45 se exhiben junto con los objetos originales, a partir de las cuales se fundieron, y 18 son de tamaño monumental.

Joan Punyet Miró, nieto del artista y cabeza visible de la Successió Miró, en primer plano, junto a la comisaria de la exposición, Mª José Salazar, experta en la obra de Joan Miró, y Benjamin Weil, director artístico de la Fundación Botín. FOTO: DAVID S. BUSTAMANTE

Es la primera vez que se puede observar el proceso  creador seguido en muchas de las piezas, antes de fundirlas en bronce, lo que demuestra que la reflexión tiene más importancia que la intuición en el trabajo de Miró y casi tanta como el azar, puesto que gran parte de sus esculturas se originan como consecuencia de objetos recogidos en sus largos paseos, una cosecha que espantaba a su esposa, que calificaba al artista de “chatarrero”, por este afán de recuperar lo que otros habían desechado o lo que el mar traía a la costa. Un material que, una vez ensamblado con su lenguaje poético se convertía en una sugerente escultura.

“Me siento atraído por una fuerza magnética hacia un objeto, sin premeditación alguna; luego me siento atraído por otro objeto que al verse ligado al primero produce un choque poético”, se justificaba el artista. Y de esta forma, cajas de ensaimadas, una aplastada botella de plástico o un viejo bote de pintura acaban por encontrar, como conjunto, un sentido que nadie había previsto.

En la selección de obras de Miró, recopilada por la Fundación Botín en colaboración con la de La Caixa, se muestra desde su primera pieza, creada en 1928, hasta la última, de 1982, y están representados todos los materiales con que trabajaba el artista: hierro, bronce, madera, pintura, papel, fibras de vidrio o resinas sintéticas. La mayoría de las esculturas provienen de la colección privada de la familia Miró, de la Fundación Miró de Barcelona y ​​de la Fundación Pilar y Joan Miró de Mallorca.

La muestra coincide con el 125 aniversario del nacimiento del artista y es una oportunidad clave para entender toda su fantasía. “La transformación de los objetos en obras de arte dan a Miró una gran modernidad y le convierten en un artista del siglo XXI”, según la comisaria. En el mismo sentido se manifiesta Joan Punyet Miró, quien señala que si Picasso es el artista del siglo XX su abuelo lo es del siglo XXI y que Joan Miró es un artista que cada día se revaloriza más en todo el mundo.

“A partir de esta exposición vamos a descubrir a un nuevo Miró”, afirmó María José Salazar, que insistió en lo complejo que ha sido llevarla a cabo. Ella misma empezó a trabajar en la muestra en 2012, antes de la inauguración del Centro Botín, con el nieto del artista Emilio Fernández Miró (que falleció después) y continuó con Joan Punyet, al tiempo que agradeció las facilidades dadas por la familia para su realización. “Es una muestra muy ambiciosa y definitiva”, dijo.

La exposición se podrá ver en el Centro Botín hasta el 2 de septiembre

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