El acusado por el accidente mortal de Corbán pide perdón a los padres de las víctimas en la última jornada de su juicio

El acusado del mortal accidente en la rotonda de Corbán (Santander), en el que fallecieron dos chicas de 28 años el pasado verano, ha vuelto a pedir perdón este jueves, en la última sesión del juicio contra él, celebrado en la Audiencia Provincial de Cantabria. «Hubiera dado todo porque me hubiera pasado a mí y a nadie más», ha manifestado entre lágrimas al ejercer el derecho a la última palabra.

En ese momento, el procesado ha reiterado su perdón a las familias de las víctimas y a todas las personas a las que haya «podido hacer daño», según ha agregado. Ha sido después de los informes y conclusiones de las partes. Las acusaciones, pública y particulares, las han elevado a definitivas, eliminando lo relativo a la indemnización por responsabilidad civil (más de 435.000 euros satisfechos por la aseguradora) y ratificando así los seis años de prisión y nueve de privación del derecho a conducir que le piden.

Solicitan esa pena por dos delitos de homicidio por imprudencia grave y uno contra la seguridad vial por conducción temeraria, en concurso con dos ilícitos más por circular bajo los efectos del alcohol y a más de 60 kilómetros por hora en vía urbana (iba a 79 km/h en el momento del impacto y a 113 instantes previos, según los peritos que reconstruyeron el siniestro, en una zona limitada a 50).

El abogado defensor, que pedía la libre absolución de su patrocinado, ha cambiado su escrito inicial al entender que los hechos, que tuvieron lugar sobre las 20.30 horas del 26 de julio de 2020, son constitutivos de dos delitos de homicidio por imprudencia, por los que reclama dos años de prisión, uno por cada víctima. La copiloto falleció al día siguiente del siniestro y la conductora casi un mes después, como consecuencia de las graves lesiones sufridas.

NOTORIA GRAVEDAD

El representante de la Fiscalía ha arrancado su intervención con una «referencia humana», acordándose de las jóvenes y dando el pésame a las familias, en lo que ha considerado un «pequeño homenaje y reconocimiento» a ambas.

A continuación, y en lo que se refiere ya al ámbito jurídico en sí, ha considerado que lo sucedido es constitutivo de los citados delitos, destacando la «notoria gravedad» del «riesgo creado» por la «conducta» del automovilista que provocó el siniestro, que entonces tenía 36 años y que dio positivo en la prueba de la alcoholemia (arrojó 0,53 y 0,54 miligramos de alcohol por litro de aire respirado, más del doble de lo permitido).

Asimismo, ha incidido en la «singular entidad del riesgo» si se tiene en cuenta la «hora, lugar y fecha» del accidente: en una tarde verano, con buena visibilidad y en una zona con «bastante movimiento» de tráfico por la cercanía de las playas. A ello se suma la rotonda en la que se produjo la colisión -próxima a un colegio donde la velocidad está restringida a 30 km/h-, ya que «el riesgo se traslada» a quien entra en ella, «y más a quien entra de esa forma», a una «velocidad excesiva».

«Se ha creado un riesgo muy importante», ha sostenido el fiscal, para quien las chicas -que según los expertos que hicieron las mediciones iban a 33 km/h- tuvieron «muy pocas posibilidades» de evadir el choque tanto por su posición en la rotonda -ellas circulaban por la zona interior de la misma- como por la velocidad del otro conductor, que «violentó muy por encima» el límite marcado, de 50 km/h y que «no se pone por antojo».

Tampoco ha descartado que el acusado tuviera alguna «distracción» al volante como alegó en el interrogatorio en el plenario, cuando dijo que miró el teléfono de su entonces pareja, que iba en el asiento del copiloto. «Es evidente que toda la atención no la llevaba» a la circulación, ha razonado el portavoz del ministerio fiscal. Y cuando quiso reaccionar -había una huella de frenada de más de 31 metros- «resultó tardío». En este punto, ha reflexionado que si esa distancia no «da para frenar», la velocidad es «muy excesiva».

Sobre la ingesta de alcohol (el implicado dijo haber bebido una botella de vino comiendo con su novia tras lo cual tomó un ron-cola, a lo que ella añadió un vermú previo), el fiscal ha opinado que el resultado de la prueba «no deriva de un par de blancos y vino en la comida». Así, cree que la consumición fue «bastante importante» o se produjo a una hora «demasiado cercana al momento del accidente».

También se ha referido al hecho de que justo antes del impacto el procesado iba «por medio» de los dos carriles de circulación, o a modificaciones de su vehículo (un Golf GTI), como frenos deportivos.

TEMERIDAD PALMARIA

En similares términos a la acusación pública se han pronunciado las cuatro particulares personadas, que han puesto de manifiesto los «síntomas de embriaguez» que presentaba el encausado, el que hiciera «caso omiso» a las señalas de tráfico previas al punto del choque o que mantuviera una velocidad «típica de autopistas en una vía urbana».

Para estos abogados tuvo una conducción «deliberadamente agresiva y temeraria», ya que iba de forma «rápida y agresiva a propósito», al tiempo que «controlaba la trayectoria», con lo que a sus ojos hubo una «temeridad palmaria». «Puso todos los medios para que pasara lo que pasó», ha resumido uno de ellos, que entiende que hubo «un conjunto de irregularidades deliberadas y mantenidas».

«El resultado no era el querido, pero se pusieron todos los medios», ha coincidido otro, para quien no ha habido «absoluto ánimo de reparación» del daño, pues las indemnizaciones han sido abonadas por la compañía del seguro.

Una última letrada de la acusación particular ha puesto en relación el lugar del accidente con un domicilio familiar del procesado, ubicado a «escasos kilómetro y medio». «Era de allí de toda la vida» y «conocía la zona», ya que habría pasado por ella en «muchas» ocasiones, ha reflexionado.

LINCHAMIENTO

Por su parte, la defensa ha argumentado los motivos por los que considera que solo hubo dos delitos de homicidio por imprudencia y los razonamientos jurídicos por los que interesa un año de prisión por cada uno -dos en total, frente a la libre absolución reclamada inicialmente-.

Entre otras cosas, ha cuestionado las declaraciones de los testigos, que a sus ojos se basan en «sensaciones» por las que «no se puede condenar a nadie» y menos -ha apuntado- «la friolera de seis años» de cárcel.

Así, ha pedido a la Sala de la Sección Primera de la AP que se olvide de las «opiniones» de los testigos pues «no sirven para imputar delitos tan graves» como los que centran este caso, que «exige pruebas».

A propósito de estas últimas, ha puesto de manifiesto contradicciones -sobre los neumáticos- de los policías y guardias civiles, y ha considerado que «no es del todo correcto» los 113 km/h de velocidad previa al impacto porque se calculó en base a la «hipotética» marcha del otro turismo. «A partir de los 79 km/h todo son suposiciones», ha zanjado.

También ha puesto el foco en el «linchamiento» al que ha sido sometido su cliente durante más de un año, en el que ha estado siendo «juzgado» en redes sociales, en las que le han insultado y llamado «asesino». Ha agregado que también han ido a su casa a «tocar el timbre y que bajara el asesino». Además, ha valorado que no haya sido «expulsado» de la empresa en la que lleva «muchos años» y donde es «muy querido» a pesar del «escarnio público».

Para este letrado, que ha asegurado que en más de 30 años de carrera no ha tenido «un caso similar» y que lleva «tres noches sin dormir», hay «tres familias hundidas» por el accidente: las dos de las chicas fallecidas y la madre y el acusado, «un chaval que daría todo, incluso la vida, porque esto no se hubiera producido». Por todo, ha pedido a los jueces que no se dejen «influir por la presión mediática» y dicten una sentencia «justa y legal».

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