Del pupitre a la mesa de dirección

Herpesa cumple 50 años fabricando mobiliario escolar y de oficina

Hace medio siglo se iniciaba en Sobremazas una pequeña industria que ha acabado convirtiéndose en uno de los fabricantes de referencia en el sector nacional de mobiliario de oficina. Aquel pequeño taller en el que Herpesa comenzó fabricando pupitres escolares se ha transformado en una gran fábrica capaz de anticipar los cambios introducidos en el mobiliario de oficina por las nuevas tendencias de trabajo. Los muebles de Herpesa equipan muchas empresas y oficinas públicas.


A finales de los años sesenta algunos escolares de Cantabria recibían sus clases en pupitres fabricados por una pequeña empresa de Sobremazas. Décadas después, directivos de alguna empresa australiana trabajan en despachos equipados por esa misma firma cántabra. Entre ambas escenas median 50 años de historia, en cuyo transcurso Herpesa se ha convertido en una marca de referencia en el sector de fabricantes de muebles de oficina.

La pequeña empresa que fundaron en 1968 José Herranz y Elías Peña ha atravesado en este medio siglo etapas críticas, como la que supuso para toda la economía nacional la todavía reciente crisis. Más sensible aún para firmas cuyos más importantes clientes son la Administración pública y las empresas, paralizadas por la recesión. Pero la elección que hicieron en su día de dedicarse a la fabricación de mobiliario de oficina se ha revelado acertada, y Herpesa ha sabido adaptarse a los vaivenes del mercado y a las nuevas tendencias que van abriéndose paso al compás de los cambios en los modos de trabajo.

Un pequeño taller en Sobremazas

La historia de Herpesa comienza en una carpintería de Santander, en la que José Herranz llegó a ser jefe de taller y donde a finales de los años sesenta coincidió con Elías Peña. Al regreso de su servicio militar, y con aquella carpintería atravesando por dificultades que le llevarían al cierre, José le propuso a Elías asociarse para crear su propia empresa. Con un préstamo de cien mil pesetas, ambos socios alquilaron un local de 70 metros cuadrados en Sobremazas, lugar de nacimiento de José Herranz y al que siempre ha seguido vinculada la empresa. Su actividad se limitaba a los encargos que iban surgiendo, desde bancos para iglesia hasta cocinas, pero especialmente pupitres y sillas para aulas escolares. De una forma casi artesanal, con tubos de hierro y contrachapado, comenzaron a especializarse en la fabricación de mobiliario escolar, sólido y a bajo precio.

El otro ingrediente imprescindible para afianzarse en este sector era la realización de grandes series y para eso contaban con un aliado: la natalidad disparada de los años 60 producía un permanente déficit de plazas escolares, de forma que, por más colegios e institutos que se abriesen, siempre parecían pocos.

Preparación de tableros para mesas de oficina en la fábrica de Herpesa.

Poco a poco, el taller pasó a convertirse en una auténtica fábrica, construida sobre el terreno que recibieron como compensación al ceder su parte en un negocio de hostelería (el bar ‘Los Gallos’) que también habían abierto en Sobremazas.

Aquella primera nave fue reconstruida tras el incendio que la destruyó en 1973 y, en sucesivas ampliaciones, se convirtió en la gran instalación de 3.500 metros cuadrados que hoy alberga la zona de exposición y venta de muebles y las oficinas de la empresa.

La fabricación a gran escala de equipamiento escolar fue solo el preludio de la expansión que estaba por llegar. En un giro estratégico, ambos fundadores se decantaron por entrar en la fabricación de mobiliario de oficina, descartando el doméstico.

El mobiliario de oficina ha roto con la tradicional sobriedad para incorporar líneas y colores más propias del doméstico

Su apuesta era arriesgada porque en aquella época existían en España grandes fábricas dedicadas a ese tipo de muebles. Aun así, Herpesa logró hacerse un hueco, hasta el punto de diseñar un catálogo propio. Con ideas imaginativas de José Herranz o extraídas de las ferias europeas a las que habían comenzado a asistir, Herpesa fue elaborando su propia gama de productos. Mientras Herranz se ocupaba del diseño del mueble y de su fabricación, sobre Elías Peña recaía la dirección comercial de la firma y su expansión más allá de Cantabria.

Una gran fábrica

Las instalaciones de la empresa iban creciendo al compás de esa expansión, y en 1992 se inauguraba cerca de su primera sede, una gran nave de 13.000 metros cuadrados donde se concentran los almacenes de materias primas y producto terminado y el área de fabricación.

También la plantilla experimentó un fuerte impulso. Los cuatro o cinco trabajadores con que contaba a principios de los años setenta se convirtieron en 50 al construir la gran fábrica de Sobremazas. Tras los avatares de estos últimos años, la plantilla se ha estabilizado en unas cuarenta personas, distribuidas entre fabricación, montaje, transportistas y personal de administración.

Interior de la factoría de muebles de Sobremazas

La alta capacidad productiva alcanzada le permitió penetrar en nuevos mercados, incluido el internacional, y su mobiliario de oficina ha llegado a países de la Unión Europea, Rusia, Australia, Argel y Guinea Ecuatorial.

La empresa también intentó acercar la producción a una zona emergente, como la norteafricana, con la creación en 1995 de una fábrica en Marruecos. Una aventura que finalmente no cuajó, y la planta acabó cerrando en 2002.

Dos años antes, se había producido una separación en los caminos  de José Herranz y de Elías Peña cuando éste, junto con su hijo Emilio, decidieron crear Novoforma. Eso no impidió que las dos empresas siguiesen siendo complementarias, y mientras Novoforma se dedicaba a la fabricación de mobiliario de oficina, Herpesa se centraba en la sillería y distribuía en exclusiva los productos de Novoforma en Cantabria. También compartían las naves de fabricación.

Esta situación se prolongó hasta el cierre de Novoforma en 2015. Herpesa adquirió su maquinaria, unificó de nuevo las instalaciones y volvió a fabricar toda la gama de mobiliario de oficina.

Ampliar servicios

La llegada de la crisis sometió a una dura prueba a la empresa de Sobremazas, aunque como señala su actual gerente, José Herranz, hijo del fundador, “hemos pasado unos años duros pero por suerte había buenos cimientos y hemos podido explorar otras vías de negocio”.

Una de esas líneas de trabajo potenciadas a raíz del parón económico fue el de los proyectos llave en mano. Herpesa no se limitaba a ofertar el mobiliario sino que se hacía cargo de todas las necesidades que plantea la instalación de una oficina, desde la compartimentación de espacios con mamparas a la colocación de estores, pasando por los trabajos de fontanería o de electricidad.

También en esos años se incrementó el servicio de reparación de mobiliario (retapizade de sillas, reposición de ruedas, etc), algo que valoran mucho sus clientes. Este servicio, junto a su capacidad para dar una rápida respuesta ante un pedido voluminoso son los factores que singularizan a Herpesa en el mercado del mueble de oficina de calidad media-alta.

Ambientes de exposición creados con el mobiliario de Herpesa.

No obstante, competir en un sector en el que han irrumpido las grandes multinacionales de los muebles baratos y en serie ha requerido una estrategia de adaptación. “Ahora hay una cantidad de posibilidades inmensas con los nuevos materiales”, subraya José Herranz. “Se pueden hacer auténticas maravillas pero, por desgracia, el mercado te pide siempre que sea barato”, lamenta.

Esa actitud restrictiva de los consumidores públicas y privados afecta tanto al catálogo como a la forma de trabajar: “Antes, las sillas las vendíamos totalmente equipadas; era una silla con la mejor base, con unas buenas ruedas, con un mecanismo complejo… y se compraba una silla completa; ahora se ha tenido que hacer como con los coches: una silla desnuda con un precio básico y después ir poniendo extras”.

Aunque esta sea la tendencia mayoritaria, ha aumentado el número de clientes que valoran la ergonomía de una silla en la que van a pasar sentados muchas horas, y que no se adapta a todos por igual. “Hay gente que nos pide que les enviemos una silla con unas características determinadas, pero contestamos que es un tema muy personal y que es mejor que vengan a probarla”, confirma Baldomero Aja, director de compras de Herpesa.

Nuevos espacios de trabajo

La evolución de la firma de Sobremazas ha ido pareja a los cambios en los hábitos de trabajo y en la disposición de los espacios de las oficinas. Sus muebles también dan respuesta a la tendencia hacia formas de trabajo más colaborativas, con espacios diáfanos y mobiliario compartido o con soluciones técnicas novedosas, como las mamparas acústicas para aislar el sonido procedente de la mesa contigua. Incluso ha variado el ancho de las mesas de trabajo, que ya no necesitan el fondo que requerían los antiguos monitores de ordenador, sustituidos ahora por pantallas planas.

La aplicación de la tecnología también se ha extendido al equipamiento de las mesas, con tomas de red, micrófono, Ethernet o HDMI para proyectores. Algo habitual en las grandes mesas de juntas, que Herpesa ha fabricado en todos los tamaños, incluso una de 15 metros de tablero, por encargo de una empresa canaria.

La creciente funcionalidad del mobiliario de oficina ha llevado a que la empresa de Medio Cudeyo fabrique mesas de trabajo que se elevan o bajan con un mando eléctrico. Una opción que permite darles otros usos o cambiar de postura, para no sobrecargar la espalda. Tanto estos nuevos muebles dinámicos como la aparición de materiales y acabados innovadores abren posibilidades inéditas en el campo del equipamiento de oficina, cuyas líneas y colores son cada vez más cercanos a los del mobiliario doméstico, muy ajenos a la sobria oferta del mueble profesional de hace unos años.

La recuperación de la actividad económica se ha reflejado también en las cifras de facturación de Herpesa, que aumentó sus ventas en un 30% en 2017, acercándose a los tres millones de euros. Ese incremento es fruto de la mayor disposición de las empresas a renovar su equipamiento de oficina, algo a lo que habían renunciado en los años de incertidumbre económica.

La debilidad de la demanda se mantiene, en cambio, en las administraciones públicas, tradicionalmente uno de los clientes más importantes  para este tipo de empresas, que han paralizado las compras ante las dudas que plantea la aplicación de la nueva Ley de Contratos del Sector Público.

Un contratiempo temporal para Herpesa que, no obstante, ha demostrado su capacidad para adaptarse a lo largo de su medio siglo de historia.

Jesús Polvorinos

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