Un diseño propio en cada pie
Si la forma de vestir dice mucho de quienes somos, el calzado puede ser una de las formas más expresivas de señalar esa identidad. Pero, por variados que sean los diseños que ofrece la industria, no deja de ser una propuesta estandarizada en la que lo único que cabe elegir es el modelo que más se aproxima a nuestros gustos.
Grandes multinacionales de zapatillas deportivas, como Nike, han ido un poco más allá y permiten que, en algunos de sus modelos, el comprador pueda introducir cambios en el color o, de manera muy restringida, en los materiales. Faltaba el paso que han dado dos jóvenes cántabros a través de una página web: la posibilidad de que el usuario personalice su calzado sin más límite que el que marque su imaginación. Cualquier tipo de dibujo, imagen o color caben en la plataforma digital creada por Fernando Miera y Sergio Barquín. Demyd, que es el nombre de la página, permite que el comprador diseñe su propio calzado a partir de nueve modelos básicos, pudiendo elegir entre varios tipos de piel y hasta 20 colores o cualquier estampación si el material es la tela. El proceso de fabricación no lo hacen ellos sino un industrial alicantino con el que han conseguido ofrecer una producción completamente personalizada.
Convencer al fabricante
La idea de estos dos jóvenes cántabros, compañeros de trabajo en una empresa textil, surgió tras comprobar que no existía en la red un modelo de negocio como el que ellos imaginaban. Sí existían iniciativas individuales de artistas que redecoraban un zapato ya fabricado y lo vendían luego a través de internet. Pero la idea de fabricar el calzado desde cero, a partir del diseño realizado por el propio usuario, era tan novedosa que abría posibilidades que merecía la pena explorar. Su propuesta y su plan de negocio ganaron en 2011 el primer premio de un concurso para emprendedores convocado por la Universidad de Cantabria.
Pero una cosa es crear una página web lo bastante sofisticada como para permitir que el usuario pueda observar en 3D el resultado de su elección y otra muy distinta materializar ese diseño en un zapato real. Como en cualquier proceso industrial de bienes de consumo, la serialización de los productos es una condición básica para ahorrar costes y simplificar su fabricación. De hecho, ése es el obstáculo con el que tropiezan muchos proyectos que en la red son posibles pero no tanto en su vertiente industrial.
En un sector tan tradicional como el de la fabricación de calzado, no fue fácil encontrar empresarios que
entendiesen que, lo que les proponían los jóvenes cántabros merecía el esfuerzo de modificar su forma de trabajar. La mayoría de las empresas de Levante y La Rioja a las que los creadores de Demyd se dirigieron para conseguir que les fabricasen estos modelos a la carta exigían un número mínimo de pedidos de cada uno de ellos. Pero hubo también quien entendió el potencial que encerraba la idea de los dos jóvenes empresarios y les dio el soporte industrial necesario para poder materializarla, aunque cada zapato fuese un encargo singular.
Un precio único
Para hacer su propuesta aún más atractiva, Demyd ha preferido fijar un precio único para cada uno de los nueve modelos de calzado por los que –por el momento–, se puede optar como plantilla para la personalización. También han tenido en cuenta que el público al que se dirige su propuesta es mayoritariamente juvenil y han fijado unos precios asequibles, que oscilan entre los 32 euros de un modelo de zapatilla femenina, tipo bailarina, y los 65. A ello hay que añadirle los gastos de envío que en la Península son 5,9 euros.
En un plazo máximo de 15 días los compradores reciben el calzado que han diseñado a su gusto a partir de las opciones que les ofrece la página web. El modelo más complejo consta de 17 partes, todas ellas personalizables, desde el color de los aros o las costuras hasta el forro interior. Para el exterior del
calzado, Demyd ofrece nueve tipos de pieles, algunas tan exóticas como las de tiburón, serpiente o canguro. También se pueden elegir de napa pero ningún material permite tanta variedad en el diseño como la tela.
La página web ofrece más de cien modelos de estampados para que sirvan como referencia, pero el usuario puede optar por decorar el zapato con una fotografía o un texto, e incluso por un diseño diferente para cada pie. Si el comprador lo prefiere, tiene en la propia página la posibilidad de apoyarse en un diseñador profesional para plasmar mejor sus gustos.
A quienes quieran compartir sus diseños, Demyd les da la opción de colgar en su galería de imágenes el modelo que han creado. La intención va más allá de satisfacer la vanidad del autor o acumular un catálogo de empresa que permita al visitante de la página comprobar la variedad de lo que se puede hacer. Se trata también de estimular la creatividad con un premio: si alguien compra ese mismo diseño, la empresa le retribuye con el diez por ciento del importe de la venta como derecho intelectual.
Lo habitual es que quien ha diseñado un modelo propio no quiera compartirlo, por improbable que sea el llegar a cruzarse con alguien que lleve ese mismo diseño. Es en esa sensación de ser dueños de algo único y absolutamente personal donde reside el enfoque de este modelo de negocio.
Apoyos en la web
El desarrollo de la página web ha sido muy complejo, y aunque la idea surgió hace ya tres años, no ha comenzado a funcionar hasta hace tres meses. En este espacio de tiempo, los impulsores de Demyd han encontrado aliados que les han hecho visibles en la red, como un concursante de Gran Hermano o dos conocidos videoblogueros que han ayudado a su difusión calzando algunos llamativos modelos diseñados a través de su página web.
En estos tres primeros meses, Demyd ha recibido más de cuarenta mil visitas, muchas de ellas procedentes de Hispanoamérica, pero también de casi todos los países de Europa, de Estados Unidos o de lugares tan remotos como Vietnam o Bangladesh. Para potenciar ese mercado exterior, los creadores de la página preparan ya la traducción al inglés, al que seguirán otros idiomas, aunque son conscientes de que los costes de envío pueden suponer un obstáculo para las ventas en otros países. De momento, ya han conseguido pedidos procedentes de todas las comunidades autónomas españolas y su propuesta es un ejemplo de cómo los modelos de negocio pensados para la red pueden abrir nuevas expectativas en sectores muy tradicionales.