Un valle con vocación industrial

A cualquier municipio situado en la periferia de una capital le acecha siempre el peligro de transformarse en una mera ciudad-dormitorio para cubrir la carencia de viviendas asequibles de aquella. Camargo ha escapado a este destino y se ha configurado a lo largo de todo el siglo XX como uno de los polos de desarrollo económico de Cantabria, cuya historia industrial no puede entenderse sin la contribución del denso tejido empresarial asentado en este municipio.
Camargo es, después de Santander, el ayuntamiento que más empresas acoge en su territorio (el 12% de las que existen en la comunidad, frente al 19,1% de Santander), y también el que aporta más puestos de trabajo –el 13,1% del total de la región– tras la capital cántabra (21,1%). Además de las industrias históricas, como la antigua Standard Eléctrica o la desaparecida Cros, que se establecieron en Camargo en los primeros años del siglo XX y le imprimieron su carácter fabril, la cercanía a la capital y las excelentes comunicaciones le han convertido en uno de los lugares que mayor interés despiertan a la hora de ubicar nuevos proyectos. Una preferencia alentada por una activa política de creación de suelo industrial –el municipio cuenta con doce polígonos de tamaño muy diverso–, que se ha visto frenada en los últimos años por una larga demora en la renovación del planeamiento urbanístico.

Un crecimiento acelerado

Hasta las primeras décadas del siglo XX, Camargo compartió con la inmensa mayoría de los municipios cántabros una vocación agraria. En la segunda mitad del siglo XIX se llegó a producir un conato de industrialización con el desarrollo de actividades extractivas, dado que el municipio contaba con yacimientos de hierro, que durante algún tiempo alimentaron los hornos de Nueva Montaña. Pero la auténtica transformación llegó con el asentamiento de industrias, atraídas por la existencia de suelo procedente de los rellenos de marismas, por el agua abundante y por su estratégica ubicación, en el epicentro de las comunicaciones en Cantabria.
Tanto el aeropuerto de Parayas como parte del Puerto de Raos se encuentran enclavados en su término municipal. Además, Camargo está muy bien comunicado por carretera, con accesos directos a las autovías que enlazan Santander con Torrelavega y con Bilbao y a la nacional con Burgos. También juega un papel clave en las infraestructuras ferroviarias de la región, ya que está atravesado por los tendidos de FEVE y RENFE, de la que alberga una estación clasificadora de mercancías.
Estas condiciones, sumadas a la progresiva carencia de suelo industrial en Santander –mucho más valioso para usos residenciales– y a la necesidad de encontrar un emplazamiento adecuado a industrias que por, sus características, no pueden situarse en un entorno urbano, explican el rápido desarrollo del tejido empresarial camargués.

La barrera de los 30.000 habitantes

Si la industria fue el motor del crecimiento del municipio en una primera época, a mediados de los años 80 el sector servicios y la construcción tomaron el relevo, coincidiendo con el intenso crecimiento urbanístico del territorio camargués, convertido para los habitantes de Santander en solución para sus necesidades de vivienda. Sus grandes yacimientos de calizas y dolomías, en buena parte consumidos por las canteras que salpican el valle, también contribuyeron a la estrecha vinculación del municipio con el sector de la construcción.
La atracción inmobiliaria se ha traducido en un aumento constante de la población, hasta situarse el pasado año en los 28.155 habitantes. Camargo es ya el tercer municipio de la región por número de residentes censados, y de continuar su crecimiento al ritmo de lo últimos años, antes de 2007 alcanzará los 30.000 habitantes.

El peso de la industria

Indicadores como la afiliación a la Seguridad Social revelan cuál es la actual estructura económica del municipio. Mientras que el 44% de la población laboral se encuadra en el sector servicios y cerca del 36% en el industrial, a la construcción le corresponde el 18% de las afiliaciones y apenas un 2% al sector agrario.
La industria, que jugó un papel clave en el despegue económico de este territorio, sigue teniendo, pues, un gran peso en la economía local, con un total de 267 empresas censadas. Dentro de ella, destacan los productos metálicos y la fabricación de maquinaria y material eléctrico, que concentran, respectivamente, un 38% y un 25% de la mano de obra del sector.
Impulsado por el gran crecimiento urbano que ha experimentado el municipio, el sector terciario ha pasado a ser el que más empleo genera. La creación de espacios urbanos es muy rápida, y todos ellos están coloreados por los escaparates de 569 comercios minoristas, que concentran el 24% del empleo terciario. Otro 20% está vinculado a los 196 mayoristas que existen en el valle, lo que demuestra hasta qué punto ha evolucionado el municipio, sobre todo tras la apertura hace diez años de las galerías Valle Real, en las antiguas marismas de Alday. También es importante la aportación de la hostelería, (10% del empleo) y del transporte terrestre, que siempre ha tenido una gran tradición en la zona y aporta el 7%.

Polígonos saturados

La vocación industrial de Camargo tiene su mejor reflejo en la extensa red de polígonos que salpican la geografía del municipio. Hasta doce enclaves industriales se han ido construyendo a lo largo de las últimas décadas. Estos polígonos de promoción pública y privada, junto con el del vecino Guarnizo, han aliviado la crónica carencia de suelo industrial en el arco sur de la bahía y han sido receptores tanto de nuevas iniciativas, como de ampliaciones de empresas que ya no podían expandirse en el lugar donde surgieron. Este ha sido el caso de no pocas compañías desplazadas desde Santander.
Los polígonos más antiguos son los de Raos, levantado sobre una concesión de la Autoridad Portuaria, y La Cerrada, ambos en Maliaño. Este último, surgido como consecuencia de la política estatal de fomento de la industria tras la posguerra española, ocupó inicialmente el terreno comprendido entre las vías de Feve y la actual Autovía del Cantábrico, para extenderse después hasta la ría de Boo. Su núcleo inicial estaba compuesto casi exclusivamente por talleres siderometalúrgicos y todavía es este el sector que predomina.
La zona más antigua del polígono, colindante con el núcleo urbano de Maliaño, ha cedido ante el empuje de la edificación y las viejas naves han sido derribadas para construir bloques de edificios. Este proceso, que conlleva importantes plusvalías para las industrias al trasmutar suelo industrial en urbano, no ha hecho sino comenzar y ya son varias las empresas que han anunciado su intención de trasladarse al cercano polígono de Morero (El Astillero), liberando suelo para su posible recalificación. Esta circunstancia se da también en algunas de las industrias asentadas en la calle Alday, mucho más integradas en la trama urbana de Maliaño.

El éxito de Trascueto

El tercer polígono más relevante de Camargo, por su tamaño y la importancia de las empresas asentadas, es el de Trascueto (en Revilla), promovido por la corporación camarguesa en la dilatada etapa de Angel Duque como alcalde. Con una superficie de 80.000 metros cuadrados, este recinto industrial está ocupado por medio centenar de firmas de pequeño y mediano tamaño –sin contar las ubicadas en el Centro de Empresas–, que dan empleo a más de mil trabajadores. Cuatrocientos de estos puestos de trabajo han sido generados por una sola compañía: Unitono, un call center que ha sido la última empresa en instalarse en el polígono. A pesar de su relativa modernidad, Trascueto también está saturado. Las últimas parcelas fueron subastadas por el Ayuntamiento en 1998.
Además de estos grandes polígonos, Camargo cuenta con otras muchas superficies industriales repartidas por varias pedanías, como Mies de San Juan, La Maruca y Cros (Maliaño), Ojáiz, Otero y La Esprilla (Igollo), Elegarcu (Cacicedo), El Carmen (Revilla), y La Verde (Herrera).
De todos ellos, el más moderno es el de La Esprilla, inaugurado en marzo del pasado año. Este parque empresarial ha sido promovido por Neinor, que ha invertido en él 15 millones de euros. Esta sociedad también construyó en Camargo el polígono de Cros, agotado en 2001, donde se han instalado 75 empresas, que dan empleo a unos 300 trabajadores.
El parque empresarial de de Igollo responde a un concepto que va más allá de los tradicionales recintos industriales. La cuidada estética de las naves esta pensada para mejorar la imagen corporativa de las empresas que allí se instalen. Cuenta con más de 24.000 metros cuadrados de locales con un diseño arquitectónico avanzado y grandes superficies acristaladas.
En la fecha de su inauguración, los datos aportados por la promotora hablaban ya de 70 empresas instaladas y de 350 trabajadores.

Esperando el polígono de Las Presas

El éxito de iniciativas municipales como la de Trascueto y el agotamiento de suelo industrial en el que asentar empresas de cierto tamaño, animó al Ayuntamiento de Camargo a impulsar un nuevo polígono en la zona de Las Presas (Herrera). Su extensión, 120.000 metros cuadrados, y su excelente comunicación, muy cerca del límite con Santander y junto al punto en que confluyen las autovías de la Meseta y del Cantábrico, lo convertía en una apuesta segura. El polígono, cuyo proyecto llegó a ser presentado en 2001 por el entonces alcalde, Eduardo López Lejardi, estaba llamado a dar respuesta a las expectativas empresariales creadas no sólo en el ámbito del municipio sino en toda la región, ávida como está de emplazamientos industriales.
Sin embargo, la ajetreada vida judicial que ha rodeado la tramitación del nuevo plan de urbanismo, en el que se contemplaba su creación, ha impedido hasta ahora la ejecución del nuevo polígono. Este es quizá uno de los efectos más notorios de los defectos de tramitación del Plan de Ordenación Urbana que debía sustituir al de 1987, y que dieron pie a que el TSJC lo anulara, a instancias de la Asociación de Vecinos de Maliaño y de la Asociación Ecologista ARCA. El Tribunal se basó en que el documento no se había sometido al trámite de información pública tras las modificaciones introducidas entre la aprobación inicial y la provisional. El Ayuntamiento optó por un camino que ha dilatado la puesta en marcha del nuevo planeamiento: el recurso al Supremo. La sentencia de este Tribunal, confirmando la nulidad del Plan, no se produjo hasta 2002. Desde esa fecha la actividad urbanística del municipio se rige por el PGOU de 1987, y la Corporación se ha visto obligada a reiniciar el proceso para dotar al municipio de un nuevo planeamiento. Un proceso cuyo final se anuncia para fechas próximas, pero que ha tenido, entre otras consecuencias, el de paralizar la creación del suelo industrial del que tan necesitado se encuentran las empresas cántabras.
El proyecto de Las Presas, que podrá ser retomado una vez que la Comisión Regional de Urbanismo apruebe de manera definitiva el nuevo planeamiento, es visto con especial interés por muchas de las empresas y talleres con actividad industrial de la capital cántabra, que ven en ese nuevo emplazamiento la posibilidad de abandonar un entorno urbano en el que, cada vez, tienen peor encaje esas actividades.
Camargo recuperará así su carácter de polo de atracción para las empresas cántabras, y reforzará la trayectoria seguida en los últimos veinte años, que le ha permitido situarse a la vanguardia de los ayuntamientos de Cantabria.

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