Los sistemas de seguridad se alían con el móvil

Mientras las empresas dedicadas a la seguridad privada esperan, como tantas otras, a que la reactivación de la economía se deje notar en su facturación, sensiblemente mermada desde la irrupción de la crisis, nuevas realidades van redimensionando este sector. Por una lado, el peso cada vez mayor de la tecnología en los servicios que se prestan en el ámbito de la seguridad privada y, por otro, la menor del vigilante físico, que en muchos casos se ve sustituido por unos sistemas de control y de alarma cada vez más eficientes. Además, aliados con los móviles, estos sistemas han encontrado una combinación irresistible para muchos usuarios.

De las cámaras analógicas a las IP

Aunque su utilización viene creciendo desde hace tiempo, la implantación de las webcams o cámaras IP, en vez de las analógicas, para la vigilancia de empresas o pequeños negocios de hostelería y comercio, ha explosionado en el último año. El argumento definitivo para generalizar su uso no es otro que la posibilidad de controlar en todo momento lo que esas cámaras registran a través de un simple teléfono smartphone. Y es que todo lo que acaba en la pantalla del móvil atrae irresistiblemente, hasta haberse convertido en el dispositivo sobre el cual convergen toda clase de aplicaciones prácticas.
Colabora el hecho de que el precio de las webcams, una tecnología ya madura, haya descendido notablemente. Los equipos cuestan un tercio menos de lo que costaban hace años por la llegada masiva de material fabricado en el sudeste asiático, lo que ha incentivado aún más el interés por esta forma de videovigilancia.
Las funciones que puede cumplir un móvil en el ámbito de la seguridad no dejan de aumentar y ya es posible utilizarlo para emular a las tarjetas de proximidad que se emplean en los controles de acceso, de manera que bastará con acercar el teléfono al sensor que recoge los datos para franquear el paso a una zona de acceso restringido.
En los circuitos cerrados de videovigilancia (CCTV), no son solo las webcams las que están en auge; también lo están las cámaras térmicas que, a partir de las emisiones de infrarrojos, forman imágenes visibles por el ojo humano. Esta percepción permite evaluar mejor los riesgos potenciales para la seguridad que los simples sistemas de alarmas.
Con la introducción de cámaras térmicas también se mejora la detección en condiciones de escasa o nula luminosidad, bajo circunstancias meteorológicamente adversas y a grandes distancias.
Su uso se está empezando a generalizar para la protección perimetral de recintos. En Cantabria ya existen instalaciones de este tipo en lugares con elevados requisitos de seguridad, como el Centro de Datos del Banco Santander, en Solares. También el Puerto de Santander tiene previsto instalar cámaras térmicas en su perímetro.
Una de las consecuencias de estos avances tecnológicos es la exigencia de nueva formación de las personas que trabajan en seguridad. Cada vez se precisan más expertos en redes y en nuevas tecnologías, capaces de interpretar un programa informático, de analizar los datos o de resetear un sistema que se queda bloqueado. Unos requisitos que están cambiando el perfil de los trabajadores del sector.

Análisis facial

La identificación por biometría continúa siendo una de las tecnologías con más potencial de crecimiento e innovación y con mayor demanda. Pero mientras que sistemas tan llamativos como la lectura del iris o el análisis por infrarrojos de las venas de la palma de la mano han sufrido un cierto estancamiento, el más tradicional y el más económico de todos los sistemas biométricos, la lectura de la huella digital, no solo no queda relegado sino que ha avanzado mucho en fiabilidad.
También se han resuelto las objeciones a que los patrones biométricos se almacenen en una base de datos centralizada. Setelsa, una firma cántabra especializada en sistemas de control de accesos, ofrece una solución: que esos datos se guarden en una tarjeta con memoria que porta el propio usuario. El sistema de control compara el perfil biométrico contenido en la tarjeta con la lectura que hace de la palma de la mano o de la huella dactilar cuando se quiere acceder al recinto.
En el campo de la biometría, el sistema más en alza es el del análisis facial. En los grandes aeropuertos ya es habitual que se compruebe la identidad de los viajeros con cámaras que registran los rasgos faciales y los compara con la fotografía del pasaporte.

La vuelta al pequeño instalador

En España, la seguridad sigue siendo un sector bastante fragmentado, en el que operan más de 1.400 empresas (una docena de ellas en Cantabria), de las que el 80% son de pequeño tamaño. Y son estas empresas las que, paradójicamente, se han visto reactivadas con el salto tecnológico que ha supuesto la generalización de las cámaras IP y la vuelta a sistemas de alarmas más personalizados.
La generalización de los kits de alarmas domésticas ha dado paso a una preferencia por procedimientos más individualizados. “Ningún sistema de seguridad masivo y estándar sobrevive a la habilidad de los ladrones”, señala un experto en este tipo de instalaciones. De ahí, la nueva demanda de dispositivos de alarma que no respondan a un mismo patrón y sean más difícilmente anulables. Las pequeñas empresas han encontrado en esta reorientación del mercado la oportunidad para resistir la presión de las grandes compañías y han visto como su actividad se ha incrementado, tanto en el campo de la seguridad doméstica como en los pequeños negocios y comercios.

Nichos de mercado

Con la crisis económica aún presente y el sector de la vivienda prácticamente parado, la supervivencia de las empresas de seguridad más tecnológicas pasa por su capacidad para detectar nuevos nichos de mercado.
En el caso de Setelsa, la mayor parte de su negocio ha pasado a estar fuera de Cantabria y ahora trabaja en proyectos muy novedosos. Suyos son, por ejemplo, los sistemas de seguridad que se están instalando en el que será hospital de referencia para enfermedades altamente contagiosas que se está construyendo en Madrid. Además de los controles de accesos habituales, en este hospital se están teniendo en cuenta aspectos como la diferencia de presión entre la habitación en la que se encuentre el enfermo contagioso y el resto del recinto, de manera que se evite la contaminación por el aire.
Otro proyecto de Setelsa que pueden abrirle un importante mercado es la instalación de un sistema de control de accesos a las gradas de los campos de fútbol. La Liga de Fútbol Profesional, que agrupa a todas las sociedades anónimas deportivas y clubes de fútbol de Primera y Segunda División, quiere que en la próxima competición liguera los campos cuenten con un sistema de control de acceso a las llamadas gradas de animación, para evitar que un carnet de abonado pueda ser utilizado por alguien que no sea su titular. El sistema inicialmente elegido es la lectura de la huella digital, que se instalaría a modo de prueba en el campo del Atlético de Madrid o del Alcorcón.
Uno de los trabajos más destacados de Setelsa en Cantabria es la instalación de un sistema de control de accesos en el Palacio de Festivales, con la particularidad de que en la puerta de los camerinos una pantalla mostrará la fotografía de la persona a la que está destinado y, cuando haga uso de su tarjeta de proximidad, le permitirá el acceso.
Aunque la empresa cántabra ya tiene presencia en otros países, su apuesta por el mercado internacional es otra de las patas de su estrategia comercial. Sus primeros objetivos son el Reino Unido, donde ya ha realizado instalaciones de control de accesos en una treintena de edificios, y México, donde también ha trabajado anteriormente y el mercado de la seguridad tiene un gran potencial de crecimiento.
El mantenimiento y la puesta al día de los equipos es la otra vertiente del negocio. “El control de accesos es algo tan maduro que ya está instalado prácticamente en todos los sitios” –señala Enrique Gómez Cossío, director general de Setelsa–. “Lo que te queda es renovar programas, porque son productos vivos que estás desarrollando continuamente”, explica.
Los avances tecnológicos hacen que un sistema de control de accesos pueda quedar superado en cinco años, “no porque deje de ser útil –precisa­– sino porque el siguiente salto tecnológico te ofrece mucho más”.
Innovaciones que, en muchos casos, deberán esperar a que el restablecimiento de la economía permita a las empresas ir más allá del mero mantenimiento de sus equipos. Mientras tanto, el sector local de la seguridad continúa dependiendo de su capacidad para buscar nichos de mercado en otras comunidades o, en el caso del pequeño instalador, del impulso que ha dado a los sistemas de vigilancia la posibilidad de controlarlos a través del móvil.

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