El fin de los bombeos convertirá la mina de Reocín en un gran lago

A 260 metros de profundidad afloran en la mina de Reocín 1.200 litros de agua por segundo que casi con toda seguridad provienen de las filtraciones del río Saja. Un volumen de agua que bastaría para abastecer todas las necesidades de los habitantes de Santander y que en algún momento llegó a pensarse en que podría resultar la solución para todos los problemas de suministro a la capital. Pero el agua no es un regalo para la mina. Para evitar que se inunde ha sido necesario bombearla permanentemente, día y noche, y eso cuesta unos 600 millones de pesetas al año.
El agua que se saca del interior se vierte al Besaya y acaba sirviendo para su regulación. Aún en el caso de que se produjese un gran estío, Solvay, que se encuentra río abajo, tiene garantizado el suministro gracias a este agua que nunca varía de caudal.
¿Qué ocurrirá cuando la Mina de Reocín deje de bombear dentro de unos meses? Hasta el momento nadie ha querido hacer frente al problema pero es más grave de lo que pudiera suponerse. AZSA está esperando del Gobierno la autorización de cierre definitivo de la explotación, algo que previsiblemente se producirá cuando quede definitivamente zanjada la negociación con la plantilla. En ese momento, las gigantescas máquinas de bombeo se detendrán, porque a pesar de que los sindicatos piden la continuidad de 20 o 25 trabajadores para mantener indefinidamente la extracción del agua no parece previsible que nadie pague los 600 millones de pesetas anuales que cuesta cuando la mina ya no esté en explotación.
En ese momento, el nivel de las aguas comenzará a ascender por pozos y galerías. Poco a poco comenzarán a inundarse. Durante meses, ni siquiera será visible desde el exterior. Al cabo de algún tiempo empezará a verse un pequeño afloramiento en el fondo de la explotación a cielo abierto, un agujero que está 90 metros por debajo del nivel del mar y a 210 de metros de profundidad si se mide desde la cota de la carretera circundante. Quienes acudan periódicamente al lugar verán que el pequeño charco inicial va creciendo poco a poco y es posible que lo atribuyan a las aguas de lluvia, pero será el inmenso afloramiento interno el que seguirá alimentando ese embalse hasta alcanzar el nivel freático del río Besaya. En ese momento se habrá formado un gran lago de 800 metros de largo y más de 130 de profundidad en lo que hoy es el cono de la explotación a cielo abierto.
El lago cambiará el paisaje de la zona y es posible que llegue a ser una zona de recreo para Torrelavega, pero en los dos años que se calcula que puede tardar en llenarse todo el sistema de galerías de la mina y el enorme vaso de la explotación exterior, el Besaya llevará menos caudal. La diferencia será imperceptible en invierno y primavera cuando el caudal natural del río es notable, pero puede causar un serio problema a Solvay si se produce un estiaje en verano o en otoño.

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