Somo y Loredo se suben a la ola

En los vuelos de Ryanair desde Inglaterra, Alemania e Italia cada vez se ven más tablas de surf. La estadística dice que el 4% de los pasajeros que llegan a Cantabria en estos aviones traen una. Han oído hablar de Somo o Loredo y quieren probar sus olas. Los surferos más apasionados recorren las playas de referencia como los amantes del golf quieren conocer todos los campos. Y Somo, donde hay una larga tradición local, se ha incrustado en los últimos años entre las escasísimas localidades de referencia. Ha bastado con el boca a boca e internet. La prueba más evidente de la altura que ha tomado esta marea son los 5.000 jóvenes que el pasado año se inscribieron en las escuelas de surf que han surgido en el municipio, una matrícula que no tiene ningún centro docente de la región.
Los planes de dinamización turística nacieron para ayudar a que algunas localidades dieran un salto cualitativo en su oferta gracias a una política de concentración de las ayudas públicas en muy pocos y muy escogidos lugares, pero los resultados no se han correspondido con las pretensiones, quizá porque al final las inversiones cayeron en el saco de lo convencional. Desde 2007, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio ha cambiado la estrategia, buscando productos turísticos diferenciados y, sobre todo, sostenibles. Pero también ha buscado formatos que se salgan del estrecho carril de la temporada y el surf cumple todos esos principios. El recurso –las olas– no se agotan, es un deporte que se practica también en primavera y otoño (en realidad, todo el año) y está formando un gran caladero (alrededor de diez millones de practicantes) en el que muy pocos han echado las redes.
En Ribamontán han pasado de pensar que esta jovial troupe de la tabla era un mero añadido colorista para sus playas a convencerse de que esos jóvenes de sempiterna camiseta y pelo atigrado son los únicos que ocuparán sus establecimientos cuando todos los demás turistas se hayan marchado. Y los 2,7 millones de euros que se van a invertir en todo lo que tenga que ver con el surf van a convertir estos pueblos costeros en un parque temático de las olas.
Es la primera vez que el Ministerio de Industria se involucra en un programa de promoción del surf, que financiará a partes iguales con el Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Ribamontán al Mar, un municipio formado por los pueblos de Somo, Loredo, Langre, Galizano, Castanedo, Carriazo y Suesa, con un censo de población de apenas 4.500 habitantes, que en verano se convierten en 20.000.
Sus 4.000 plazas de alojamiento estaban pensadas para sacar rendimiento a los diez kilómetros de arenales, pero es evidente que la temporada de playa es muy corta y los hoteles, apartamentos, campings y casas rurales podrían tener un mejor aprovechamiento. La llegada de los surferos, primero en pequeños grupos y ahora en un goteo permanente, se ha convertido en una expectativa de primer orden. En el pueblo hay ya cinco escuelas de surf, bares temáticos, comercios especializados e incluso alojamientos donde todos todos los clientes están pendientes del parte de olas para el día siguiente.
Si en un principio se consideraba que era un turista casi autosuficiente –una furgoneta vieja a modo de autocaravana y poco más– ahora ya está claro que tiene un poder adquisitivo superior a la media. A medida que la práctica del surf cumple años también varía la tipología de sus practicantes. Entre los que se lanzan a la playa con un traje de neopreno y una tabla hay abogados, médicos y profesionales que se aficionaron de jóvenes y hacen uso de restaurantes, hoteles o coches de alquiler. Ellos contribuyen a engordar significativamente las cuentas de un sector que se compone de tiendas de ropa y equipamiento, fabricantes de tablas, establecimientos hosteleros, escuelas y una ristra cada día más larga de productos o servicios que han decidido asociarse a la estética del surf, que triunfa, incluso, tierra adentro. De hecho, los mercados nacionales que aportan más turistas están en Madrid y Castilla, de donde vienen cada vez más familias movidas por la presión de sus hijos deseosos de matricularse en las escuelas de surf.

Pueblos temáticos

En Mundaka (Vizcaya) se calcula que el surf deja alrededor de tres millones de euros al año, lo que no es poco en una localidad pequeña y donde la ola, en singular, tiene una dificultad que sólo está al alcance de los más expertos, mientras que en el municipio cántabro hay zonas de dificultad baja, media y alta, con amplios espacios en cada una de ellas.
En Hosssegor, una localidad de Las Landas francesas a la que acuden surfistas de todo el mundo, cualquiera puede comprobar cómo en diez años ha pasado de la decadencia a convertirse en un destino bullicioso y pintoresco. Ha cambiado la pesca por el turismo y Ribamontán al Mar intenta hacer algo parecido, un pueblo temático. De los 700 ganaderos que hubo en el municipio sólo quedan 45 y la alternativa de Somo y Loredo por un turismo de calidad quedó arruinada en las dos últimas décadas por un urbanismo masificador de pocas miras, que los convierte en pueblos fantasma durante gran parte del año.

La plasmación del Plan

Tanto Somo como Loredo tienen las infraestructuras hoteleras hechas, lo que necesitan es mantenerlas ocupadas más allá del verano. El plan para el desarrollo del surf se aplicará en completar los equipamientos vinculados con este deporte, que no son muchos. La idea inicial es construir un surf center, donde se facilitará información a los practicantes de este deporte, habrá duchas, salas de exposiciones y audiovisuales. También se hará un área de servicio para autocaravanas, que ya no pueden estacionarse en los parkings convencionales, y un parque de monopatines. Los surfistas suelen simultanear su pasión con el skate y con el snowboard en invierno y alguno se jacta de que en Cantabria ha logrado el objetivo –casi imposible en cualquier otro lugar del mundo– de esquiar por la mañana en Brañavieja y coger olas por la tarde en Suances o en Somo.
El municipio aprovechará también las subvenciones para conseguir una proyección pública en los medios de comunicación y crear una marca turística propia, con la que navegar en este mercado nacional e internacional donde hasta ahora se ha movido sólo gracias al boca a boca y a las páginas de internet de las escuelas de surf y los alojamientos.
Las olas del mar ya están probadas y aprobadas por los usuarios, pero el Ayuntamiento necesitaba otra algo distinta. La ola financiera del Ministerio y del Gobierno es su oportunidad para convertirse en una de las tres referencias surferas del Cantábrico.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora