Filcon desmantela su grupo de empresas en Cantabria

Comenzó con el desplazamiento a Marruecos de algunas actividades con mucha carga de mano de obra, pero ha terminado con un abrupto cierre empresarial. Las dificultades para competir con un producto de escaso valor añadido, como son los cableados eléctricos para automoción y electrodomésticos, en un mercado cada vez más globalizado, y una estrategia de crecimiento arriesgada, ha terminado por precipitar el cierre de las empresas que Miguel Sabio había creado en Cantabria en los últimos veinticinco años.
Tras presentar un expediente de regulación de empleo que afecta a los 26 trabajadores que aún quedaban en plantilla, Filcon, que llegó a contar con 170 puestos de trabajo en la región, ha anunciado su intención de solicitar un concurso de acreedores (suspensión de pagos) por no poder hacer frente a las deudas que se han ido acumulando en la última etapa de la historia del grupo en Cantabria.

Un sector en crisis

Las razones aducidas por la empresa para justificar el expediente de regulación de empleo (ERE), que ha sido aceptado por la Dirección General de Trabajo, se basan en la persistente situación de crisis que vienen sufriendo desde comienzos de la década los sectores industriales a los que abastece: electrodomésticos y automoción. La deslocalización de estos fabricantes hacia países de bajos costes salariales; la desaparición de algunas gamas de productos, que dejan de comercializarse o se compran directamente a estos países, y los cambios introducidos en la ingeniería de los aparatos, han ido reduciendo inexorablemente la cartera de clientes de Filcon. La empresa de Camargo pone como ejemplo los rediseños introducidos en sus electrodomésticos por firmas como Saunier-Duval, Fagor, BSH y Kostal, que han reducido notablemente los cableados internos.
En la producción de grandes series, donde Filcon tenía una parte de su mercado, la empresa cántabra se ha visto desplazada por compañías de países emergentes, como Turquía. Fagor, uno de estos clientes de grandes volúmenes, ha desviado toda su compra de cableados a ese país, donde el coste de producción es sensiblemente inferior al de España.
La consecuencia de todo ello ha sido la drástica caída de la facturación de Filcon. Las compras efectuadas por Fagor y Domar, que en 2005 fueron de 3,5 y de 1,4 millones de euros, respectivamente, en lo que va de 2007 se han reducido a unos casi simbólicos 26.420 y 11.070 euros.
A los rediseños y los nuevos países competidores hay que añadir una enorme escalada en el precio de las materias primas, que cierra el círculo de las circunstancias hostiles que han acosado a la empresa en estos últimos años, provocando un grave quebranto de su situación financiera y del patrimonio personal del fundador de Filcon, Miguel Sabio.

Quejas contra el Ayuntamiento

Precisamente, en el intento de Sabio de abaratar sus costes construyendo una fábrica para autoabastecerse de PVC puede establecerse el inicio de la crisis pública de la empresa y de su desencuentro con el Ayuntamiento de Camargo.
Filcon comenzó a fabricar el plástico que necesitaba para los aislantes de los cableados en una nave de Herrera de Camargo que antes había albergado una industria de bicicletas (Navali), pero esa actividad no era compatible con la calificación urbanística de la zona y el Ayuntamiento llegó a precintar la nave.

Cierres en cadena

La decisión municipal, avalada después por los tribunales, desencadenó, según argumenta la empresa en el escrito de petición del ERE, el cierre de otros talleres del grupo que dependían para su funcionamiento de la granza de PVC que debía producir Metalplast, la planta precintada. Pero esa versión quizá sea exagerada a la vista de la situación previa. Así se produjo el cierre de Canales de Información, una filial ubicada en el polígono de Trascueto que fabricaba cables eléctricos y de telecomunicaciones, y el de Kabel Camargo, otra empresa del grupo dedicada al montaje de cableados para frigoríficos. La producción de esta planta, en la que trabajaban 30 personas, fue derivada hacia la fábrica que el grupo posee en Tánger (Marruecos) desde 2001. Al anunciar hace tres años el cierre de Kabel, Miguel Sabio manifestó su intención de mantener en Camargo los procesos más sofisticados y trasladar a Marruecos las actividades donde la mano de obra sin cualificar tiene mayor peso, buscando mejorar sus costes y su competitividad. Pero esa promesa finalmente no se ha cumplido y la empresa ha presentado un expediente de extinción de contratos.
Las deudas acumuladas con proveedores, empleados, Hacienda y Seguridad Social han puesto fin a la presencia de Filcon en la tierra de origen, aunque su actividad continuará en Marruecos donde ha creado ya más de 200 empleos, pero cuya actividad depende de un solo cliente.
Los sindicatos atribuyen los problemas que han acabado con Filcon a una mala política empresarial. Achacan a Sabio el haber adoptado una estrategia de crecimiento poco cautelosa para lo que aconsejaba una actividad especializada en un producto que deja muy poco margen de rentabilidad.
Lo cierto es que el final del grupo ha dado al traste con el sueño que albergó tiempo atrás Miguel Sabio de convertir su aventura empresarial en una de las escasas firmas cántabras con el marchamo de multinacional.

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