Empresas sin michelines

Más allá de una moda, el outsourcing o la externalización de servicios se ha convertido en una estrategia determinante para garantizar la competitividad de las empresas. Si hasta hace algún tiempo la contratación de proveedores especializados para la ejecución de ciertas tareas o procesos era considerada simplemente como un medio para reducir de gran manera los costes, en los últimos años el outsourcing ha demostrado ser también una herramienta para el crecimiento.
La subcontratación de servicios que no afectan a las áreas críticas del negocio, permite centrar esfuerzos y recursos en aquello que sí forma parte de la actividad principal de cada empresa y dar una respuesta mucho más rápida al mercado.
Atrás queda la tendencia a concentrar todos los procesos para la producción de bienes o para ofertar servicios. Un esquema que, además de costoso, conlleva una gran rigidez en las respuestas al mercado, incompatible con la volatilidad en la que hoy se mueven muchos sectores.
La subcontratación se extiende ya a campos como los servicios de vigilancia, el mantenimiento y limpieza industrial, la logística, el reclutamiento y selección de personal, las relaciones públicas, el marketing, los sistemas informáticos y el procesamiento de datos, entre muchos otros.
La subcontratación de tecnología

La externalización de los sistemas tecnológicos es una de las funciones que más compañías deciden dejar en manos ajenas. Este mercado aumentó el pasado año en España un 18%, hasta alcanzar los 1.562 millones de euros y se estima que su ritmo de crecimiento se va a mantener en una cota similar en el 2005.
Las empresas que de forma habitual recurren a estos servicios son las de banca y seguros, seguidas por la industria, telecomunicaciones y administraciones públicas, siendo la demanda de estas últimas la que más crece. La subcontratación de sistemas informáticos evita a las empresas costes innecesarios tanto de personal como de compra y renovación de equipos, asegurándoles una permanente actualización tecnológica.
Esta fórmula no sólo es válida para las grandes compañías, ya que el outsourcing permite a las pymes acceder a tecnologías que de otro modo estarían fuera de su alcance.
La externalización se ha extendido también a otros ámbitos novedosos como el de los servicios de impresión. Este gasto es, sobre todo en las grandes empresas, uno de los más desconocidos, aunque según una evaluación de la consultora Gartner, las empresas hacen copias, gestionan y distribuyen documentos por un valor equivalente al 3% de su facturación anual. Ante este hecho, y al igual que las firmas informáticas, los mayores fabricantes de impresoras están evolucionando hacia la prestación de servicios globales de gestión documental para sus clientes.

El eslabón industrial

Aunque la externalización suele concentrarse en los servicios, la práctica de delegar en otras empresas parte del proceso de producción también ha llegado al sector industrial. Además del ahorro de costes o de los recursos que se puedan liberar acudiendo a este procedimiento, la subcontratación resulta obligada, en muchas ocasiones, por la elevada especialización de algunos procesos.
Según un estudio realizado el pasado año por las Cámaras de Comercio, el 12% de la producción total de la industria española se realiza mediante subcontratas. Este mercado, al que se dedican en nuestro país 19.000 empresas, alcanza una cifra de ventas próxima a los 40.000 millones de euros al año y da empleo estable a 250.000 trabajadores.
Entre los sectores a los que va destinada la producción subcontratada, sobresale la metalurgia, con un 24,3% del total. Otro sector donde juega un papel destacado es el del automóvil, con un 21,5%, seguido por la fabricación de maquinaria y equipo mecánico (15,5%).
La especialización de las empresas subcontratadas queda reflejada en el hecho de que el 41% de las pymes que trabajan en este campo, se dedican a un solo sector. Otro dato significativo del estudio realizado por las Cámaras de Comercio es la madurez que ha alcanzado. De cada tres de estas empresas, dos tienen más de quince años de antigüedad y, a pesar de lo que pueda parecer, el empleo que generan suele ser estable y de calidad.

La evolución del modelo

Además de la ampliación de los campos en que se produce el outsourcing, la relación entre quien ofrece un servicio y quien lo adquiere también ha cambiado. Si antes se enfocaba a través de un contrato entre cliente y proveedor, se está convirtiendo en una alianza entre dos empresas dedicadas, cada una, a un negocio específico, pero con un objetivo común. Esta mayor implicación llega a traducirse en la transferencia de equipos, personal, operaciones y responsabilidades administrativas al contratista.
Es un paso más en la aplicación de un modelo de gestión que ha demostrado su eficacia a la hora de reducir costes y de concentrar los recursos financieros en las tareas fundamentales de las empresas, sin poner por ello en riesgo la calidad de lo que produce o los servicios que prestan. Esto significa que su recorrido será largo y cada vez más imaginativo, dentro de un gran puzzle económico donde cada pieza tiene su lugar y donde es imprescindible valerse de las economías de escala

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