El fin de un acuerdo histórico
A partir de ahora, la CECA se integra en la Comunidad Europea, tanto desde el punto de vista presupuestario como de los programas de investigación.
El punto de partida del tratado CECA fue la Declaración Schuman, un ministro francés de Asuntos Exteriores, que el 9 de mayo de 1950 presentó un revolucionario plan desarrollado por él mismo y por Jean Monnet que consistía en “poner la totalidad de la producción franco-alemana de carbón y de acero bajo una alta autoridad común en el marco de una organización abierta a la colaboración de los demás Estados de Europa”. Una decisión inesperada, a la vista de los largos enfrentamientos de Francia y Alemania, sustanciados en dos guerras mundiales, y que en cierta medida habían estado relacionados con dos materiales estratégicos de la época: el carbón y el acero. Se trataba de que ambos quedasen fuera del ámbito nacional y, por tanto, contencioso.
La iniciativa se concretó dos años después en la firma del Tratado que constituía la CECA por los representantes de Francia, Alemania (República Federal), Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.
El trasfondo de esta idea era el convencimiento de que tenía escaso sentido imponer a Alemania controles unilaterales y el sentimiento de que una Alemania totalmente independiente era una amenaza potencial para la paz. La única salida a este dilema consistía en integrar política y económicamente a Alemania en una comunidad europea dotada de una sólida estructura. De esta forma, lo que se estaba haciendo era recoger lo expuesto por Winston Churchill en su famoso discurso de Zurich en 1946, donde reclamaba la creación de los Estados Unidos de Europa y señalaba la especial urgencia de una colaboración entre Francia y Alemania.
También es verdad que hubo intentos anteriores de europeísmo, pero Europa tuvo que verse reducida a cenizas una vez más antes de que se reconociera lo funestas que eran las continuas rivalidades entre los estados. Sólo el total derrumbamiento europeo y el hundimiento político y económico de sus estados, con sus obsoletas estructuras nacionales, marcaron las condiciones necesarias para una nueva configuración de Europa.
Investigación conjunta
Desde el punto de vista institucional, la novedad que supuso la CECA perfiló los rasgos esenciales de lo que iba a ser años más tarde la Comunidad Europea, aunque aquella tenía un carácter más abiertamente supranacional. La Alta Autoridad (hoy Comisión Europea) administraba el mercado común del carbón y del acero y disponía de poderes de decisión obligatorios que ejercía tanto sobre los Estados como sobre las empresas. Para garantizar su funcionamiento independiente, estaba dotada de recursos financieros propios y disponía de una exacción reguladora, en lo que consistía un verdadero impuesto europeo sobre las empresas del sector.
Las primeras bases de una política europea en el ámbito de la investigación están también en la CECA, que transfirió a la Alta Autoridad la tarea de fomentar la investigación dentro de los campos del carbón y del acero. Concretamente, la investigación siderúrgica fue el primer ejemplo de cooperación europea y 1955 marcó el origen de los actuales programas de I+D, cuyo objeto era el fomento de la competitividad y abarcaba los sistemas de producción y los propios productos.
Uno de los avances de la CECA en estos últimos años ha sido la técnica de inyección de carbón pulverulento en las toberas de los altos hornos sustituyendo al fuel. También hay que destacar el estudio de las técnicas de fundición continua, el perfeccionamiento de la automatización del control de laminado en caliente y el progreso de las técnicas de control del acero mientras se está transformando. En cuanto a los productos se refiere, se ha investigado en cuatro líneas: el automóvil, con aceros de alta resistencia, los gasoductos, la construcción metálica desde el punto de vista de la seguridad y las estructuras marinas, sobre todo en la resistencia a la fatiga de las juntas tubulares soldadas.