La revolución de Unitono arrasa con el desempleo femenino

El 4 de diciembre, la multinacional holandesa Randstad recibía un encargo de Telefónica para iniciar una campaña de telemarketing destinada a fidelizar a los usuarios de móviles con tarjeta prepago, lo que requería aproximadamente trescientos teleoperadores. El contrato especificaba que el nuevo servicio debía estar operativo el 10 de enero. Ninguna de las plataformas de Unitono, la filial de Randstad para este negocio, podía asumir la nueva carga de trabajo y, a pesar del escaso plazo, la compañía asumió el contrato a sabiendas de que antes tenía que improvisar un centro de trabajo de este tamaño.
Randstad decidió instalar la nueva plataforma en León, donde ya hay varias más. Un lugar donde no falta la mano de obra, se habla un buen castellano y los salarios de los teleoperadores, aunque modestos, pueden ser aceptables para el nivel de vida local.
Sin embargo, Felipe Mirones, un cántabro que antes de convertirse en market manager de Randstad para la zona Norte fue director comercial de Hermanos Martínez, decidió que no podía dejar pasar una oportunidad semejante para su región de origen e introdujo un factor de duda al plantear al más alto nivel: “¿Y por qué no en Santander?
La multinacional holandesa no tenía en Cantabria más que una oficina de otra de sus filiales, la ETT Umano. Ni contaba con locales para acoger a 300 personas, ni permisos, ni interlocutores en la Administración. Demasiadas incertidumbres para resolver en dos meses. Pero Mirones asumió la responsabilidad sobre sus espaldas y consiguió un voto de confianza de la compañía.
Quien crea que por llegar con una propuesta como la de crear 300 empleos todas las puertas se abren como un resorte, se equivoca. Randstad comprobó lo difícil que es mover a la Administración pública en un mes como diciembre. Y lo complicado que puede resultar encontrar unos locales en Santander. Por fin, Mirones supo que en el polígono camargués de Trascueto había un edificio vacío de tres plantas cuyo propietario quizá estuviese dispuesto a alquilarlo. Después de un reconocimiento exterior en plena noche decidió que ese era su objetivo. El 10 de diciembre, habiendo conseguido ya el alquiler, comenzaba la carrera de Unitono en Cantabria, a sabiendas de que sólo tenía un mes para llegar a la meta.
Quizá porque los responsables políticos no llegaron a creerse del todo que alguien pudiese crear de la noche a la mañana tantos empleos en una región que ha conocido muchos fiascos, hubo cierta frialdad inicial hacia la iniciativa. Incluso, un responsable municipal no se recató en manifestar a los empresarios que “algo raro” debía haber detrás de un proyecto semejante.

94% de mujeres

Mientras acondicionaba el edificio, una tarea en la que se ha gastado 1,2 millones de euros, Randstad empezó a utilizar las bases de datos de su ETT Umano y a insertar reclamos en prensa para buscar el personal. Los primeros anuncios aparecieron en portales de Internet y tuvieron una eficacia impensable: al día siguiente había 340 llamadas de interesados.
Tan pronto como surgían los candidatos, Unitono iniciaba la selección de sus teleoperadores. Un proceso en el que optó por descartar a quienes tenían una residencia más alejada (han llegado ofertas de toda la región), dado que entiende que los desplazamientos pueden acabar por desanimar a muchas personas, al suponer una merma considerable para unos salarios de alrededor de 600 euros al mes, que luego pueden verse ligeramente incrementados en función de los objetivos conseguidos por cada teleoperador.
Finalmente, fueron seleccionadas algo más de 220 personas entre un total de 1.200 candidatos y, ya con el centro de trabajo abierto, se han ido incorporando otro centenar y medio, cien más de los inicialmente previstos. En estos momentos, trabajan en la plataforma de Camargo 180 teleoperadores en cada turno, 24 coordinadores, tres formadores, tres supervisores, dos técnicos en recursos humanos y un responsable del centro, Juan Carlos González. En las próximas semanas entrarán entre 50 y 60 personas más, el máximo que puede acoger el centro en estos momentos, aunque Unitono dispone de otra planta más en el edificio que podría llegar a acondicionarse con el mismo fin.
El 94% de los teleoperadores son mujeres, algo que sólo en una pequeña medida es producto de la selección, dado que han sido muchas más las candidatas que los candidatos. La edad media es de poco más de 26 años y el nivel de estudios es de técnico de grado medio. No faltan quienes compaginan el trabajo con su carrera universitaria, ayudados por el hecho de que el trabajo se organiza en dos turnos, uno de mañana y otro de tarde.

Objetivo cumplido

El problema para montar la plataforma no ha sido el habitual de las grandes ciudades, conseguir el personal adecuado, sino el tiempo. Un mes para poner en marcha todo el proceso era un plazo angustioso y todas las tareas se han solapado. A medida que se iban seleccionando los trabajadores se impartían los cursillos de formación y, mientras tanto, avanzaba con rapidez la reforma de las instalaciones. Felipe Mirones reconoce que en pocos sitios más se hubiese podido evitar que no se interrumpiesen los trabajos los días de Navidad, Nochevieja, Año Nuevo o Reyes, la única forma de hacerlo todo en el mes de plazo que tenía Unitono.
Para sorpresa de incrédulos, a las 9.30 del 10 de enero salía la primera llamada de la plataforma de Camargo, con 200 teleoperadores dispuestos en dos turnos. Cada trabajador realiza unas 60 llamadas comerciales por jornada, lo que quiere decir que en estos momentos, con casi 400 incorporados, el centro produce unas 24.000 diarias.
El objetivo actual es fidelizar para Telefónica a los usuarios de móviles prepago gracias a promociones para obtener un nuevo aparato y a la portabilidad del número. Aunque, por el momento, el cliente es Telefónica, la plataforma se pondrá al servicio de cualquier cliente que necesite campañas de telemarketing, un ámbito de negocio con una proyección espectacular. Se calcula que, en diez años, España tendrá 120.000 teleoperadores.

Baja rotación

Después de las dudas iniciales sobre si la aventura de Cantabria conseguiría superar todas las incertidumbres, la compañía está muy satisfecha de los resultados. El nivel formativo medio de los contratados es muy alto, demuestran una buena profesionalidad y todo parece indicar que la rotación será muy baja (inferior al 10%) algo que resulta prácticamente imposible de conseguir en las grandes ciudades, donde los trabajadores encuentran muchas oportunidades para cambiar de actividad, o son fichados por otras compañías del sector, y los call center no consiguen estabilizar sus plantillas, ya que la rotación se acerca al 30%.
Esa circunstancia ha provocado que la mayoría de las plataformas de telemarketing se instalen en ciudades de tamaño mediano, donde los trabajadores también tienen menos gastos de transporte, lo cual deja un mayor margen a unos salarios que, regulados por un convenio nacional, son idénticos en todo el país.

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