Media docena de cadenas se quedan con el comercio cántabro
El comercio urbano se había defendido de los procesos de concentración que se dan en todos los sectores pero, finalmente, ha perdido la batalla. Media docena de grandes grupos comerciales (Inditex, Carrefour, Alcampo, Eroski, Mercadona y El Corte Inglés), que primero se hicieron dueños de los centros comerciales, están arrebatando las calles al comercio tradicional y ahora van a por las pequeñas poblaciones, su último reducto.
Carrefour acaba de abrir simultáneamente dos supermercados Express. No son tiendas propias, sino franquiciadas. Una está en La Penilla y la otra en la calle Camilo Alonso Vega, de Santander. Con esta fórmula lleva diez aperturas en Cantabria en apenas un año. Una capilaridad con la que pretende llegar al consumidor allí donde se encuentre y que le permite expansionarse muy rápido. Le basta con que un emprendedor local o el propietario de un supermercado ya existente quiera ampararse bajo el paraguas de la marca y los suministros de Carrefour. Es suficiente con que tenga cien metros cuadrados de sala de ventas y esté dispuesto a hacer una inversión de unos mil euros por metro cuadrado.
Esta potencia de tiro a pie de calle apenas es artillería ligera cuando se compara con los tres grandes hipermercados y dos Carrefour Market con que la firma francesa ya contaba en la región. Su presencia llegó a ser apabullante cuando sumaba las tiendas Día, de las que los propietarios de Carrefour han sido titulares hasta que en 2011 las sacaron a Bolsa. Pero también hay que sumarle las gasolineras y tiendas especializadas que están dentro del perímetro de su gran red comercial.
Su rival Eroski no va muy a la zaga. Con discrección, en Cantabria ha sumado ya 35 establecimientos de todo tipo, entre ellos dos hipermercados, doce supermercados Eroski Center y Eroski City, cinco supermercados franquiciados que llevan la enseña Aliprox, ocho oficinas de viajes, una gasolinera, una óptica, dos tiendas de deportes Forum Sport y cinco perfumerías If.
El grupo cooperativo de Mondragón ha llegado a un acuerdo para quedarse, además, con el local que ocupaba la desaparecida PC City en El Alisal, desocupado desde la marcha de la cadena británica. Allí instalará otra mediana superficie deportiva de la enseña Forum Sport, una evidencia más de la capacidad colonizadora que tienen estos grandes grupos, decididos a diversificar los riesgos, por lo que han descartado concentrarse únicamente en los hipermercados o en el comercio de alimentación.
Mercadona, el sexto grupo comercial que se extiende al galope por la región, es el único que rompe ese patrón y únicamente está interesado por el ámbito alimentario, donde ha encontrado un nicho de mercado muy importante con un formato low cost de marcas propias. En los próximos meses abrirá nuevos supermercados en Torrelavega y Laredo, una implantación que ha suscitado un sorprendente interés en las localidades vizcaínas próximas, ya que Mercadona no está presente aún en el País Vasco. Además, tiene reservados nuevos emplazamientos en La Albericia y Valdenoja (Santander) y aprobada la ampliación de su tienda de El Alisal, cuyo desbordante éxito le genera un auténtico problema de gestión.
Mercadona llegó tarde a Cantabria, porque su expansión territorial ha ido de sur a norte y todavía no ha llegado a irradiarse por todo el mapa nacional, pero cuando llega a una región su avance es muy rápido. Eso crea una enorme presión sobre las cadenas locales, en este caso, sobre Lupa y el grupo Uvesco (BM, Netto) que, no obstante, se defienden con nuevas aperturas.
Zara, como Mercadona, no tiene ningún interés en salirse de su sector, el textil, pero sí por ampliar todo lo posible la gama de públicos. Su próximo objetivo es abrir una tienda de ropa de hombres en el local santanderino donde anteriormente estuvo la tienda Gables, de la cadena local Casanueva Bedia, y acaba de inaugurar otras dos en Jesús de Monasterio, un Pull&Bear y un Stradivarius, dirigidos al público juvenil, que quiere mucha ropa por poco precio.
Inditex tiene bien cubierta la capital cántabra, una de las ciudades donde está más representada y donde asentó uno de sus primeros Zara, y su estrategia es tapar cualquier hueco que pudiera ser aprovechado por su rival sueca H&M para asentarse, lo cual no resulta excesivamente difícil en una ciudad donde hay muy pocos locales del tamaño que H&M necesita.
Inditex ya tiene 16 tiendas en Cantabria (cuatro Zara, un Oysho, tres Pull&Bear, tres Stradivarius, tres Bershka, un Uterqüe y un Zara Home), con los que atiende desde la moda masculina y femenina tradicional a los nuevos públicos, la ropa de hogar, la lencería y los complementos. Una oferta diseñada para evitar un problema que se le ha suscitado a El Corte Inglés, la posibilidad de que su público tradicional envejezca sin encontrar reemplazo.
La cadena gallega no solo ha repartido estos riesgos, sino también los geográficos, ya que cuenta 5.887 tiendas, repartidas por 400 ciudades de los cinco continentes.
La presencia de la francesa Auchan pasa más desapercibida en Cantabria. Es la propietaria de las tiendas deportivas Decathlon, de las grandes superficies de bricolage Leroy Merlin y Aki y no deja de buscar nuevos emplazamientos en la región, donde, sin embargo, nunca ha conseguido una licencia para un hipermercado Alcampo. En este terreno, parece esperar a mejores tiempos, pero eso no impide que en otros esté a la que salta. En Cantabria también tuvo un Boulanger (una cadena de informática de consumo que vendió a la portuguesa Worten en 2009), garajes Midas y tiendas de ropa de sus enseñas Kiabi y Pimkie.
El poder de las grandes cadenas comerciales ha llegado al punto de controlar incluso a los rivales. El caso de Alcampo es paradigmático, ya que, además de ser la propietaria de Leroy Merlin, también posee las tiendas de bricolaje Aki ––de las que tiene dos en Cantabria– con lo que prácticamente controla el equipamiento de casa y jardín en la región, una situación de mercado que es, cuando menos, discutible. Pero ese el nuevo modelo comercial. De tener miles de tiendas en competencia pasaremos a media docena de grupos que, a veces, ni siquiera han de competir entre ellos, compiten directamente contra sí mismos.