Aprendiendo a caer
No sólo los obreros de la construcción están expuestos a caídas fatales, también quienes se suben a postes, bajan a fosas o realizan operaciones de montaje y desmontaje de prefabricados, labores de pintura o de limpieza. Las caídas suponen casi una cuarta parte de las muertes por accidente laboral en España y, con exclusión de los accidentes in itinere, son la primera causa de mortalidad de los trabajadores en Europa, que ya ha emprendido una cruzada para evitarlas a toda costa.
En Cantabria, cada vez hay más empresas dedicadas a trabajos verticales. Sin embargo, ninguna se había especializado en la formación práctica de quienes se juegan la vida sobre los tejados y cubiertas o bajo los pozos y arquetas.
Convertir el peligro en realidad, aunque sea simulada, para que los trabajadores aprendan a protegerse de posibles riesgos es el objetivo de dos jóvenes cántabros, José Antonio Cornejo e Ivan San Martín, que imparten cursos de seguridad anticaídas con la ayuda de escenarios que imitan tejados, torres de alta tensión, postes de madera y hormigón o espacios confinados, como silos o alcantarillas, donde el operario no podría permanecer durante mucho tiempo.
Su empresa, denominada Indaccess, está montada a semejanza de las compañías inglesas y austriacas del sector donde Ivan San Martín había trabajado antes. Hace ya un año que constituyeron la sociedad y buena parte de este tiempo se ha ido en construir las instalaciones y contactar con los potenciales clientes. Ahora, que acaban de comenzar su actividad, ya se plantean la necesidad de duplicar la plantilla con personal formado dentro de sus propias instalaciones.
Caídas y rescates
Indaccess ha enseñado a trabajar más seguros a casi 400 empleados de Solvay y a unos 80 de la empresa pública MARE. Además de instruirles en el uso y mantenimiento de los equipos de protección individual (EPIs) que deben acompañarles en su trabajo diario, les explican cómo hacer nudos para ascender o descender cargas o cómo anclarse a una superficie a través de cables o raíles (‘líneas de vida’), que pueden ser temporales (de material textil) o permanentes (metálicos), según se trate de un trabajo puntual o rutinario.
La instalación de estos sistemas, seguida de una demostración práctica de la caída para comprobar su eficacia y las operaciones de rescate en fosas o acantilados son, por su grado de verosimilitud, las materias estrella de estos cursos que no tienen vocación alguna de generar adrenalina, como la que buscan los deportistas de riesgo, sino de evitarla, porque los trabajos nunca son un divertimento.
En España no existe formación reglada sobre estas materias, por lo que se guían por un Real Decreto del año 2004 que rige los trabajos temporales en altura. Las clases se imparten tanto en la nave de Indaccess como en las de la empresa contratante y la duración del curso oscila entre las 4 y las 40 horas.
Trabajos especiales
Viesgo, Solvay, ENSA, MARE o Caja Cantabria han demandado los servicios de la compañía para formar a su plantilla o para ejecutar trabajos en espacios de difícil acceso, que no siempre son verticales.
Uno de los proyectos más espectaculares lo han desarrollado en Cementos Alfa, que necesitaba limpiar el interior de sus silos –de 20 metros de alto y 3 metros de ancho– y retirar todas las adherencias de siete años de funcionamiento para recuperar la capacidad inicial.
La reparación de varias fachadas de Solvay, dañadas por los temporales, sin tener que recurrir a grúas o andamios, ha sido otro de sus trabajos más significativos.
Indaccess ya ha hecho contactos en comunidades limítrofes y sus perspectivas son halagüeñas, porque la siniestralidad laboral no sólo no disminuye, sino que va en aumento y la legislación cada vez es más exigente para tratar de evitar esta lacra.