Nereo Hermanos ya tiene tanatorio

AFrancisco Ruiz Calzada, primogénito de la generación que está al frente de Nereo Hermanos, no le resulta fácil describir lo que ha supuesto para su familia poner un pie en las instalaciones del Tanatorio que acaban de inaugurar en Santander. Llevaban más de veinte años soñando con ese momento y nunca hasta ahora habían conseguido que el lugar elegido para emplazarlo fuera aceptado por el Ayuntamiento de Santander.
Hace seis años y medio centraron su apuesta en La Albericia y esta vez sí consiguieron su propósito. Su tanatorio se ha levantado próximo a la rotonda de acceso a la S-20, que comunica el Sardinero con Torrelavega, y cercano también a la futura Ronda de la Bahía, que enlazará con la Autovía de Bilbao.
La funeraria cántabra ha invertido más de seis millones de euros (mil cien millones de las antiguas pesetas) en la construcción de este complejo donde trabajarán 52 empleados, los cuarenta que ya pertenecían a los servicios funerarios del Grupo Nereo y doce más que cubrirán puestos de trabajo de nueva creación.
El Tanatorio Nereo Hermanos, construido por Cenavi en apenas once meses, ocupa una superficie de unos 2.000 m2 sobre un solar de aproximadamente 4.800 m2. Aunque pueda contemplarse como una unidad, se trata de tres edificios comunicados entre sí pero de muy distinta concepción, porque su finalidad también lo es.

Unidos pero con personalidades distintas

El uso diferenciado que van a recibir los inmuebles justifica que también cambien los materiales y los acabados de uno a otro. Así, el administrativo, destinado a albergar las oficinas y otras dependencias generales, es de ladrillo cara vista blanco; la zona de velatorios está revestida con muro cortina en la parte delantera y de hormigón en la trasera. Finalmente, el oratorio presenta una fachada de zinc curvado.
Un sótano discurre bajo los tres subedificios y el jardín. Allí se ubican los almacenes para féretros, las salas de autopsias y tanatopraxia, una zona interna destinada a los empleados –con vestuarios y otros servicios– y un aparcamiento de veinte plazas. En realidad, se trata de un pequeño parking privado para los coches fúnebres porque el Tanatorio ya dispone de plazas en el exterior para acoger noventa coches de quienes acudan a los duelos.
La empresa ha considerado que el aspecto externo es tan importante como el interior, lo que explica que hayan proyectado cerca de mil metros cuadrados de jardines y un decorativo paseo con una lámina de agua que rodea todo el edificio y, por tanto, resulta visible desde cualquier parte del mismo.
De noche, siete proyectores de luz en la fachada principal y nueve en la correspondiente a la iglesia –las dos caras que más se ven desde la autopista– provocan un estudiado efecto de oleaje que, unido a los jardines y al agua “le aportan –dicen desde Nereo– una estética hermosa y tranquilizante”.

Concienzuda distribución de espacios

La entrada principal al tanatorio tiene lugar por el edificio administrativo, un bloque de diseño cúbico de unos 400 m2, con suelos nobles de mármol crema marfil.
Nada más acceder se encuentra la recepción y la exposición de flores. A continuación, la cafetería, los aseos –comunes y adaptados a personas con movilidad reducida– y varias salas de visita destinadas, según el gerente, Francisco Ruiz Calzada, a acoger a familias numerosas. Él mismo es el mayor de ocho hermanos y defiende que “todos los familiares del fallecido tienen derecho a opinar y a ser atendidos en privado cuando ocurre una desgracia”.
La planta superior se ha reservado para los empleados que no se dedican a labores de atención al público. En uno de los aleros del segundo piso, un espacio diáfano de unos 130 m2, se ubican las oficinas generales y una exposición de productos de mármol, mientras que los despachos de los directivos –de unos 40 m2 de extensión cada uno– se sitúan en el otro ala.
Excepto para quien acuda exclusivamente a la iglesia –que todos los días del año ofrecerá una misa a las 21.00 horas– es obligatorio pasar por el edificio de oficinas para llegar hasta los demás, comunicados con éste a través de la planta baja.
La obra está estudiada para ofrecer una sensación distinta en función del edificio en el que uno se encuentre. De hecho, entre el administrativo y el de velatorios, por ejemplo, hay una pequeña diferencia de cota de un metro, lo que invita a cambiar de ambiente, mucho más que si el paso de uno a otro tuviera lugar al mismo nivel y, además, elimina las barreras arquitectónicas que impiden el acceso.
Una vez en la zona de velatorios, un pasillo conduce directamente hasta la iglesia, una capilla confesional católica de unos 240 m2 y con capacidad para unas 125 personas, que destaca por su singularidad y belleza.
La modernidad que confieren al edificio la fachada de zinc y un suelo porcelánico de color óxido contrasta con las más de seis mil tablillas de madera de roble americano que recubren las paredes. El techo de haya, con vigas colgadas vistas, correas y un panel aislante le da un aspecto nórdico al oratorio. Un altar, de líneas rectas y mármol italiano, se alza al fondo de la capilla, junto a la sacristía.
Pese a las onduladas formas que dibujan las paredes de la iglesia, no hay ningún elemento capaz de romper la intimidad del ambiente, ya que hasta las instalaciones de aire acondicionado quedan disimuladas por la madera.
En esta misma línea, se ha diseñado la iluminación, un factor cuidado hasta el extremo para fomentar esa sensación acogedora tan buscada.
La ejecución ha requerido un esfuerzo añadido a la empresa Cenavi, pero sus responsables están muy satisfechos con el resultado.

Interiores cálidos

Los doce velatorios se encuentran en el edificio central, un bloque al que el hormigón y el muro cortina dan un cierto aspecto industrial y que tiene una superficie cercana a los 700 m2. Once de las salas son del mismo tamaño (alrededor de 45 m2) y una ligeramente más grande está preparada para acoger duelos de personas relevantes a los que se espera una gran afluencia o a las víctimas de un siniestro múltiple, donde es necesario reunir más de un féretro y varias familias en una sola estancia. La funeraria lo ha creído necesario después de haberse encontrado, a lo largo de su trayectoria, con fallecimientos simultáneos de padre e hijo o de ambos cónyuges, que hubiesen requerido una misma sala para facilitar la atención a familiares y amigos.
En cada planta hay seis velatorios y una zona de aseos. Aunque a la vista sólo queda un pasillo, no hay uno sino dos. El principal sirve para el acceso del público a los velatorios y el secundario –paralelo al anterior– para que los empleados entren al túmulo por la parte posterior. Las precauciones se han extremado para evitar que personas no autorizadas accedan al pasillo interior.
Pese a que la amplitud de los velatorios hubiera permitido tabicarlos para crear varios ambientes, Nereo Hermanos ha preferido un espacio abierto donde ni siquiera el túmulo está separado por una puerta independiente sino, simplemente, a través de un tabique a media altura. De este modo se consigue, según el responsable de obra, que “el túmulo sea íntimo pero no aislado” y que quien entre en la sala intuya el féretro a lo lejos y pueda decidir si se acerca a verlo, para lo cual apenas tiene que andar unos pasos.
Los velatorios consiguen dar una sensación de calidez gracias a la suave iluminación –con luminarias de diseño regulables en intensidad desde el interior de la sala– y al empleo de la madera en suelos, techos y paredes. De hecho, responsables de la constructora confirman que un falso techo de madera como el que se ha instalado sólo existe en un par de edificios en todo el país, ya que se trata de un material caro y sólo justificable por ese deseo de conseguir un ambiente confortable.
Todos los elementos de la decoración están muy estudiados para que coordinen con naturalidad, entre ellos, puertas, suelos y rodapiés. Los dos tipos de madera que se combinan son arce en el suelo de parquet flotante –que además de cálido es resistente en un lugar donde se prevé bastante tránsito– y haya en la carpintería interior, con un cuidado especial a la continuidad entre las puertas y el friso.
Para reforzar la decoración y favorecer la entrada de luz, cada dos velatorios se ha colocado un patio interior adornado con un tejo que invita al recogimiento.
Ya sea a través de la novedad en la distribución de los espacios, el uso de materiales o la decoración, todo el proyecto está pensado para conseguir el mayor sosiego posible de quienes hayan de acudir al tanatorio. Y es que, en palabras de Francisco Ruiz Calzada, más de un siglo de historia le ha enseñado a la empresa la suficiente psicología como para saber tratar a la gente en momentos tan difíciles.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora