La plataforma cántabra va dirigida a intercambiar información estratégica

Un hospital puede mejorar sus ratios de productividad pero nunca sabrá si es realmente eficiente hasta que se compare con otros centros. Una empresa que hace un plan de negocio no puede tener una idea realista de lo que le espera si desconoce todos los datos de su mercado… Cualquiera de estas circunstancias y muchas otras requieren información y dos jóvenes ingenieros de Torrelavega, Ronny Conde y Fernando Arbeiza, han decidido crear el canal para obtenerla: Una red social internacional denominada Bevalley, dirigida a empresas dispuestas a intercambiar información relevante para tomar decisiones estratégicas.
Conde, de 32 años, y Arbeiza, de 33, empezaron como consultores informáticos con una sociedad propia y, después de varios trabajos para entidades sanitarias, se dieron cuenta de que a los gestores ya no les vale con disponer de la información interna a través de la pantalla de su ordenador, sino que necesitan ratios comparativos. Como el problema afecta a todos por igual, Conde y Arbeiza comprobaron la disposición de la mayoría de los ejecutivos del sector a compartir algunos parámetros relevantes de su actividad a cambio de obtener los de otros.

Compatibilidad absoluta

A partir de ese momento comenzaron a desarrollar el software necesario para crear una red social en la que todo el mundo pueda intercambiar estadísticas, de cualquier tipo y en cualquier formato de compilación, lo que evita un engorroso problema de compatibilidad entre las bases de datos que se da, incluso, en el interior de los propios organismos públicos.
Los miembros de la nueva red social deciden si comparten esa información con todo el mundo o sólo con algunas personas o entidades. El nivel de restricción puede incluir también la posibilidad de impedir que un usuario divulgue a terceros datos que él si puede consultar. Con ello se trata de dar confianza a las empresas y a los organismos públicos, que no siempre están dispuestos a compartir toda la información interna o tienen problemas legales para poder hacerlo.
A pesar de que la eclosión de redes sociales, al calor del éxito de Facebook, amenaza con una nueva burbuja tecnológica, no hay ninguna red semejante y Ronny Conde y Fernando Arbeiza han sabido interesar a inversores y a partners muy cualificados en su proyecto.
Como las posibilidades económicas de los dos jóvenes emprendedores eran muy limitadas para el rapidísimo desarrollo que requiere la idea –una auténtica carrera por llegar antes de que pueda surgir cualquier otra iniciativa parecida– decidieron acudir a las compañías de capital riesgo. Después de negociar con varias simultáneamente, han llegado a un acuerdo con Cantabria Capital, la sociedad formada por el Banco Santander, la Caja, el Gobierno de Cantabria y la CEOE, que suscribirá una ampliación de capital con prima por importe de 1,3 millones de euros, a cambio de obtener el 49% de las acciones. El 51% restante quedará en manos de los dos empresarios torrelaveguenses, a través de su sociedad Loarco Sistemas, que ha aportado 200.000 euros al proyecto.
La sociedad cántabra de capital riesgo ha sido la que mejores condiciones les ha ofrecido, al permitirles mantener el control de la empresa. Cantabria Capital, además, se compromete a salir del accionariado en cinco años, el tiempo suficiente para que el proyecto madure, con la esperanza de obtener plusvalías en ese plazo.

Alianzas

Candidatos a la compra, por el momento, no faltan. Algunas de las grandes consultoras de tecnologías a las que los fundadores de BeValley han ofrecido alianzas para desarrollar su red han mostrado su deseo de adquirir la compañía, pero Conde y Arbeiza están convencidos de que no es el momento de vender. Ahora es poco más que un proyecto, aunque ya cuente con los mimbres tecnológicos y financieros.
Le faltan los usuarios, que deberán llegar a través de los partners a los que se les ha ofrecido participar en la explotación de áreas concretas a cambio de un canon mensual. Esta fuente de ingresos garantiza que la nueva compañía tendrá un flujo de caja desde el primer momento, sin verse obligada a esperar a que llegue la publicidad, como ocurre con otras iniciativas. La alianza con consultoras informáticas de primer nivel, que a partir del acuerdo quedan directamente implicadas en el éxito del proyecto, también les facilitará que la red ya salga al mercado con una cierta masa crítica.
La segunda fuente de ingresos, la publicidad, llegará cuando se multiplique el número de usuarios y el tiempo medio de uso de la red por cada uno de ellos. En su plan de negocio presumen que eso ocurrirá dentro de un año y medio. Para entonces, la red manejará un extraordinario volumen de información estadística, la que empiezan a meter los propios trabajadores de la empresa y la que a partir de ahora irán colgando los propios usuarios, que serán los que de verdad la alimenten.

Interesados comerciales

La primera evidencia es que los laboratorios médicos están muy interesados en publicitarse dentro de la rama hospitalaria de ese gran árbol estadístico, dado que entre los usuarios estarán quienes realmente deciden las compras en los hospitales. Algo parecido ocurre con las compañías de coches en el ámbito del motor. La posibilidad publicitaria de colgar comparativas en las que su automóvil sale victorioso es muy atractiva para las marcas como para desaprovecharla.
Aunque esta publicidad a través de estadísticas comparativas podría prestarse a la manipulación de los datos, los creadores de BeValley confían en la inteligencia social de las redes (“no inventamos nada”, dicen, porque eso ya ocurre en otras”) para que los usuarios denuncien o depuren los datos inciertos, por lo que el anunciante se juega su prestigio si amaña las cifras.
La atención de los dos emprendedores cántabros se centra ahora en ampliar sus alianzas para provocar la eclosión de la red en un plazo muy breve y alcanzar un millón de usuarios individuales dentro de un año y medio. Ahora, sin apenas contenidos, ya tiene registrados unos 3.000 y 28 hospitales repartidos en 45 países distintos, pero saben que el desarrollo de su idea es viral. Si los empresarios y ejecutivos encuentran utilidad en esta red, puede ser explosivo. Si no, será otra iniciativa más de Internet que no llegó a cuajar.

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