La Residencia Santa Ana amplía sus instalaciones
Cuando en 1976 comenzó a caminar la Fundación Pumarejo Azcue, cumpliendo los deseos del matrimonio santoñés que legó su patrimonio para la atención a la tercera edad, ni el envejecimiento de la población era un problema que preocupase en exceso ni nadie se había planteado el que pudiese llegar a existir una ley para regular la dependencia. Hoy, el propósito que movió a la Fundación sigue vigente y cada vez es mayor la necesidad de residencias y más numerosos los servicios que han de prestar.
El mismo espíritu que animó el generoso gesto de aquel matrimonio es el que ha impulsado a la ampliación de la residencia de Berria para la tercera edad que surgió de su legado. Junto al primitivo edificio, levantado a finales de los años ochenta, se ha construido otro, de 3.400 m2, que permitirá añadir 67 plazas de residentes a las 108 originales. El nuevo edificio ha sido diseñado como una residencia paralela, con todo tipo de servicios, y acogerá también, varias dependencias comunes.
Un Centro de Día renovado
En la zona que une ambos inmuebles se ha situado el área de recepción y los nuevos despachos del médico, el asistente social y el psicólogo que atienden a los residentes. En esa planta baja se sitúan, también, siete habitaciones medicalizadas, pensadas para acoger a residentes con dependencias graves o que pasen por momentos delicados de salud. Una sala de reunión que utilizará la psicóloga para hacer terapia con los residentes, baños geriátricos –especialmente adaptados– y una zona de vestuarios completan la planta baja, junto al nuevo Centro de Día. El edificio original ya cumplía esta función, pero el nuevo Centro de Día contará con más de 300 metros cuadrados, en los que habrá un salón de reuniones, comedor y la sala de terapia ocupacional. Son quince las personas que utilizan este centro, gracias a un minibús que les traslada a diario desde sus viviendas en localidades cercanas. La dirección de la Residencia confía en que la amplitud y el atractivo de las nuevas instalaciones aumente la demanda y no descarta que el número de usuarios llegue a duplicarse.
En la primera planta se han construido diez habitaciones dobles, un área de enfermería, con seis camas, para residentes que precisen algún cuidado específico, farmacia, salas de terapia ocupacional y de rehabilitación. Un comedor, una luminosa sala de usos múltiples y dos solariums con terraza completan el reparto de espacios. Este esquema se repite en la segunda planta, aunque en ella las habitaciones dobles son 19 e incluye un comedor, sala de reuniones y solarium. En el sótano del inmueble se ha situado el tanatorio.
Todo el mobiliario, desde las habitaciones hasta el gimnasio, pasando por las consultas médicas, ha sido instalado por la empresa torrelaveguense Gerinet, especializada en equipaciones para hospitales y residencias.
Listas de espera
En la Residencia Santa Ana coexisten las plazas privadas con las concertadas, con una horquilla de precios que, en el primer caso, van desde los 1.380 euros mensuales hasta los 1.785, en función del grado de dependencia.
De las 108 plazas con que contaba el centro hasta su ampliación, 72 son de concierto, es decir, subvencionadas por la comunidad autónoma. Una proporción parecida se va a guardar en el nuevo inmueble, en el que 47 de sus 67 plazas serán concertadas. Según las cifras que maneja la Consejería de Bienestar Social, ya existe una lista de espera con una veintena de personas interesadas en alojarse en esta Residencia que, a sus flamantes instalaciones, une la belleza de su emplazamiento, junto a la santoñesa playa de Berria.
Prolongar el sueño de los filántropos que dieron vida a esta Fundación, ampliando la Residencia, ha costado 3,5 millones de euros, a los que el Ayuntamiento ha contribuido con la exención de la licencia de obra, que suponía 102.000 euros.
Aunque la primera piedra se puso en 2007, la suspensión de pagos en que se vio envuelta la empresa constructora SEOP, del Grupo Silver Eagle, ha demorado la conclusión del proyecto que ya marca una nueva etapa de la Residencia y amplía el mapa regional de servicios sociales.