La ‘suerte’ de Revilla

La evolución de la economía, mucho mejor de lo previsto hace unos meses, le quita a la oposición una baza que daba por segura

Hormaechea presumía de tener ‘baraka’, la palabra con que los árabes denominan a la suerte, hasta que dejó de acompañarle. A Revilla le ha seguido durando hasta ahora, aunque las últimas encuestas empiezan a dejarlo en duda. Él, que estuvo a punto de tener que echar el cierre al partido cuando en 1991 se quedó con tan solo dos diputados y una etiqueta de perdedor irredento, ha vivido la experiencia contraria. Es cierto que todo se le torció el pasado mes de marzo, cuando la policía intervino, para sorpresa general, la quinta planta de la Consejería de Obras Públicas, y quedaban en entredicho todas sus declaraciones contra los corruptos a solo 90 días de las elecciones, pero desde entonces ha sabido maniobrar y le ha acompañado la ‘baraka’.

Cuando la crisis de los trenes ya desaparecía en el horizonte del olvido explotó la trama de las carreteras públicas, que podía haber sido la muerte del PRC. Después de una lectura angustiosa del contenido del sumario para saber hasta dónde podía llegar la corrupción, en el partido respiraron cuando comprobaron que parecía contenida en uno o dos funcionarios.

Cuando las aguas volvían a remansarse, Revilla se encontraba con la decisión de Sidenor de despedir a un trabajador de mantenimiento de su planta de Reinosa y a cinco de sus contratas, preludio de algo mucho peor.

Un mal asunto en plena precampaña electoral, pero Marcano y él consiguieron darle la vuelta en pocas horas. Conseguían que José Antonio Jainaga, presidente de Sidenor, no solo se comprometiese a mantener la factoría de Reinosa sino también a realizar nuevas inversiones, aunque no saldrán gratis.

Taponada esa peligrosa vía de agua para el PRC, y mucho más en plena campaña electoral, Revilla se encontraba con otro regalo. El lendakari vasco Urkullu, al que convenció de la conveniencia de impulsar un ferrocarril rápido entre Santander y Bilbao, conseguía que el Parlamento Europeo aprobase la inclusión de este trazado en el Corredor Atlántico. Dos bazas decisivas en apenas 24 horas, porque la exclusión había venido siendo un caramelo para la oposición.

Cantabria aspiraba a ser la primera región del país en recuperar el PIB  prepandemia, pero la ralentización de la economía internacional en el último trimestre le hizo quedarse con la miel en los labios: cerró el año con el 99,6% del PIB de finales de 2019, a solo cuatro décimas de alcanzarlo. Lo ha conseguido ahora, con muchas otras, pero ya ha perdido ese efecto publicitario.

Cantabria ha recuperado el PIB prepandemia este trimestre

La recuperación económica de la región avanzaba a uña de caballo a comienzos del pasado año hasta que la guerra de Ucrania se interpuso en su camino. Es cierto que no se notó de inmediato, salvo en la inflación, pero creó una expectativa de recesión para finales de año y los dos primeros trimestres de 2023 que replicaron, uno tras otro, todos los servicios de estudios de los bancos y algunos institutos independientes, basándose en que la fortísima subida de la energía trastocaría el sistema productivo.

Sea porque la llamada Excepción Ibérica, que impulsó Pedro Sánchez, atemperó el precio de la energía o porque la inercia de crecimiento era muy fuerte, Cantabria acabó el año con un aumento del PIB de más de un 5%, que hubiese parecido extraordinario de no mantenerse el temor sobre lo que podía pasar en 2023.

La realidad es que el primer trimestre de este año tampoco ha respondido a las malas expectativas de los expertos. El puerto ha batido récords históricos, el aeropuerto ha tenido un trimestre excepcional y hay más trabajadores dados de alta en la Seguridad Social de los que ha habido nunca, incluso si se depuran los fijos-discontinuos o se computan las horas trabajadas, que hace años que son más representativas que las jornadas, porque cada vez hay más contratos a tiempo parcial.

La pérdida del centro de trabajo de Digitex en Maliaño (más de 150 teleoperadores) ha sido un golpe en plena precampaña electoral, un periodo en el que las empresas se suelen guardar las malas noticias, excepto que intenten obtener compensaciones de los políticos.

Un estudio de la multinacional de recursos humanos Manpower refleja que en estos momentos, el 81% de las empresas cántabras tienen dificultades para encontrar trabajadores, algo que no había ocurrido desde 2007. La carencia es especialmente grave en ámbitos como la informática o la construcción, pero también se da en la hostelería, un sector en el que esta falta de personal se agravará de cara al verano, aunque ha reclutado numerosos trabajadores extranjeros.

Apuros domésticos

En estas circunstancias, la economía, que la oposición consideraba un factor decisivo para forzar un cambio de gobierno, ha quedado fuera del debate electoral. Cantabria no puede presentar unos resultados especialmente brillantes, pero es cierto que el déficit previsto para el año que viene (0,1% según estima la AIREF) bastante por debajo del 0,3% autorizado. La inflación, que llegó a superar el 10%, ha bajado a la mitad, si bien la cesta de la compra sigue disparada y, aunque eso afecta al consumo diario, no es tan evidente en la calle: la venta de coches crece a un ritmo del 24%, las terrazas están llenas, a pesar de que hay muchas más que antes de la pandemia, y en los restaurantes cuesta encontrar mesa, siendo bastante más caros que antes.

Ese escaparate que es la calle hace más difícil para la oposición trasladar el mensaje de que la economía familiar está más apurada que nunca, sobre todo, la de quienes pagan una hipoteca, con unos tipos de interés que han subido rapidísimamente por la lucha del Banco Central Europeo contra la inflación.

Es cierto que en el volumen de turismo no se notan esas apreturas económicas, pero sí en la venta de viviendas, que se paró en seco a raíz del encarecimiento de las hipotecas. Y eso puede acabar con la buena marcha del sector de la construcción, que por fin remontaba.

La exportación cántabra  está tirando con fuerza, por motivos que pueden estar relacionados con el menor coste de la energía en España, por el abaratamiento del empleo en términos comparativos –los convenios han subido la mitad que la inflación– o por haber ganado clientes durante la pandemia que anteriormente se suministraban en China.

En el balance general, la economía, que de haber evolucionado como preveían los expertos iba a ser el mayor quebradero de cabeza electoral para los partidos que están al frente del Gobierno regional, puede acabar convirtiéndose en aliada. Nunca se puede dar nada por seguro en el mundo actual, porque cualquier acontecimiento cambia rápidamente el panorama (la quiebra de un banco mediano norteamericano basta para desestabilizar a la banca de todo el mundo) y nunca se puede descartar el cierre inesperado de un empresa importante, pero en estas elecciones, el presidente cántabro no parece que vaya a tener ahí su principal preocupación.

Los datos económicos, por el momento, están siendo tranquilizadores y a medida que se acerca el verano parece más seguro que se repetirá la invasión del pasado, cuando el propio Revilla arriesgó pidiendo a los turistas que dejasen las visitas para el otoño, porque corríamos el riesgo de colapsar.

Una cifra histórica de empleados

España ha tenido siempre muchas dificultades para ofrecer ocupación al 100% de su población laboral. Incluso el franquismo, que trató de ser autárquico, tuvo que aceptar la salida de dos millones de emigrantes, que con sus remesas de ahorros se convirtieron en la primera fuente de divisas del país, antes del boom del turismo. Ese problema estructural se ha mantenido hasta hoy. Ni siquiera en 2007, en plena euforia económica se bajó del 8% de paro. Tras una fuerte subida posterior, el empleo ha vuelto a crecer hasta alcanzar unos niveles desconocidos y la tasa de paro ha bajado al 9,3%, cuatro puntos por debajo de la media nacional. Si en los años 80 trabajaban en España 12 millones de personas, ahora mismo superamos los 20,6 millones de ocupados.

Aunque tenga mucho que ver la estacionalidad, la hostelería, el sector público e incluso el nuevo sistema de conteo de los fijos-discontinuos, que impide hacer un cálculo exacto, la cifra es tan superior a las precedentes que es difícil poner en duda esa mejoría.


Catarata de adjudicaciones

El complejo proceso para el soterramiento de la línea de vía estrecha en Torrelavega acaba de empezar, y con él las quejas.

En todas partes hay elecciones, pero Cantabria es la comunidad donde más han crecido las contrataciones públicas desde comienzos de año, nada menos que un 784% si se compara con el mismo trimestre del año anterior, según la patronal de la construcción Seopan. En el conjunto nacional han bajado un 8,7%.

Es solo el comienzo. En las últimas semanas, este proceso se ha acelerado con una auténtica catarata de adjudicaciones o aprobaciones de proyectos que tardarán más o menos en materializarse, pero que ya están en la pista de salida, como el tercer carril en la Autovía A-67 entre Polanco y Santander, publicado en el BOE del 8 de mayo con una dotación de 202 millones.

ADIF, por su parte, acaba de adjudicar la instalación del BAB en el tramo Torrelavega-Santander y en el Maliaño-Astillero por 23,5 millones de euros. Este Bloqueo Automático Banalizado garantiza la distancia entre trenes a través de señales, reforzando así la fiabilidad y el número de trenes que pueden circular por esa vía. Además, acaba de sacar a licitación pública las expropiaciones para hacer doble la vía entre Santander y Muriedas, un tramo que se sumará a los 7 kilómetros ya adjudicados, en los que invierte 37,3 millones.

Después del fiasco que supuso plantear unos trenes que no hubiesen cabido por los túneles (en realidad, lo que no cabía era el sistema de toma de energía) lo que ha retrasado tres años la jubilación de los actuales, el Ministerio de Transportes ha acelerado otras inversiones en vía estrecha para congraciarse con Asturias y Cantabria, además de hacer gratuitos los viajes.

Su Plan de Cercanías ha destinado 626,6 a esta red de ancho métrico que incluye la modernización de todas las instalaciones eléctricas que lo alimentan. En Cantabria habrá una nueva subestación en Requejada y se renovarán las de Puente San Miguel (en la línea Santander-Cabezón) y Orejo (línea Santander-Liérganes).

También se va a instalar el sistema de señalización BAB en varios tramos, licitados por 34,6 millones; se ha reforzado el viaducto de Raos (2,4 millones de euros); se ha instalado una nueva señalización en el tramo Astillero-Orejo (5,5 millones) y el Consejo de Ministros acaba de adjudicar una modernización de las catenarias por importe de algo más de doce millones de euros.

Primer paso del complejo soterramiento de Torrelavega

Pero lo más complejo, sin ninguna duda, va a ser el ansiado soterramiento de la estación de Torrelavega, para la que se acaba de concursar la construcción de una vía auxiliar que costará algo más de cinco millones de euros y llevará un año de trabajo. Una vez entre en funcionamiento este desvío se empezará a excavar el falso túnel que permitirá soterrar las vías a su paso por la ciudad.

Una inversión de entre 80 y 100 millones de euros que va a llevar cuatro años, durante los cuales Torrelavega se quedará sin estación. Un autobús llevará a los viajeros a las más próximas, pero no parece que eso sea suficiente para muchos de ellos, que ya se han empezado a quejar por las molestias.


El hecho de que este máximo histórico se haya producido en el trimestre en el que todos los institutos de análisis habían aventurado que se produciría una recesión económica también es significativo. Si los empresarios han seguido contratando desafiando esas perspectivas sombrías, parece probable que la tendencia del empleo se mantenga en los próximos trimestres, para los que hay mejores augurios.

En el informe emitido por la AIREF a comienzos de marzo sobre la economía de Cantabria mejora sus previsiones, ya que estima que los ingresos de la comunidad van a crecer un 7%, en parte por la incorporación de fondos europeos no consumidos el año pasado, y los gastos aumentarán un 5%. Solo ese remanente añadirá un 0,8% al PIB, lo que maquillará ligeramente la desaceleración económica de este año.


La deuda cántabra sobre el PIB baja a niveles prepandemia

La gran prueba de esta legislatura ha sido, sin ninguna duda, la pandemia. Que toda la población sea confinada en sus casas durante cien días y que el Estado pase a hacerse cargo de sus salarios para evitar el colapso de cientos de miles de empresas era una situación inimaginable. El esfuerzo económico realizado en ese momento no tiene parangón alguno con otra circunstancia que no sea una guerra y aunque haya sido el Estado el que se ha hecho cargo de la mayor parte de los gastos sanitarios y salariales (también sufragó buena parte de los realizados por las autonomías y los ayuntamientos), ninguna administración salió indemne.

En el caso del Gobierno de Cantabria, la deuda pública, medida en porcentaje de PIB, pasó de un 22,5% a un 26% a finales de 2020. Afortunadamente, luego se ha ido reduciendo su peso muy rápidamente por el fuerte incremento de la fiscalidad que produce la recuperación y el no haber deflactado las tarifas fiscales y por la llegada de los Fondos de Recuperación. En diciembre de 2022 ya había bajado al 22,5% (por debajo del  nivel previo a la pandemia) y la AIREF acaba de anticipar que este año quedará en el 20,9%, menos de lo que había en 2014. Esto no evita que la cuantía adeudada haya seguido creciendo, aunque el sistema de cálculo universal es la capacidad que tiene una economía (PIB) para pagarla.


Con unos factores económicos francamente favorables, poco más podía pedir el presidente, pero la suerte nunca es completa, y las encuestas indican que su popularidad  ha bajado mucho en Cantabria (bastante menos en el resto del país). Quizá, como todos los fenómenos populistas, tenga su ciclo, pero el presidente cántabro sigue siendo deseado por todas las televisiones, donde el eleva el share de cualquier programa. Esta encuesta indirecta, la de quienes optan por ver un canal y no otro, todavía le respalda. La del CIS, no. El día 28 se comprobará cuál es más fiable.


El trazado del tren a Bilbao, una polémica desplazada a después de las elecciones

Cualquier debate sobre futuras infraestructuras solo tiene en cuenta los efectos positivos. Hay que hacer más vías para trenes rápidos, más autovías o más campas portuarias, pero todo ello tiene un coste en afectados que casi nunca se menciona. Ni por los partidos que gobiernan, ni por quienes lo exigen desde la oposición. Revilla lleva muchos años en política como para desconocerlo, y sabe que probablemente le tocará gestionar esos enfados, así que se ha cuidado de plantear por el momento las alegaciones al trazado del tren rápido Santander-Bilbao. El Gobierno cántabro tiene previsto hacerlas porque se han propuesto varias alternativas, cada una con sus ventajas e inconvenientes, pero las presentará una vez pasen las elecciones, si gobierna.

Revilla no oculta que ha tomado esa decisión para evitar un conflicto previo en todos aquellos municipios por los que discurrirá la vía, cuyo trazado va a ser distinto al que tiene la línea actual de vía estrecha, frente a lo que se aventuraba inicialmente. Tampoco costará entre 300 y 400 millones, sino 1.400, o más, porque obligará a construir decenas de viaductos y túneles, uno de ellos kilométrico, desde Castro Urdiales a Bilbao.

Tanto si, a la salida de Santander, se elige la trayectoria por el norte de Peña Cabarga como si se opta por rodear este macizo por el sur, el conflicto con los afectados está asegurado. Y no va a ser el único. Solo la parte que discurrirá por túneles evitará ese problema, porque no afectará a vecinos concretos ni se convertirá en una barrera para la comunicación de algunos barrios entre sí.

La dificultad de encajar un nuevo tren en un paisaje físico y humano como el de Cantabria es grande, por la dispersión de los vecindarios y por el hecho de que los valles son perpendiculares a la costa y están separados por masas de caliza que solo pueden ser superadas horadándolas. Pero, al menos, Cantabria tiene una ventaja con respecto a Asturias, dispone de una rasa en la franja costera que facilita parte del recorrido.

Este tren, como explicó Revilla en el Círculo Empresarial Cantabria Económica, nunca podría extenderse hasta Asturias, porque nada más llegar a aquella comunidad tendría que enfrentarse a la Sierra del Cuera, que llega hasta el mar y, a partir de ahí, a un reto permanente de nuevas montañas. Esa dificultad técnica ha hecho que Revilla no haya acudido a pedir el apoyo de su amigo Bardón, presidente del Principado, como ha hecho con el lendakari Urkullo, que se lo ha prestado inmediatamente y se ha comprometido a defender la iniciativa como propia ante el Gobierno central.

El obstáculo principal es el económico, pero los 1.400 millones de euros que se calculan en una primera estimación no parecen insalvables, dado que el Gobierno de la nación está empleando prácticamente la misma cantidad en llevar el AVE desde Palencia a Reinosa, donde los movimientos de pasajeros serán, con toda seguridad muy inferiores a los que tenga la línea con Bilbao. Si se usan como referencia los flujos por carretera, la frontera de Cantabria por el sur, en la Autovía de La Meseta, apenas la cruzan 8.000 vehículos diarios, frente a los más de 60.000 que pasan algunas jornadas de verano por la divisoria entre Cantabria y Vizcaya.

El tren a Bilbao hará el recorrido en 58 minutos y no estará en circulación antes de 2040. Parece una fecha lejana pero 17 años (16 desde que se empiece a redactar el proyecto) no son tantos cuando hay que plantear un trazado nuevo completo y salvar tantos obstáculos.


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