El Santander salva la cara del sector financiero español
El Estado es el primero en cobrar los dividendos del Santander, pero no es el único. El Banco tiene 3.800.000 accionistas repartidos por todo el mundo que, de haberse presentado a la junta general celebrada el pasado mes, hubiesen causado un notable problema de acomodo, porque, por sí solos triplicarían el turismo que recibe la región en todo el año.
Las dimensiones que ha adquirido el Banco Santander producen este tipo de circunstancias y algunas otras igual de sorprendentes. Si hace medio siglo la provincia seguía siendo el núcleo principal del negocio, ahora ni siquiera lo es España. Brasil acaba de convertirse en el mercado donde obtiene más beneficios y dado que la economía carioca crece a un ritmo de casi dos dígitos mientras que la española sólo aspira a no seguir cayendo, a finales de este año la diferencia ya será muy notoria. Eso ha empujado la valoración de la filial brasileña –que cotiza en Bolsa de forma independiente– hasta alcanzar la mitad de lo que vale todo el Grupo Santander, lo que indica la proyección que tiene la marca en aquel país.
También es un indicio de que el grupo en su conjunto no está suficientemente valorado. En cualquier caso, no deja de ser satisfactorio para Botín que el Santander Brasil valga más que dos de los bancos que durante mucho tiempo han sido una referencia mundial: la Société Generale francesa o el alemán Deustche Bank.
Nueve grandes cestas
La crisis económica ha vuelto a poner de relieve lo importante que es repartir los huevos en varias cestas. El Santander los tiene en nueve grandes y varias más pequeñas y eso le ha permitido resistir los embates de la recesión bastante mejor que otros competidores, hasta convertirlo en el banco europeo más sólido frente a cualquier contingencia, una baza que Rodríguez Zapatero no ha dejado de aprovechar para acallar los rumores de los mercados sobre la fiabilidad de España y que inevitablemente pone en aprietos a otros países, aparentemente más solventes, que se verán obligados a desvelar la inferior respuesta de sus bancos a los test de estrés y, por tanto, a reconocer que su sistema financiero es bastante menos sólido.
En los nueve mercados a los que se refiere Botín tiene una cuota significativa, lo que indica que es una de las tres primeras marcas de la zona. En la única donde no se da esta circunstancia es en Estados Unidos, por el hecho de que su sistema bancario está muy fragmentado y no es fácil avanzar rápido. El Santander opera, sobre todo, en la costa Este, después de adquirir el Sovereing, que ya ha entrado en beneficios, y acaba de comprar otra entidad para aprovechar las oportunidades que ahora ofrece el país.
Captación de clientes en el exterior y en España
La crisis ha cambiado muchas cosas y ha puesto de manifiesto la importancia de la red creada por el Banco en algunos países emergentes, tanto por las fortísimas tasas de crecimiento de sus economías como por la aparición de una clase media compuesta por muchos millones de ciudadanos que necesariamente han de convertirse en nuevos clientes de los bancos. Es bien conocido el énfasis que pone Botín en el negocio bancario tradicional –el minorista– como corazón del negocio, sobre todo después de las malas experiencias que han tenido otros competidores con formas de banca demasiado sofisticadas.
Ninguna otra entidad ha apostado por los países emergentes como el Santander y Botín está recogiendo la cosecha. En Brasil, México, Chile o Polonia ni los gobiernos ni los ciudadanos están sobreendeudados, como ocurre en Europa o en Estados Unidos, y eso significa que hay mucho margen de crecimiento para compensar lo que ocurre en casa. Basta señalar que los beneficios del Banco en Latinoamérica crecieron el pasado año un 21% en dólares constantes (mucho más si se tiene en cuenta la revalorización del dólar frente al euro), unas tasas impensables en otras latitudes.
En los mercados maduros, como el español, para crecer sólo hay una posibilidad: quitarle clientela a otros y Botín ha aprovechado para pescar el río revuelto de la reordenación de bancos y cajas. En un momento de confusión general, sobre todo en las cajas, ha sacado la artillería, ofreciendo depósitos al 4% para los clientes de otras entidades, con lo que ha conseguido captar unos 30.000 millones de euros, que con los 45.000 obtenidos por otras vías le han permitido quitar casi tres puntos más de cuota a sus rivales.
Aunque el precio que paga por este dinero no es barato, la operación resulta mucho más rentable para el Banco que adquirir entidades que luego tendría que sanear, a costa de sus recursos de capital, que en estos momentos se han convertido en el bien más preciado de cualquier institución financiera.
Compra de carteras
Botín también está adquiriendo cartera de créditos al consumo en el mercado internacional, cuyo valor se ha deteriorado sensiblemente en los últimos años al multiplicarse la morosidad. Su Banco juega con las expectativas de tener una posición aún más sólida en el negocio minorista en el momento en que la economía repunte. También ha comprado el 25% de su filial mexicana que estaba en manos del Bank of America, convencido de que México va a ser el nuevo Brasil para su Banco.
A la división brasileña tiene que mucho que agradecerle y no sólo el haber sido un importante puntal para mantener los beneficios mientras descendían en España. Las plusvalías obtenidas en la colocación de una parte de las acciones del Santander Brasil en Bolsa han servido para reforzar el core capital de la matriz, de forma que, mientras la mayoría de sus competidores ha visto como se debilitaba su solidez durante la crisis, en el Santander el ratio de solvencia más apreciado ha subido un par de puntos.
La entidad adoptó una política arriesgada en los últimos años de euforia económica, al repartir una gran parte de los beneficios, lo que deja muy satisfechos a los accionistas pero impide fortalecer los recursos propios por esta vía. Eso ha dado lugar a que, con el descenso de la cotización, los dividendos supongan por sí mismos una rentabilidad de alrededor de un 7%. Dar marcha atrás en una política de reparto tan generosa no era fácil, aunque otras empresas lo hayan hecho, y el Banco encontró una vía que dejaba igual de satisfechos a los accionistas y, al tiempo, mantenía esos recursos dentro de la entidad, la de pagar en acciones. La iniciativa ha sido bien acogida y se repetirá este año, aunque todo ello no está sirviendo para que la acción supere el temor de los inversores. Esa es la única contingencia que se le escapa al Banco, aunque calcula que el reconocimiento del valor creado en el precio de la acción es cuestión de tiempo. El problema es que nadie sabe cuánto.