A prueba de los elementos

El desarrollo de las energías marinas exige resolver los graves efectos que tiene un medio tan hostil sobre las estructuras metálicas, entre ellos la corrosión por la fijación de microorganismos o la erosión que sufren las palas de las turbinas provocada por la cavitación, es decir, por el desgaste derivado de la implosión de las burbujas que generan con su propia actividad.
Ambos problemas están muy cerca de encontrar solución. Así se desprende de la reunión de seguimiento que mantuvieron en Santander los siete socios del programa Acorn –entre los que se encuentran la empresa cántabra Degima y el Centro Tecnológico de Componentes–. Lo pudieron constatar también más de 40 empresas y centros de investigación nacionales e internacionales que asistieron al acto.

Dos familias de recubrimientos

Para evitar la corrosión causada por los microorganismos marinos (biofouling), los investigadores han optado por una pulverización térmica de aluminio acompañada de sustancias antiincrustantes respetuosas con el medio ambiente. La mayoría de los recubrimientos y pinturas que ahora se utilizan para evitar el crecimiento de microorganismos en los materiales sumergidos liberan sustancias bioactivas en el agua que crean, a la larga, un riesgo ambiental. A diferencia de estas soluciones tradicionales, el nuevo recubrimiento que se ha descubierto gracias al programa Acorn actúa únicamente sobre los organismos adheridos a la superficie tratada.
Otra línea de trabajo en la que se han logrado grandes avances es la localización de materiales que, por su dureza, minimicen el efecto de la cavitación y alarguen la vida útil de las turbinas. Se podrá conseguir que funcionen durante más tiempo, con una mayor eficiencia, que generen más energía y que tengan un menor coste de fabricación, según el coordinador de proyectos del CTC, Raúl Rodríguez. La solución encontrada se va a patentar, por lo que los participantes no han querido desvelar ningún detalle sobre la naturaleza de estos materiales y sus características.
La importancia de los hallazgos no se limita a la prolongación de la vida media de los equipos que se emplean en la generación de energía marina. Pueden dar solución a un problema de rápida corrosión y adherencia de microorganismos que se arrastra desde que el hombre se aventuró a navegar y que muchos siglos después sigue sin ser solucionado en la construcción naval, en las plataformas de gas y petróleo y en la industria eólica marina.

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