Villar Mir vuelve a sorprender

¿Una actividad industrial ruinosa, destinada al cierre hace una década, podría acabar controlando un trozo del mercado eléctrico español que importantes multinacionales desearon y no pudieron alcanzar? Sí, si detrás está Juan Miguel Villar Mir. El imprevisible empresario acaba de lanzar una OPA sobre Hidroeléctrica del Cantábrico a través de su empresa de ferroaleaciones Ferroatlántica, una de cuyas plantas está en Boo de Guarnizo. La insólita decisión (Ferroatlántica, a pesar de su pujante evolución, factura cuatro veces menos que Hidrocantábrico y sus beneficios son la sexta parte), parece una jugada estratégica pero su resultado final es incierto.
Villar Mir ha sorprendido de nuevo a los mercados. El ex vicepresidente del Gobierno con Adolfo Suárez ya tiene una larga experiencia. Adquirió y reflotó Obrascon, una constructora en crisis propiedad de Altos Hornos, que más tarde convirtió en una de las grandes del sector tras fusionarse sucesivamente con Elsan, Huarte y Lain. Entre medias, compró a Carburos Metálicos su división de ferroaleaciones, en la que se encontraba la fábrica cántabra FYESA, un grupo que redenominó Ferroatlántica y con el que se ha ido haciendo con el absoluto control del sector. Poco después consiguió quedarse con Fertiberia, la división de fertilizantes de Ercros. Todas ellas han cambiado de rumbo y ahora apunta a su presa más espectacular: Hidrocantábrico, una sociedad perfectamente sana y muy rentable que en los últimos meses ha sido objeto de otras dos opas que no llegaron a fraguar. Ambas se estrellaron con el blindaje que mantiene el consejo de administración, que obliga a controlar el 75% de las acciones para tomar el mando de la compañía, y con el veto del consejo de ministros a que fuese absorbida por otra eléctrica nacional, con la consiguiente merma de la ya escasa competencia.
Ahora, Villar Mir emplea una de sus sociedades, Ferroatlántica, como compañía instrumental, algo que ya ha ocurrido con otras operaciones de compra anteriores. Sin embargo, en esta ocasión puede dar lugar a un sensible cambio en la estructura interna de la empresa. La opa se presenta en alianza con la eléctrica berlinesa EnBW que, en el caso de triunfar, se haría con un 50% de Ferroatlántica.
Es esta asociación lo que plantea las dudas, ya que el Gobierno no parece dispuesto a admitir empresas con capital estatal en un sector a liberalizar y el 25% de EnBW está controlado por la empresa pública Electricité de France, que ya ha intentado entrar en España en otras ocasiones sin conseguirlo.
Ferroatlántica y EnBW ofrecen 89.300 millones de pesetas por el 25% de Hidrocantábrico, una cifra que está muy por debajo de las expectativas de los accionistas, pero esta oferta parece la apertura de un proceso que llevaría a otra bastante más sustanciosa y por el 100% del capital si antes el consejo de administración acepta reformar los estatutos para retirar el blindaje accionarial, lo que requiere el apoyo del 75% del capital. Aunque la primera opa no ha sido bien acogida por el consejo de HC y previsiblemente habrá contraopas, la ley le otorga al primer candidato el derecho a presentar la última oferta.
Villar Mir ya fue presidente de Viesgo y la actividad de Ferroatlántica no es del todo ajena a la de Hidrocantábrico. El grupo tiene dos saltos de agua en Galicia con los que genera 117 megavatios y, por otra parte, es uno de los primeros consumidores de energía de España; su planta de Guarnizo consume por sí sola más electricidad que los 160.000 vecinos de Santander.
Las dudas que plantea la opa no se centran tanto en la capacidad financiera de Ferroatlántica para asumir una empresa cuyo valor se acerca al medio billón de pesetas, como en el socio elegido, participado por el más temido enemigo del sector eléctrico español, EDF, que controla los 31 millones de clientes franceses gracias a su posición de monopolio.

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