Chequeo a las pymes

Lo mismo que el médico diagnostica a un paciente tras explorarle y cuestionar sus síntomas, un tecnólogo puede dibujar el perfil de una empresa tras averiguar si desarrolla actividades de I+D+i, si ha solicitado ayudas para poner en marcha algún proyecto o si ha adquirido nueva maquinaria para mejorar su proceso productivo. Otros aspectos determinantes para salir airosos de un examen tecnológico son las patentes, los dibujos industriales, las innovaciones que la propia empresa ha ideado o la existencia de una gerencia volcada en estos asuntos.
A estas preguntas y a otras muchas ya han respondido cerca de setenta pymes cántabras que han aceptado la invitación de la Cámara de Comercio de Santander para hacerse un chequeo sobre su nivel de tecnología.
No es la primera actuación que se dirige al fomento de la innovación pero sí la única destinada específicamente a las pymes para lograr que las que no desarrollan innovación comiencen a hacerlo y el resto le saquen más provecho.
La empresa cántabra de control de calidad Soningeo fue una de las primeras en pasar a la acción y, tras la visita de los expertos, ha desarrollado un área de innovación, ha contactado con otras empresas tecnológicas europeas y está formando a su personal.
La dirección de esta compañía especializada en geotecnia, medio ambiente, aguas y materiales de construcción siempre ha prestado una relevancia significativa a la innovación para canalizar nuevas actividades y servicios al cliente. Por eso, después de acreditarse en ensayos de hormigón, el perfil les sirvió para optimizar una nueva propuesta que consistía en acreditarse como laboratorio para la detección y control de la legionella, una bacteria que causa graves problemas sanitarios y que, por lo general, se asocia a sistemas de acondicionamiento de aire o aspersores de agua.
Soningeo tiene abiertas otras líneas de innovación en materiales de construcción y apoya a fabricantes y constructoras cántabras. La Cámara también les ha ofrecido vigilancia tecnológica para tener conocimiento de todas las innovaciones que puedan afectarles.
A estas alturas, ya han recibido tres ofertas de tecnología y sus empleados están asistiendo a jornadas para aprender a gestionar mejor la innovación, implantar la certificación de I+D+i y conocer las ventajas fiscales de innovar.

Las pymes pierden el miedo a innovar

Los perfiles tecnológicos, que se prolongarán hasta el primer trimestre de 2007, están demostrando ser un buen sistema para captar información de primera mano sobre lo que ocurre en las empresas.
Tras visitar 66 de las 130 pymes que se han fijado como objetivo, ya se puede afirmar que las empresas cántabras se interesan por la innovación, sobre todo, cuando se refiere a sus productos o a sus procesos de fabricación. Pero muchas veces no son conscientes de estar innovando. Uno de los expertos que está recorriendo una a una las empresas, Jorge Muyo, se ha encontrado que en muchos casos no tienen la percepción de estar realizando actividades de I+D: “Es necesario abrirles los ojos, mostrarles que sus acciones son susceptibles de ser innovadoras y darles pistas para que se beneficien de las condiciones fiscales que tienen a su alcance”, destaca.
Otra recomendación que suele hacer a las pymes es que se atrevan a divulgar ofertas y demandas tecnológicas a través de la red europea Galactea, compuesta por empresas, inventores e investigadores universitarios y que soliciten colaboración a Sodercan, a la Universidad de Cantabria o a la propia Cámara: “Nuestra tarea es redireccionarles para que conozcan la puerta a la que han de llamar”, explica el tecnólogo.

El ejemplo de Vèringer y Acorde

Acorde recurrió a este camino desde su origen ya que nació como un proyecto ligado a la Universidad y, de hecho, sigue emplazada dentro del campus cántabro hasta que pueda trasladarse al futuro Parque Tecnológico. Pese a ser una de las empresas regionales punteras en tecnología y poseer un amplio mercado internacional, también se prestó al diagnóstico y, a consecuencia de ello ha publicado una oferta de tecnología para la que ya ha recibido respuestas de dentro y fuera de España; se ha beneficiado de los cursos de formación y la Cámara le está ayudando a buscar socios en proyectos de I+D+i.
La clave es que la empresa se muestre tan dispuesta a innovar como Vèringer, otra compañía que destina a este campo entre un 2,5 y un 5% de su facturación anual. La ingeniería cántabra va a poner en marcha un laboratorio de biotecnología para la gestión y recuperación de suelos contaminados en Torrelavega, frente a la Escuela de Minas. Y para llevar a cabo el proyecto, al que ha dedicado dos años de esfuerzo, ha buscado partners en el área de descontaminación de suelos mediante la red Galactea. Así es como acaban de alcanzar un preacuerdo con una empresa estadounidense que le va a suministrar tecnología de descontaminación.
La directora de operaciones de Vèringer, Isabel López, dice que el perfil les ha servido para iniciar relaciones con otras empresas, cursar formación especializada e, incluso, mejorar la gestión de la innovación que ya hacían. Por ejemplo, han aumentado la vigilancia tecnológica sobre las actividades de su competencia. Y es que, tras el estudio de la Cámara, han conocido nuevas herramientas y hoy destinan dos trabajadores a estas labores de vigilancia en el área industrial y medioambiental.

Colaboración europea

Estos perfiles forman parte de un proyecto Interreg en el que colaboran instituciones de regiones y ciudades europeas que tienen sistemas económicos y sociales parecidos, en este caso, Cataluña, Toulouse, Oporto y la cámara cántabra, que está resultando una de las más activas en materia de innovación.
Lo lógico sería pensar que tejidos empresariales tan diferentes como Cantabria y Cataluña arrojarían resultados diferentes pero la realidad es que los problemas son semejantes: “Las pymes están cortadas por el mismo patrón y es parecido tanto lo que necesitan como su interés por la innovación”, confirma Muyo.
Por experiencia propia, sabe que todas están dominadas por el día a día del negocio por lo que tienen cierta reticencia inicial a entrar en el terreno de la innovación, más vinculado al largo plazo. Y es que la innovación, más que medios, exige convencimiento.

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