Los técnicos en mantenimiento de aviones se formarán en Cantabria

El continuo incremento del transporte aéreo ha convertido a los técnicos en mantenimiento de aeronaves en objeto de deseo para los escasos talleres especializados que existen en España y que en muchos casos, ante la inexistencia de personal cualificado, deben formar ellos mismos a sus trabajadores.
A partir de este curso académico y gracias al empeño del Departamento de Mantenimiento de Vehículos Autopropulsados del Instituto de FP González de Linares, Cantabria contará con la posibilidad de recuperar parte de su lejana tradición aeronáutica, al menos en aquellos aspectos que tienen que ver con la formación de especialistas en mantenimiento aeromecánico.
El Instituto santanderino será el segundo centro de formación profesional autorizado en España a impartir esta titulación. Hasta la fecha, en el campo de la enseñanza pública, tan sólo se ofrecía esta especialidad en un centro madrileño –el Instituto Barajas–. Aunque el presupuesto autorizado por la Consejería de Educación es muy modesto (doce millones de pesetas), permitirá poner en marcha en Santander estas enseñanzas con las que dar respuesta a la demanda que existe de especialistas en este campo, aún más acusada desde que el Ejército, habitual cantera de técnicos en mantenimiento tanto de automoción como aeromecánico, restringió su actividad formativa para orientarla hacia los militares profesionales.
El Instituto santanderino, que cuenta con 187 profesores y 1.700 alumnos entre secundaria y ciclos formativos, abordará tan sólo la rama de aeromecánica, en un grupo limitado a 20 alumnos, dejando para un futuro la más compleja de aviónica (el estudio de los componentes electrónicos de la aeronave). El ciclo formativo durará dos años, al cabo de los cuales los alumnos obtendrán la titulación de técnico superior en mantenimiento aeromecánico. “Por lo que cuesta el seguro escolar, es decir, 187 pesetas, el Instituto dará a estos alumnos una enseñanza que en el sector privado cuesta mucho dinero”, subraya uno de los profesores del Departamento, José Manuel Samperio, quien resalta, además, el equipamiento con que cuenta el Instituto para impartir estas enseñanzas, “estamos mejor dotados que cualquier centro de formación relacionado con el mundo de la aviación, y esto lo han reconocido técnicos de Aviación Civil que han estado viendo las instalaciones. Podemos disponer de dependencias ajenas al propio departamento de automoción, como electrónica y fabricación mecánica. En total, contamos con 4.000 metros cuadrados de superficie disponibles para el ciclo”.
El Instituto ha solicitado al Ejército del Aire la donación de material para la enseñanza y está estableciendo convenios con las compañías que operan en Parayas (Seaco y Air Nostrum) para llevar a cabo las prácticas de mantenimiento en sus departamentos.
A pesar de la creciente demanda de los mecánicos de mantenimiento de aviones, en España tan sólo existen ocho centros reconocidos por la Dirección General de Aviación Civil y están situados en Palma de Mallorca, Madrid, Barcelona, Santa Cruz de Tenerife y Málaga. De ellos, sólo tres –entre los que se encuentra el Servicio de Helicópteros de la Dirección General de la Policía– están capacitados para la formación en aviónica.

Un sector en auge

España cuenta con cerca de 3.000 aeronaves en activo y de nuestro país salen o entran por vía aérea más de cien millones de personas al año. Gran parte de esos aviones han de realizar aquí las operaciones de mantenimiento; además, España es uno de los países europeos que tienen una flota de aviación general y deportiva más vieja, lo que exige un mayor esfuerzo de mantenimiento.
El número de empresas dedicadas a esta labor y reconocidas por Aviación Civil, es de 50 en todo el territorio nacional y en muchos casos están ligadas a grandes aerolíneas, sujetas a un riguroso programa de revisión de sus aeronaves y que cuentan con su propio servicio de mantenimiento. El pasado año se registró una gran actividad en esos departamentos ya que ha aumentado el número de compañías extranjeras que han confiado parte del mantenimiento de su flota a los centros españoles, lo que ha provocado un sensible aumento de la cartera de trabajo. El sector facturó el pasado año en España cerca de 60.000 millones de pesetas.
Aunque con programas menos exigentes, la aviación privada o deportiva también está sujeta a controles periódicos de mantenimiento que deben ser supervisados por la DGAV. Las avionetas han de pasar anualmente una inspección que lleva a cabo la Delegación de Seguridad en Vuelo, y que es necesaria para renovar el certificado de aeronavegabilidad, pero existe además un programa de mantenimiento que obliga a la aviación ligera a llevar a cabo una revisión cada 50 horas de vuelo. Esta exigencia crea serios problemas para las compañías y propietarios particulares que tienen su base en el norte del país, ya que en toda la Cornisa Cantábrica no existe un sólo taller que preste servicio a la aviación privada, que debe desplazarse hasta Madrid, Barcelona, Valencia o incluso a Tarbes (Francia) para llevar a cabo revisiones supervisadas o reparaciones de cierta importancia, lo que implica vuelos adicionales donde se consumen parte de las horas de crédito hasta la siguiente operación de mantenimiento.
La existencia de un parque de aeronaves significativo en los aeroclubs de la Cornisa Cantábrica parece evidente que propiciará, antes o después, una iniciativa empresarial en ese sentido –en Parayas el parque de avionetas privadas está formada por cinco aeronaves, en Bilbao hay diez, cuatro en San Sebastián, y doce en el Aeroclub de Llanera (Asturias), a las que se pueden sumar el parque de los aeroclubs gallegos o los de León, Burgos, Pamplona, Vitoria o Logroño–. De hecho, muchas de estas asociaciones deportivas han mostrado su interés por los técnicos de mantenimiento que se van a formar en el Instituto santanderino, aunque los alumnos ya son conscientes de que la mayoría desempeñarán su vida laboral fuera de la comunidad cántabra.