Eficiencia energética

Consumir menos energía para producir el mismo confort y protegiendo el medio ambiente. A ello se dirigen las nuevas medidas de construcción y rehabilitación de edificios impuestas por el Código Técnico de Edificación que prometen reducir un 21% la demanda de calefacción de las viviendas en bloque y hasta un 37% la de casas aisladas. El cambio es inminente ya que, a partir de marzo de 2007, todos los edificios tendrán que contar con sistemas de energía solar térmica y fotovoltaica y cumplir requisitos muy exigentes respecto al aislamiento técnico de ventanas, cubiertas, paredes o forjados con el fin de retener el calor durante el invierno y dejarlo salir en el verano.
Siguiendo esta línea de ahorro energético, el Gobierno central también va a modificar el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE), la normativa que regula las condiciones de las instalaciones de calefacción, climatización y agua caliente sanitaria, y comenzará a exigir, como transposición de una directiva comunitaria, la calificación energética de las viviendas, lo que se traducirá en un certificado que las clasificará en función de su nivel de eficiencia.
La certificación permitirá al propietario, comprador o inquilino conocer si la vivienda se ha construido teniendo en cuenta el máximo aprovechamiento energético y si se han limitado las emisiones de CO2 para no dañar al medio ambiente.
En la práctica, permitirá hacer inspecciones periódicas de las calderas, realizar auditorías energéticas en edificios de alto consumo y facturar los gastos de energía –calefacción, climatización y agua caliente sanitaria– en función del consumo real.

Energías renovables

Uno de los objetivos del Código Técnico de Edificación aprobado hace siete meses es lograr que parte de la energía provenga de fuentes renovables. En concreto, establece que la producción de agua caliente sanitaria se realice con un aporte obligatorio de energía solar térmica que variará entre el 30 y el 70% en función del consumo y de la zona ya que, si el edificio quedase en sombra, habría que compensarlo con el uso de otras energías renovables.
Como resultado, se calcula que se instalarán más de cuatro millones de metros cuadrados de paneles solares térmicos en los edificios de nueva construcción durante los próximos cuatro años. En Cantabria, el Gobierno acaba de destinar un millón de euros a 36 proyectos de aprovechamiento de la energía solar para generar luz y calefacción en polideportivos, colegios, campos de fútbol, escuelas o piscinas. El Ayuntamiento de Santander, por su parte, a partir de diciembre, no concederá licencias para construir nuevas edificaciones o para hacer rehabilitaciones integrales si no incluyen un proyecto de captación de energía solar que facilite hasta el 60% del agua caliente sanitaria.
A la obligación de recurrir a la energía solar, la normativa añade otras exigencias sobre los cerramientos, dirigidas a alcanzar el confort térmico en el interior de la vivienda según sus condiciones climáticas, estacionales o de uso. La luz interior también deberá ser regulada en función del aporte de luz natural exterior y habrá una contribución fotovoltaica mínima a la energía eléctrica consumida por centros comerciales, hoteles, oficinas u hospitales.
Lo que más preocupa ahora es el incremento en los costes de construcción de la vivienda que pueden derivarse del cumplimiento de todas estas exigencias energéticas. El Gobierno cifra el encarecimiento en el 1% –unos 20 euros por m2– aunque calcula que este sobrecoste podrá ser amortizado en menos de cinco años gracias a la reducción de la factura de agua, luz y calefacción. Y, a la larga, los resultados serán palpables ya que cada edificio ahorrará un 35% de energía y reducirá un 50% sus emisiones contaminantes.

El siglo del gas natural

Las viviendas son responsables de una cuarta parte del consumo de energía en nuestro país y, dentro de ellas, el 64% del gasto corresponde a la calefacción. Eso hace que sea tan importante elegir el sistema que mejor se adapte a la vivienda y a la zona geográfica, y hacer un uso correcto del mismo.
En España, la gran mayoría de las casas disponen de calefacción individual, ya sea de energía eléctrica, gas natural, propano, butano o fuel. La oferta es muy amplia y cubre distintas necesidades, aunque el 34% de los hogares se decantan por el gas natural, especialmente en Cantabria, unas de las comunidades que más lo utiliza como fuente de calefacción.
Pese a que al año pasado la factura del gas subió un 15% por la fuerte dependencia de las importaciones, este año se duplicarán los usuarios de este combustible. Y es que, según los expertos, este es el siglo del gas natural, lo mismo que el XIX fue el del carbón y el XX el del petróleo. Es una energía versátil que sirve tanto para producir calor como para generar electricidad, es rápida a la hora de calentar y no requiere almacenaje previo. Además, ofrece gran seguridad y es menos contaminante que otros combustibles fósiles, ya que no emite cenizas ni otras partículas al aire.
También tiene un uso muy extendido el propano, un combustible limpio, de alto poder calorífico, que a la vez es poco contaminante y seguro, siempre que haya un correcto mantenimiento. Pero, a diferencia del gas natural, necesita tanques de almacenamiento, ya sean recipientes pequeños colocados en terrazas o depósitos fijos, individuales o colectivos.
Otros combustibles son el gasóleo C, el más económico de todos, aunque no sirve para cocinar; el gas ciudad, en vías de extinción, y el carbón y la leña, más sucios y peligrosos por falta de una regulación.
La energía eléctrica, sin embargo, es la alternativa más sólida a los combustibles derivados del petróleo y al gas natural, ya que apenas precisa instalación y mantenimiento y no es tan cara como se pensaba en el pasado porque sus tarifas han subido bastante menos que los precios del petróleo y por la generalización de los acumuladores de calor y la tarifa nocturna.
Tan variadas como las fuentes de energía son los distintos emisores de calor. Las estufas y radiadores de hierro fundido, chapa o aluminio no han perdido su protagonismo aunque siempre se pueden elegir suelos radiantes, que utilizan agua en lugar de electricidad para transmitir el calor, aparatos con bomba de calor o equipos eléctricos que no necesitan tuberías ni calderas.
Ahora que comienza el otoño es momento de elegir el sistema adecuado, en función de las posibilidades de suministro de la energía seleccionada, las necesidades de instalación y mantenimiento, la limpieza e, incluso, la ecología. Pero, hay que ser realistas, la elección se basará, casi siempre, en los costes y en las necesidades de quienes habitan la casa. Y es que, al margen de los nuevas exigencias constructivas, el ciudadano es el primer implicado en la reducción de su factura energética.
La geotermia o calor de la tierra como fuente de calefacción se emplea desde la antigüedad. De hecho, en los países nórdicos está muy extendida y España comienza a descubrir la eficiencia y economía de esta energía renovable para el hogar. El sistema se basa una la bomba de calor geotérmica, que permite la extracción o cesión del calor al subsuelo mediante captadores enterrados, lo que le hace susceptible de ser utilizado tanto para calentar en invierno como para refrigerar en verano. Su instalación es algo más costosa que la de otros sistemas pero la factura energética se puede reducir a la mitad.
Otra tecnología que comienza a hacerse hueco son los paneles solares termodinámicos capaces de funcionar de noche. Para ello utilizan un gas refrigerante en lugar de agua y absorben el calor del ambiente, aunque no haga sol. Esta tecnología mixta entre la energía solar térmica y la bomba de calor es útil para el agua caliente de la vivienda, la calefacción o la piscina.
Una empresa cántabra, Instalaciones Lito, forma parte del grupo de compañías que intentan potenciar estos sistemas alternativos a la calefacción convencional.

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