Por qué es tan importante ser capital cultural

Madrid, Santiago de Compostela y, sobre todo, Salamanca saben lo importante que es ser elegida Capital Europea de la Cultura. Una fiesta de un año que una ciudad española disfrutará en 2016, junto a otra polaca. Saben que, con un poco de suerte, ese año se duplicarán las visitas y que además, llegará un turista dispuesto a gastarse el dinero, quizá porque tiene un poder adquisitivo bastante superior a la media.
Para Santander puede marcar un antes y un después, pero también aspiran a lo mismo Córdoba, Alcalá de Henares, San Sebastián, Burgos, Pamplona, Segovia, Cuenca, Tarragona, Cáceres, Málaga, Murcia, Palma de Mallorca, Zaragoza y, de forma conjunta, Oviedo, Gijón y Avilés. Todas se van a poner las mejores galas culturales en los próximos años porque no basta solo con el patrimonio cultural existente. Hay que convencer de la capacidad de organizar muchos actos y variados a un jurado internacional que a finales del próximo año hará la primera criba. A partir de ese momento, de las 16 ciudades que han comenzado la carrera del 2016, sólo quedarán las finalistas, que renovarán sus esfuerzos por conseguir ser la designada, lo que se sabrá en septiembre de 2011.
Como en las candidaturas para los Juegos Olímpicos, las ciudades tratarán de convencer al jurado de que tienen un atractivo cultural intrínseco, que son capaces de multiplicarlo con una gran concentración de actos durante el año de capitalidad y que gestionan bien. El punto de partida para Santander no es malo, ya que atesora un patrimonio cultural importante y variado en su entorno, aunque la ciudad es menos conocida en otros países que Córdoba, Palma de Mallorca o Zaragoza. Pero será, sobre todo, el buen hacer de sus comisiones gestoras y el respaldo que consiga su proyecto el que convenza al jurado. Y, en este terreno, casi todo está por decir, aunque hay quien lo tiene tan claro como Emilio Botín, presidente del Banco Santander, integrado en el patronato de la gestora: “Vamos a ganar”, asegura.
El apoyo del Banco Santander es mucho más que una palmadita en el hombro. Como en la Fundación Comillas y en el equipamiento del Hospital Valdecilla, Botín se ha implicado a fondo en esta aventura que aún está a la espera de un gerente, algo que no está resultando nada fácil de conseguir. El hecho de que, hasta la primera criba de 2010, las candidaturas de las ciudades sean meramente provisionales no es el mejor incentivo para fichar a un gestor de prestigio que, por lo general, están embarcados en otras iniciativas donde la continuidad es más segura.

Aumento de notoriedad

Si consigue llegar hasta el final de la carrera de la nominación, Santander no solo va a recibir más turistas, sino que verá como aumenta su notoriedad en España y en toda Europa, una campaña de imagen cuyo rendimiento empezará a cosecharse mucho antes del 2016. Pero, sobre todo, será un acicate para una ciudad que después de un incendio desolador tuvo que ser reconstruida en los años más pobres de posguerra y que durante las últimas décadas tampoco ha encontrado el empuje que han tenido otras ciudades para la renovación de su trama urbana. Algo que queda compensado por el efecto deslumbrante de su hermosa bahía que, por sí sola, hace olvidar la vulgaridad de muchas de las calles y barrios construidos en las últimas décadas.

Un esfuerzo económico

La capitalidad europea no supone una recompensa económica, aunque la Unión Europea entregue 1,5 millones de euros a la ganadora. Esa será una pequeña contribución a los gastos, que son muy superiores y no solo en ese año, sino en cada uno de los que restan hasta entonces. La gestora de la candidatura de Córdoba, por ejemplo, ya ha puesto en marcha dieciséis programas culturales para este año, con un presupuesto de nueve millones de euros.
El esfuerzo principal lo tendrán que realizar la ciudad, la comunidad autónoma y el Estado, que también acostumbra a volcarse con la elegida.
Puede que el retorno económico no llegue a compensarlo, pero la carga de prestigio sí. No obstante, hay que reconocer que desde que en 1985 se puso en marcha esta iniciativa de la Unión Europea, arrastran muchos más visitantes las grandes ciudades elegidas que las pequeñas. El pasado año fueron la inglesa Liverpool y la noruega Stavenger, que ha pasado bastante desapercibida. Este año le tocará a la austriaca Linz y la lituana Vilnius y probablemente ocurrirá lo mismo, pero es evidente que tampoco Santander podría recibir los mismos turistas que consiguió Madrid cuando fue capital cultural, en 1992. Le bastan y sobran con muchos menos y con hacerse notar. Pero es muy probable que la ciudad española que lo consiga esta vez arrastre un volumen histórico de visitantes a consecuencia de un factor añadido que no se ha dado anteriormente: en 2016 Madrid puede ser sede olímpica y eso atraerá a millones de personas de todo el mundo, muchos de los cuales pueden sentirse tentados a visitar otras ciudades, con especial motivo la que vaya a ser capital cultural.

Una ciudad cambiada

Los candidatos saben que tan importante como la meta del 2016 es la carrera por conseguir cambiar una ciudad en los años que quedan hasta entonces. Es una oportunidad histórica y así lo entendió el PSOE cuando lo incluyó en su programa electoral municipal y el PP cuando recogió la idea. Ya en la legislatura precedente hubo un intento del Ayuntamiento de sumarse a la candidatura olímpica Madrid 2012, como subsede para las competiciones de vela, frustrada por la doble circunstancia de que Esperanza Aguirre prefirió Palma de Mallorca y que finalmente Londres arrebató a Madrid la adjudicación como sede olímpica. Aquello hubiese cambiado la fachada marítima de Santander para siempre. La designación como capital cultural puede cambiar la ciudad entera.
Por lo pronto, ya ha conseguido algo que parecía imposible: después de ocho años de negociaciones, el Ayuntamiento ha llegado a un acuerdo con el personal para que los museos municipales puedan abrir los sábados y festivos, como ocurre en cualquier otro lugar o en los museos estatales. En Santander, donde todavía no hace muchos años las oficinas de información turística también cerraban los fines de semana y festivos, importaba más respetar los horarios de los funcionarios que la atención a los visitantes.
Lo que no podrá cambiar el Ayuntamiento será la precaria estructura de cines que puede exhibir la ciudad. Sólo una sala privada multipantalla, ubicada en las afueras. En el casco urbano sólo quedan dos pequeñas salas públicas de cine alternativo y una privada, del mismo corte.

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