La mujer se hace hueco en la gestión de la empresa

Cuando a mediados de los años 80 nacía la Asociación de Mujeres Empresarias de Cantabria se exteriorizaba una realidad: en la región no solo había empresarios, también había empresarias, pero su número era casi testimonial y la mayoría eran autónomas, a lo sumo con un par de empleados a su cargo. No había prácticamente directivas y en el ámbito institucional las mujeres tenían un papel aún menos relevante: en el Gobierno regional no había ni una sola consejera; en la Asamblea de Cantabria sólo había dos diputadas frente a 37 diputados y únicamente dos pequeños municipios tenían alcaldesa. Hoy, son mujeres la presidenta del Banco Santander, la del Parlamento de Cantabria, la vicepresidenta del Gobierno regional, la alcaldesa de Santander y tanto el PP como el PSOE están gobernados por mujeres en Cantabria.
La evolución ha sido muy rápida, pero en este caso hay que reconocer que la vida institucional ha ido por delante de la calle. Desde que el PSOE estableció la paridad en las listas, empezó a surgir una clase de mujeres dirigentes que hasta ese momento ni siquiera se intuía. Con sus defectos, ese sistema (perfeccionado luego con las listas cremallera que obligaban a poner a hombres y mujeres en la misma disposición de salir), la eclosión femenina en la política fue imparable, como antes lo había sido en la función pública. Esa reafirmación de la capacidad femenina para desempeñar cualquier puesto no se ha reflejado con la misma intensidad en su ascenso a los cuadros ejecutivos de las empresas y menos aún en la ampliación del número de empresarias.
Nadie puede establecer un censo fiable del número de empresarias que hay en Cantabria, pero después de una durísima crisis que ha diezmado el comercio es posible que sean menos que hace una década. No obstante, han ganado un protagonismo evidente. Las galas anuales de la Asociación de Empresarias, en las que se entrega el premio Empresaria del Año, demuestran esta fuerza creciente. Pocos actos hay en Santander con semejante capacidad de convocatoria.
El hecho de que durante ocho años (el tiempo máximo que permiten los estatutos) la Asociación de la Empresa Familiar de Cantabria también haya tenido una mujer como presidenta (Mar Gómez-Casuso, responsable de Hergom) también demuestra el reconocimiento alcanzado.
Para la causa femenina es difícil encontrar mejor estandarte que Ana Botín, presidenta del Banco Santander y anteriormente de Banesto, que ha demostrado su ascendiente sobre todo el sistema financiero español, donde las mujeres prácticamente brillaban por su ausencia. Ella no solo ha convertido la conciliación familiar en una asignatura a aprobar para el Banco que dirige, sino que ha transformado por completo su consejo de administración, donde ya hay más mujeres que hombres.
Los accionistas del Santander han tenido que acostumbrarse a unos discursos muy distintos en sus juntas anuales, donde la conciliación, la plantilla o las preocupaciones sociales tienen una relevancia que hace solo diez años hubiesen resultado chocantes. El banco ya no se define por su capacidad de generar valor (riqueza) para sus accionistas sino también por ser ‘sencillo, personal y justo’, exactamente lo que nadie esperaría como bandera de ninguna multinacional.
Incluso la relación del Banco con Cantabria parece haber entrado en un terreno emocional que cuando Ana Botín tomó posesión hace tres años pocos esperaban. La mayoría temía un distanciamiento de la región, incluso la marcha de la sede social a Madrid, o incluso a Londres. Sin embargo, en la última junta, Ana Botín ha hecho toda una declaración de principios en favor de Cantabria, justificando que una gran compañía global puede tener la sede en una pequeña ciudad y poniendo otros ejemplos de ello.
La presidenta del Santander también ha puesto un especial empeño en colaborar con el Gobierno regional en la captación de turistas británicos a través de su filial en Reino Unido, aunque la legislación británica, que impide hacer regalos en especie a los clientes de los bancos, no se lo ha puesto fácil, y ha tenido que limitarse a ofrecer unas promociones para que puedan conocer la región que vio nacer el Banco con un modesto descuento del 8% en el coste del viaje.
Ana Botín es la primera mujer ejecutiva de la región y de España, pero no es la única. En Cantabria van surgiendo otras, aunque estén lejos de romper el famoso ‘techo de cristal’ que no se ve pero limita sus aspiraciones profesionales. Son mujeres la directora del Puerto de Santander, la fiscal jefe, la directora de Recursos Humanos de Louis Berger y algunas que triunfan fuera, como la presidenta de los abogados españoles, Victoria Ortega, la directora del aeropuerto de Barajas, Elena Mayoral, nacida en Torrelavega, o la presidenta mundial de los farmacéuticos, Carmen Peña.
Siguen siendo pocas y el mundo de la empresa es aún claramente masculino, pero ese bastión también caerá, como ha ocurrido en la función pública o en la política. Es cuestión de tiempo y, a la vista de lo que ha ocurrido en otros ámbitos, quizá de no mucho.

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