Biocombustibles: Tres fábricas a la vez

Como ya ocurriera hace cuatro años con los aerogeneradores, en Cantabria se agolpan ahora los proyectos para construir plantas de biocombustibles. Ni unos ni otros eran imaginables una década atrás. Parecían anticuadas propuestas de ecologistas con mejor intención que sentido. Pero la realidad es capaz de sorprender todos los días y, como ya ocurriera con las nuevas tecnologías, no faltan inversores dispuestos a introducirse en el campo de las energías renovables, y en este caso en el de los biocombustibles, carburantes obtenidos con materia prima vegetal. Tanto que en estos momentos, en Cantabria hay proyectos para construir tres fábricas simultáneamente. Pero nada es seguro hasta que no se materializa y el ejemplo más próximo es un cuarto proyecto del que llegó a ponerse la primera piedra, una planta de producción de energía eléctrica a partir de la desecación de purines procedentes de las explotaciones ganaderas, ubicado en Reocín. El anterior consejero de Medio Ambiente, José Luis Gil, puso la primera piedra hace casi dos años, pero nunca llegó a poner la segunda.

Planta de biodiésel en Pontejos

Entre los nuevos proyectos, que acomete la iniciativa privada, el más avanzado es el de General de Biocarburantes (Gebiosa), que hará una planta de biodiésel en Pontejos, junto a la destiladora de oleaginosas SIMSA, de la que obtendrá la materia prima. La factoría, que requiere una inversión de 18 millones de euros, producirá el combustible a partir de aceites vegetales crudos (soja) y aceites de fritura usados.
En la financiación del proyecto colabora el Gobierno de Cantabria, a través de Sodercan, que aporta 300.000 euros al capital. Como socio tecnológico interviene la empresa alemana AT Agrar Technik, que posee 17 plantas similares repartidas por toda Europa. Los promotores han buscado como aliados a dos potenciales proveedores y les han convencido para participar en el capital. Son la empresa catalana Comercial Dolaba, líder en recogida y reciclado de aceites usados, y la multinacional cerealera Sesostris. El funcionamiento de la factoría provocará que el Puerto de Santander duplique su tráfico de habas de soja, hasta las 600.000 toneladas anuales.
También la sociedad Green Fuel pretende construir otra planta de biodiésel, pero en este caso ha elegido Reinosa, para proveerse de la materia prima en los abundantes cultivos de girasol que existen en la zona norte de Palencia. Green Fuel tiene la intención de hacer media docena de factorías semejantes repartidas por el país para destilar este combustible sustitutivo del gasóleo, con una capacidad de 25.000 toneladas de producción anual cada una. El proyecto lo impulsa un grupo de empresarios cántabros y vascos, encabezados por el cántabro José Luis del Val, y Técnicas Reunidas, la primera empresa de ingeniería del país.

‘Sniace Biofuel’

Sniace ha apostado por otro bio, el bioetanol, que se emplea como aditivo en la gasolina. La tercera planta de combustibles vegetales que está en proyecto se construirá en Torrelavega bajo el nombre de Sniace Biofuel y va a requerir una inversión de 50 millones de euros. Aunque aún no ha sido adjudicado el contrato en firme, puede darse por seguro que de su construcción se encargará la ingeniería Lurgi.
Como en el caso de Gebiosa (Simsa), Sniace se verá beneficiada de la complementariedad de su futura filial, ya que existen claras sinergias entre ambas. Para empezar, el vapor que le sobra a Sniace será empleado en la planta de bioetanol, que aprovechará también del bombeo de agua de Sniace y su electricidad. Se está estudiando, incluso, la posibilidad de aprovechar el 8% de material lignocelulósico que Sniace desecha, aunque de momento no se han conseguido resolver los problemas técnicos que eso conlleva.
La fábrica de bioetanol de Sniace no sólo producirá unas 100.000 toneladas de etanol al año, sino que también saldrán de ella unas 110.000 toneladas de DDGs, un subproducto residual de los cereales utilizados, con un nivel de grasas muy alto, que se utiliza como aporte energético en los piensos animales, especialmente en los destinados a la alimentación de rumiantes. Los DDGs tienen una fuerte demanda y pueden ser sustitutivos de la soja en infinidad de preparados de la industria agroalimentaria.
El nivel de ingresos que Sniace Biofuels espera obtener por esta vía secundaria es muy significativo, especialmente si consigue penetrar con una marca propia en el mercado, para lo cual Cantabria representa una magnífica ubicación, dada su actividad ganadera.

Una explicación fiscal

Encuentren o no la demanda que presumen, sin la exención fiscal que Europa concede a los biocombustibles para incentivar su producción y reducir la dependencia del petróleo, ninguna de estas plantas tendría viabilidad. Pero como la rentabilidad de un producto no la marca sólo el coste de elaboración sino el margen en el precio de venta, un combustible cuya fabricación cuesta el doble que los convencionales puede ser competitivo por el hecho de estar exento del impuesto sobre hidrocarburos, aunque no del IVA.
Eso puede explicar que se agolpen los proyectos para construir plantas de combustibles biológicos en la región, con una inversión comprometida que ronda los 90 millones de euros. Los promotores saben perfectamente que tendrán que amortizar la inversión y recoger beneficios antes de que acabe esa exención que, de momento, está garantizada hasta el 2012.
Las dificultades técnicas que planteaba la utilización de estos carburantes, hace tiempo que están superadas. Sin embargo, la realidad es que, ahora como entonces, los derivados del petróleo mantienen su hegemonía de manera abrumadora. Quizá porque, a pesar de todas las subidas, resulta muy difícil encontrar combustibles más baratos. Hay que tener en cuenta que casi las tres cuartas partes del precio que paga el consumidor por un litro de gasolina son, simplemente, impuestos.
En ese contexto, nadie apostaría por la producción de combustibles alternativos, que requieren una materia prima más cara y una elaboración más compleja, además de un gran esfuerzo de apertura de mercados, si no fuera por la exención fiscal. Un tipo fiscal cero que les permite aprovechar el enorme diferencial que se produce en los derivados del petróleo entre el precio real de producción y el de venta.
La planta de bioetanol que Sniace ubicará en Torrelavega, con una inversión inicial superior a los 50 millones de euros, será amortizada en un plazo de cinco años, justo el mismo período en el que Sniace Biofuels tiene concedida la exención fiscal total para su producto, a partir del inicio de la producción, previsto para finales de 2006.
Las plantas de Gebiosa y Greenfuel son de biodiésel, un producto más caro de producir por el coste de la materia prima, pero que requiere una inversión inicial menor, unos 18 millones cada una.

Productos y mercados diferentes

Ambos productos son biocombustibles pero, en realidad, biodiésel y bioetanol son muy distintos, tanto en su producción como en su distribución. Para empezar, el bioetanol puede llegar a utilizarse como sustitutivo de la gasolina y el biodiésel, del gasóleo.
Como bioetanol se consideran los alcoholes y derivados, que pueden usarse tanto como si fuese gasolinas o como un aditivo para éstas. Se obtiene a partir de material lignocelulósico (residuos forestales y agrícolas) y cultivos alcoholígenos (remolacha, cereal, patata o sorgo azucarero).
Las gasolinas que se utilizan para los motores de explosión tienen un porcentaje de metanol mezclado con isobutileno para que la combustión sea estable. El bioetanol, está destinado a sustituir al etanol, al tener las mismas propiedades y no ser cancerígeno, pero existe otro proceso a través del cual puede ser mezclado directamente con la gasolina, hasta un 5% en Europa y un 10% en EE UU. En ambos casos, el producto se vende directamente a la compañía petrolera, que es la que hace la mezcla.
Por su parte, el grupo de los biodiésel lo constituyen los aceites obtenidos a partir de semillas oleaginosas que son utilizados como sustitutos del gasóleo al 100% o para participar en mezclas. La procedencia de la materia prima del biodiésel puede ser diversa, ya que el aceite del que se obtiene puede proceder de semillas de girasol, colza, soja, cardo, etc. El biodiésel es por sí mismo un carburante, con las mismas propiedades que el gasóleo y, de hecho, ya se vende en gasolineras españolas, alguna de ellas en Cantabria. Su mercado, a pesar de todo, es muy reducido y es empleado principalmente por las empresas municipales de transportes urbanos, que se han implicado, incluso, en su producción.
El mercado del biodiésel crecería rápidamente si se decide mezclar con el gasóleo convencional, aunque sea en un porcentaje del 5%, dado que de esa forma desaparecerían todas las reticencias de los consumidores – ni siquiera serían conscientes de consumirlo– y aún en esa pequeña proporción, el volumen de gasóleo que se vende en España multiplicaría las necesidades de biodiésel. Es así como las nuevas plantas tienen garantizada la comercialización. Obviamente, sus posibilidades serán mucho mayores si es utilizado como combustible puro, sin mezcla, pero eso obligaría a convencer a los conductores de la conveniencia de utilizar esta clase de combustibles, algo que llevaría mucho tiempo, a pesar de que tienen las mismas propiedades que los convencionales y no provocan deterioro alguno en los motores.

Bioetanol: Saturado en España

Otra diferencia entre el bioetanol y el biodiésel es la situación del mercado. De momento, en España sólo se utiliza el bioetanol como sustitutivo del metanol, por lo que es necesario mezclarlo con isobutilenos libres, obtenidos en el proceso de refino del petroleo. Pero la disponibilidad de isobutilenos libres en nuestro país se encuentra ya al límite, dado que el mercado lo ha ocupado casi por completo la división creada por la sociedad Abengoa, con dos plantas en producción y una en construcción. Por ello, la planta de Sniace sólo puede orientar su producción al mercado exterior europeo, en aquellos países en los que la exención fiscal es también total para este producto, como Francia, Alemania o Reino Unido y donde la demanda no está cubierta. Una limitación muy a tener en cuenta, sobre todo en una planta de tan gran capacidad como la que pretende poner en marcha Sniace.

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