Una pasarela a través del Atlántico

Si todas las pasarelas necesitan justificar su razón de ser, la de Santander puede haberla encontrado con el diseño latinoamericano. Probablemente sea la única forma de introducirse en el calendario nacional de la moda en una región que apenas produce moda. Con el paso de las ediciones ha quedado demostrado que la aportación local no es suficiente para mantener un certamen y, que desde el otro lado del Atlántico hay un interés creciente por encontrar una puerta de acceso al mercado europeo. La receptividad de las autoridades de aquellos países, que Coercan ha logrado implicar en el evento, y la presencia en esta edición de tres misses Universo nacidas en aquella zona invitan a pensar que este mestizaje de la moda puede funcionar, aunque necesite una cierta mezcolanza de componentes, con actos de caridad incluidos.
Este carácter multicultural de la pasarela organizada por la Federación del Comercio de Cantabria aún tiene que sustanciarse en negocio, y eso solo ocurrirá cuando algunas boutiques locales o nacionales den salida comercial a estos diseñadores iberoamericanos, cuyos modelos han sido muy bien acogidos por el público, pero que no pueden encontrarse en las tiendas españolas.
Han sido cuatro días de desfiles, con 22 diseñadores, más de 30 modelos, bastantes invitados y cientos de personas trabajando para que todo saliera bien en la Semana Internacional de la Moda en Cantabria, que ha cumplido su cuarta edición en tres años. La pasarela ha vuelto al Palacio de Exposiciones tras un año de divorcio, forzado por los fastos del 250 aniversario de la ciudad de Santander, que obligó a desplazar la pasada edición al Hotel Bahía, más adecuado, por cierto, para este tipo de eventos.
Hasta la Semana de la Moda se han trasladado los ecos de la polémica de Pasarela Cibeles por las tallas de las modelos. A simple vista, parece que todas cumplían con los preceptos establecidos por el certamen madrileño (superar el índice 18 de masa corporal) y nadie ha protestado por falta de peso de los maniquíes. De hecho, uno de los desfiles, el de Hebha Laguillo, especializada en tallas grandes, arrancó el aplauso unánime de todos los espectadores, con modelos no profesionales de Santander que dieron una verdadera lección de saber estar sobre la pasarela. Entre ellas participó Mireia Verdú, que fue Primera Dama de Miss España Tallas Grandes, y que entusiasmó con su estilo y manera de desfilar. La pregunta más repetida entre el público fue: “Pero ¿qué tiene de malo esta chica para no desfilar con las otras? Un tanto que puede apuntarse la organización.

Organización es el secreto

Alrededor de un certamen de estas características se mueve un gran número de personas y tanto el éxito como el fracaso se labran mucho antes de los desfiles. La coordinación de los vuelos desde Latinoamérica; los conductores que deben recogerlos a los invitados en los aeropuertos de Bilbao o de Santander para llevarlos a su hotel o la programación de actos oficiales y visitas turísticas para diseñadores y autoridades de los países centroamericanos que han estado presentes han dado una rúbrica de solvencia a la Semana de Cantabria que algunos ya consideran la Pasarela del Norte. De hecho, el coreógrafo Poty, uno de los cántabros más conocidos, tras su paso por varios programas de televisión, dijo en la presentación oficial del evento que en la Pasarela del Carmen, la feria valenciana de moda, algunos de sus organizadores instaron a “ponerse las pilas, porque los de Santander estaban llegando con fuerza”.
No obstante, a la Semana de la Moda le queda mucho trecho por delante para poder compararse con Cibeles y Gaudí. No por el nivel de los diseñadores presentes, que ha sido muy elevado, sino porque se nota que hay trabajo por hacer y apoyos por recibir. Salta a la vista que los 20.000 euros que el Gobierno de Cantabria destinó a la Fashion Week están a un abismo de distancia de los 400.000 con los que la Comunidad Valenciana ha subvencionado la Pasarela del Carmen.

Una semana con estilo

Uno de los aspectos que no se ven, pero que tienen una importancia capital –sobre todo si se hace mal–, es el estilismo y la peluquería de los modelos. Todo lo que pasa entre bambalinas en el backstage ocurre demasiado rápido, con muchas tareas que se solapan y eso requiere decisión y saber hacer. En este caso, de la peluquería se han encargado algunos miembros de la Asociación Cántabra de Peluquería, coordinados por Miguel Rincón. Peinados muy cuidados que han despertado la curiosidad de los espectadores por su elaboración. Incluso alguna invitada, que no desfilaba lógicamente, ha mostrado su interés por pasar por las manos de estos estilistas que desarrollan su arte a diario muy cerca de nuestras casas. Son detalles que diferencian a una pasarela una profesional, como ha demostrado ser la cántabra.

La ‘supermodelo’ en apuros

Profesional y mediática, porque este año ha contado con la participación de Fina Rodrigo en el desfile de Konrad Muhr. Participante en el programa Supermodelos, de la cadena Cuatro, que presenta Judith Mascó, tiene 18 años, es de Liria (Valencia), y obtuvo como premio en una de las pruebas del concurso el poder mostrar un modelo del diseñador barcelonés en el Palacio de Exposiciones de Santander. Una experiencia que a punto estuvo de acabar en incidencia, ya que, al finalizar el pase, los potentes focos no le permitieron ver dónde acababa la pasarela y casi rueda por el suelo. Y para quien se pregunte por qué una modelo ha de bajarse de la pasarela durante el desfile hay que aclarar que la idea es del trasgresor Muhr, cuyos diseños, una vez mostrados sobre la tarima, se paseaban entre el público. Al menos, no deja de ser una concesión original.
Los que también sorprendieron por su tremenda originalidad fueron los diseñadores latinoamericanos, con unas propuestas novedosas por estas latitudes, pero que arrancaron numerosos aplausos a los espectadores asistentes durante los cuatro días de desfiles. Miguel Chong (Honduras), Sonia Chang (Costa Rica), Carlos Herrera (El Salvador), Ximena Barrera (El Salvador), Mauricio Samayoa (Guatemala), Juan Carlos Gordillo (Guatemala), Helene Breebart (Panamá), Jessenia Velásquez (Nicaragua), Bárbara Palacios (Venezuela) y Gabriela Chacón (Venezuela) han traído toda la riqueza de las prendas y materias primas de sus respectivos países, que resultan tan atractivas en Europa por su frescura y heterogeneidad.
Los diseñadores cántabros y nacionales tampoco desentonaron. Portus Amanus, Estrada Moda, Amada Lois, Rosa Clará, Versuss, Bhernaiz, Nítica, Fetiche, Trucco, José Matteos o Hebha Laguillo fueron bien acogidos por un público que creció a medida que avanzaron las jornadas. Algo así como lo ocurrido con la Semana en cada edición.

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