Los empresarios cántabros podrán tener al SCH y a la Caja como socios

Cuando Emilio Botín mantuvo una reunión informal el pasado agosto con empresarios cántabros en el Hotel Real, el presidente de CEOE-CEPYME, Lope Carral le sugirió la conveniencia de crear una sociedad de capital riesgo para empujar los proyectos viables de emprendedores de la región que de otra forma difícilmente podrán llevarse a cabo. Botín, hombre resolutivo, no esperó a otro encuentro para apoyar el proyecto y pidió allí mismo que le enviasen un plan de viabilidad y una propuesta de equipo directivo. Además, requería la implicación de la propia CEOE, el Gobierno regional y Caja Cantabria.
Tras unas mínimas reuniones de trabajo en las que se decidió que en lugar de una sociedad de capital riesgo convencional se creasen un fondo y una sociedad gestora, el proceso ha llegado a su plasmación práctica. El fondo tendrá una dotación de 12 millones de euros (2.000 millones de pesetas) que serán desembolsados por los socios a medida que se vayan necesitando para financiar los proyectos de inversión aprobados. La sociedad gestora, cuyas necesidades financieras son muy escasas, se dota con un capital de 301.000 euros (50 millones de pesetas). En el primero participa el SCH con un 50% del capital y el Gobierno regional y Caja Cantabria, con un 25% cada uno, ambos a través de Sodercan. En la sociedad gestora la participación del Gobierno y Caja Cantabria se reduce en un 10% en total para dar entrada a CEOE.
El consejo de administración de la gestora tendrá ocho miembros, en representación proporcional a la participación accionarial, a pesar de lo cual cada uno de los socios tendrá el derecho a veto sobre cualquier operación. La estructura de esta empresa será extremadamente sencilla, con una directora general ya elegida, Gema Conde, que se formó en el SCH y ahora trabaja en Sodercan, un analista de inversiones y un responsable de administración.
La filosofía de funcionamiento será relativamente conservadora, aunque la experiencia de Sodercan, que hasta ahora ha realizado esta tarea, demuestra que no se puede ser demasiado temeroso, porque de lo contrario no se llega a participar en ningún proyecto, ni demasiado laxo, porque los fracasos en las nuevas iniciativas son demasiado frecuentes.
El fondo tendrá una duración ilimitada y ha de emplearse siempre en empresas que no coticen en bolsa, tomando participaciones minoritarias (entre el 5% y el 45%) y con la perspectiva de abandonar la sociedad una vez deje de resultar imprescindible su presencia. El objetivo es contribuir a crear nuevas empresas en la región o apoyar proyectos de diversificación y desarrollo de las ya existentes, aunque el área geográfica de la inversión no tiene por qué reducirse a Cantabria, dado que también se implicará en iniciativas para la expansión exterior de compañías locales.
La inversión mínima del fondo será de 300.000 euros (50 millones de pesetas) y la máxima de 500 millones de pesetas, con el objeto de que la concentración de riesgos no ponga en peligro su continuidad. El plan de viabilidad indica que con una gestión adecuada, será posible obtener una rentabilidad económica del 15% en las inversiones.

Más capacidad financiera que Sodercan

A pesar de que en no pocas ocasiones las empresas de capital riesgo vinculadas al sector público han puesto más énfasis en los efectos inducidos sobre la economía local que en sus propios resultados, hay sobradas experiencias de que este camino puede conducir a callejones de difícil salida. El ejemplo de Sodercan, que participa en una treintena de empresas, resulta significativo de cómo esta política no sólo genera pérdidas reiteradas sobre la sociedad de capital riesgo, sino que además acaba por envolverla en obligaciones crecientes cuando se ven forzadas a socorrer a las participadas con problemas.
La nueva sociedad tendrá bastante más margen de maniobra y flexibilidad que Sodercan, dado que puede arriesgar cantidades bastante mayores. Se estima que las operaciones habituales estarán entre los 50 y los 80 millones de pesetas, pudiendo llegar hasta los 500, un ámbito donde todos los estudios indican que los riesgos son estadísticamente menores que en las iniciativas que requieren pequeña aportación de capital.
El proyecto cántabro no es muy distinto a la Sociedad de Gestión de Capital Riesgo del País Vasco, que ha sido decisiva en la dinamización empresarial de la comunidad vecina, aunque aquella gestiona una decena de fondos, cada uno de los cuales se ha especializado en un área de promoción concreta, algo que también podría pasar con la sociedad cántabra si apareciese una demanda muy alta de capital riesgo. Por el momento, la intención del consejero de Industria, Pedro Nalda es crear un clima favorecedor de proyectos empresariales que demanden este capital.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora