El poder de la pizza

Que una empresa de comida rápida se haya convertido en una de las primeras firmas en el sector de la restauración en Cantabria, con una facturación que este año superará los novecientos millones de pesetas, dice mucho de cómo han cambiado los hábitos alimentarios, pero también del acierto de sus promotores para conectar con los nuevos gustos ofreciendo un producto –la pizza– que tenía un largo recorrido en otros mercados pero cuya aceptación por los consumidores cántabros no dejaba de ser una incógnita.
Un grupo de inversores locales encabezados por Angel Acha asumió en 1989 el riesgo de abrir en Santander la primera franquicia de Telepizza en España, y hoy la empresa Fasgel –acrónimo formado con las iniciales de los apellidos de los socios– tiene abiertos siete establecimientos (cinco en Santander, uno en Torrelavega y otro en Maliaño) y sopesa la posibilidad de abrir otro más en Laredo. Su plantilla, que comenzó siendo de 15 trabajadores, se compone ahora de 200 empleados, de los que la mitad tienen contratos indefinidos, con una media de edad de 22 años. En este tiempo, la flota de vehículos de reparto ha pasado de las seis motos iniciales a cerca de un centenar.

Una expansión rápida

Si algún mérito le cabe a los promotores de Telepizza en Cantabria es haberse dado cuenta de cual era el potencial de negocio que se encerraba en esa sencilla propuesta gastronómica, un acierto que vino facilitado por la relación familiar que existía entre los socios de Fasgel y los fundadores de Telepizza, los hermanos Leopoldo y Eduardo Fernández Pujals. Un encuentro casual en Miami les puso en la pista del proyecto de los creadores de Telepizza de exportar su negocio a España aplicando la fórmula de franquicia que ya habían ensayado con éxito en Estados Unidos.
Tras abrir un local en Madrid, cuya buena acogida les confirmó en sus previsiones, Telepizza puso en marcha su plan de expansión por otras capitales españolas. En abril de 1989, Eduardo Fernández Pujals animó a los socios de Fasgel a participar en la apertura de una franquicia en Santander. La visita de Angel Acha al establecimiento de Telepizza en Madrid para conocer su funcionamiento, terminó por convencerle de las posibilidades que se encerraban en aquel producto, aunque persistía la incógnita sobre la acogida que podrían depararle los consumidores cántabros, aparentemente poco receptivos a las propuestas novedosas en materia de alimentación: “Sabíamos –recuerda Angel Acha– que era algo nuevo que podía parecer totalmente fuera de lugar en Santander y así se lo dijimos a ellos, pero nos contestaron que era la misma duda que tenían todos los que se interesaban por la franquicia y que no nos preocupásemos”.
Dos meses después de esa visita a Madrid se creaba la sociedad anónima Fasgel, con un capital social de 10 millones de pesetas, y en la que participa, además de Angel Acha y algunos inversores procedentes de su círculo de amistades, la propia Telepizza. El 29 de octubre de 1989 se abría el primer establecimiento cántabro de la cadena, en la calle Lope de Vega, de Santander.
Las previsiones del equipo económico de los hermanos Fernández Pujals se demostraron acertadas y, tal y como había ocurrido en otros lugares, la pizza alcanzó rápidamente un lugar de privilegio entre las distintas ofertas de comida rápida, ayudada por la comodidad que suponía el servicio a domicilio que caracteriza a Telepizza.
El éxito obtenido con aquel primer local sentó las bases para la rápida expansión de Fasgel. En 1991 se abría un establecimiento en Torrelavega, al que siguieron pocos años después tres locales más en Santander, situados en zonas estratégicamente elegidas para agilizar el reparto de pizzas: calle Vargas (1994), Sardinero (1997), Maliaño (1998) y Cierro del Alisal (1999). Además, en 1998 se había producido la absorción por Fasgel del único local que tenía Pizza World en Santander, una cadena nacional que había comprado Telepizza.
“Al abrir más centros –explica el gerente de Fasgel, Jesús Serna– lo que intentas es dar un mejor servicio y estar más cerca del cliente. Nuestro propósito es que el tiempo máximo para servir la pizza a domicilio no exceda la media hora”.
Desde el establecimiento del Alisal, se cubre también un amplia zona que abarca Puente Arce, Santa Cruz de Bezana y Soto de la Marina, utilizando automóviles para el reparto, una modalidad en la distribución de pizzas en la que Fasgel ha sido pionero.

Aportación de innovaciones

De los establecimientos de Fasgel han partido diversas novedades que han sido aplicadas luego por la cadena nacional de Telepizza en otros locales, como la creación de zonas de juego infantil, denominadas Play Land, las visitas de colegios, en las que los escolares tienen ocasión de participar en la elaboración de las pizzas que luego van a degustar, o la celebración de cumpleaños. Las innovaciones de Fasgel han llegado también a la oferta gastronómica de Telepizza en todo el país, a la que ha aportado el pan de ajo.
Los productos de Telepizza están rigurosamente sometidos a las pautas de elaboración que impone la cadena, que proporciona desde los ingredientes hasta la propia masa, de la que depende en buena medida la calidad de la pizza: “Nosotros utilizamos masa fresca –señala Jesús Serna–, que nos llega dos veces por semana de la central de Telepizza en Guadalajara, prácticamente recién hecha”.
Esta confianza en la calidad y versatilidad de su producto, gracias a una amplia gama de ingredientes, es la que sustenta el optimismo de los propietarios de Fasgel a la hora de valorar el crecimiento que todavía puede tener la pizza en Cantabria, a pesar de que el mercado nacional de la comida rápida comienza a dar muestras de madurez y ha moderado su crecimiento en los dos últimos años pasando de un incremento medio del 24% en el periodo 1996-98, al 13,2% en el 2000.

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