Vicente Alciturri, presidente de la patronal ASCENTIC:

Pregunta.- En algún tiempo se pensó que Cantabria tenía ventajas comparativas en el terreno de las nuevas tecnologías como para atraer a empresas nacionales y convencerlas de asentar aquí centros de trabajo. Tenemos una Escuela Superior de Telecomunicaciones, un precio/hora de programación bastante más barato que en Madrid y Barcelona y es un lugar atractivo para vivir. ¿Es suficiente para que algún día lleguemos a ser el Silycon Valley nacional?
V. A.– Tenemos una Universidad fantástica, pero en el campo de las nuevas tecnologías, lo más próximo que ofrece pueden ser la Ingeniería de Telecomunicaciones, Físicas y Matemáticas. Uno de los debates que tenemos ahora mismo en la Asociación es precisamente éste: Qué profesional tendría que producir la Universidad de Cantabria para ajustarse a las necesidades de nuestras empresas. Y estamos haciendo un inventario para determinar los perfiles de las personas que reclutamos. Por ejemplo, en mi caso, si incorporo a un ingeniero de Telecomunicaciones, le tengo que formar yo. Si incorporo a un físico, tres cuartos de lo mismo. Recientemente se ha debatido en la prensa si se debe crear una ingeniería Informática en Santander. Desde luego, algo tendremos que hacer porque yo, al menos, tengo que contratar en Oviedo, Bilbao y San Sebastián.

P.– ¿Y qué profesionales necesitamos?
V. A.– En poco tiempo podremos sacar conclusiones y decirle a la Universidad: Necesitamos este perfil, necesitamos planes de estudios que no sean estáticos en el tiempo, porque hace tres años la tecnología estaba en un sitio y ahora está en otro. Si redactas un plan de estudios que entra en vigor dos años después, para entonces estará muerto, y todavía hay sitios donde se da programación en [lenguaje] Cobol, porque el plan de estudios está así. Quizá tenemos que hacer carreras más cortas, y unos máster o especializaciones.

P.– Retomemos la primera pregunta. ¿Cantabria tiene unas condiciones especiales para las nuevas tecnologías?
V. A.– Eso lo decimos los de aquí. Acabo de llegar de Valencia y vive una eclosión fantástica para cualquier técnico. Nosotros estamos apegados al terruño y nos gusta oírlo. La gente de Madrid viene a Santander y dice qué bonito es esto, y nosotros vamos a Madrid e igual, pero para un ratito. Un profesional que decide venir a Santander, opta por ir a la Galia, en sentido figurado; su proyección profesional es la que es; asume un nivel de riesgo tremendo; para cambiar de empresa, tela marinera y si fracasa su proyecto profesional en una empresa, la repercusión será demoledora. Yo creo que considerar la región el sitio ideal para las nuevas tecnologías es un apreciación más emocional que real. Se vive bien. Es más barato. Pero a las pruebas me remito ¿Quién ha venido aquí a instalarse? ¿Cuándo viene una empresa? Y si viene puede que muchas veces sea por razones emocionales.

P.- ¿Qué futuro tiene el Parque Tecnológico de Peñacastillo? ¿Habrá algún día en Cantabria empresas tecnológicas para llenar más de un pabellón?
V. A.- Ahora mismo, el colectivo de empresas que forma Ascentic reúne a cerca de 900 trabajadores. La pregunta es: ¿Nos vamos a ir al Parque Tecnológico? La respuesta es la del gallego: ¿Cuánto nos va a costar? ¿Cuándo va a estar operativo? Mi experiencia en otros parques es buena. Un edificio singular y una zona específica te predispone a pensar que ahí hay tecnología, aunque luego resulte que no es así. Y muchas veces ocurre al contrario; vas a los bajos de una casa pensando que allí no va a haber nada y te encuentras una empresa con una tecnología tremenda. El parque te proporciona visibilidad. Una impresión positiva. Y puede resolver un problema de ubicación que existe ahora. A ver dónde encuentras hoy 2.000 m2 en Santander, y a qué precio.

P.- ¿Entonces, la Asociación, es partidaria del proyecto, aún sabiendo que los precios del complejo no serán baratos, ya que el coste de construcción será de alrededor de 200.000 pesetas por metro cuadrado?
V. A.- Es partidaria y confía en el que se cumpla la previsión del consejero saliente, Pedro Nalda, que nos había hablado de que en el primer trimestre del 2005 podrían estar en pie los primeros edificios. El coste es algo que hay que negociar. ¿El que tiene ahora en un edificio propio y necesita mil metros cuadrados, está dispuesto a poner 200 millones? Yo me temo que no. Tiene que ser algo razonable. El parque no puede ser un diseño de última moda, cuando el resto de los parques tecnológicos del país son lo que son. Dejémonos de aire comprimido para las basuras, dejémonos de grandes paneles solares porque todo eso está muy bien, pero yo creo que tiene un coste difícilmente asumible para las empresas. Una cosa es lo que nos gustaría y otra lo que realmente podemos. Habrá que hacer algo razonable, que no sean unas barracas, pero de ahí a lo que es el primer proyecto… Si los precios son razonables, yo creo que el sector se ubicará inmediatamente.

P.- El Gobierno regional en el pasado externalizó muchos trabajos que se han hecho fuera de Cantabria, algo que empezó a corregirse en la última época. ¿Pueden atenderse desde aquí esas necesidades?
V. A.– Como yo he estado dentro, lo conozco. Y sé que ahora mismo en Ascentic hay empresas para abordar absolutamente todos los proyectos que pueda necesitar el Gobierno y más.

P.- Antes de que estallara la burbuja tecnológica usted señaló que quizá se estaba dando una importancia desmesurada a Internet y que tan importante para la informática había sido la aparición del sistema de transistores. ¿Se cumplió su profecía?
V. A.- No, no. Yo creo que Internet tiene un potencial tremendo, pero hay que intentar separar quién aporta valor en Internet y quién lo convierte en una sopa de letras y enmascara detrás de ella su desconocimiento. Las soluciones que se están implantando en Cantabria, como el portal institucional, el Boletín Oficial de Cantabria en Internet, la matriculación de alumnos de la Universidad a distancia… todo eso tiene un valor añadido enorme. Claro que el transistor fue tremendo. Pero la tecnología es algo que aparece de manera recurrente y permanente. Lo que no puedes hacer es porque acabas de conocer una parte de esa tecnología, la que toca en ese momento, convertirte en el gurú y anunciar cada día una revolución. Ojo, que ha habido un tropel de revoluciones anteriores. Pero, desde luego, el concepto de Internet es sorprendente. Yo me he puesto en contacto a través de la red con un canadiense para hacer un proyecto. Él me desarrolla software en Canadá, yo lo repaso, lo testeo y se lo reenvío para que haga correcciones. No sé ni cómo es su cara, aunque nos hemos intercambiado miles de mensajes. No nos conocemos de nada y en poco más de dos meses hemos montado un proyecto de tecnología GPRS. Ahí se demuestra si tiene valor.

“Claro que programar está barato, pero más barato aún en Colombia”

P.- Antes imaginábamos que habría miles de desarrolladores de software y ahora, con un gigante mundial como Microsoft, que controla la mitad del mercado, da la impresión que en poco tiempo, todos manejaremos los mismos programas. ¿Tan equivocados estábamos?
V. A.- Aparte del software hay muchísimas consultoras de implantación. El software o lo construyes tú, y entonces eres propietario y lo conoces, o es software construido por terceros, que tú conoces e implantas. El valor añadido ahí es menor, pero hay una labor de consultoría e implantación. En mi compañía la técnica la conocen, porque la tienen que conocer, pero además conocen los negocios de los clientes y saben un montón de ellos que antes no sabíamos. Yo sé ahora de pólizas de seguros, de donaciones de sangre, de matrículas de alumnos, de fabricar cartón, de distribución de pinturas, porque nos hemos movido en todos estos sitios. Hemos llegado a adquirir conocimientos de negocios aquellos que aparentemente íbamos a desarrollar software. Bueno, pues uso software ajeno o bien lo construyo y luego comercializo ese patrón para ese negocio.

P.- ¿Las nuevas tecnologías se desvalorizan por su bajo precio? ¿Tiene lógica que un programador cobre menos que un albañil?
V. A.– La construcción tiene una cosa muy curiosa, que son los precios descompuestos y los precios por unidad de obra. Cualquier compañía de construcción coge los precios descompuestos y te dice, esto es lo que cuesta, lo toma usted o lo deja, y la última semana del mes de diciembre no trabajamos por convenio. Y eso está asumido. Por contra, la gente que programa es “un artista”, bueno, malo o mediopensionista. Dentro de los programadores hay una categoría extensísima, y hay gente que gana más que los albañiles, y hay gente que no gana tanto. Un experto en desarrollo de software gana más que el albañil. Un programador senior hace muchas cosas y no es el equivalente a un albañil oficial de primera. Pero es verdad que está barato. Y más barato está en Colombia, y ojo con eso, porque de la misma forma que el ensamblado de hardware no puedes hacerlo en España, hay que hacerlo en Taiwan, el software se va a poder construir de forma remota, con costes distintos. Pero un analista programador que conozca de negocios es algo muy distinto. Ese aporta un valor y tiene una revalorización en lo que hace. Eso es lo que hay que buscar.

P.– Pero quizá hayamos orientado a los jóvenes de una forma equivocada, pensando que la programación era el nuevo mercado laboral que iba a absorber a la mayoría de ellos y nos hemos encontrado con que no era exactamente esa la necesidad.
V. A.– Sí que nos hacen falta. Pero consultores de negocio. Gente que conozca los negocios y conozca la tecnología.

P.– Pero, entonces, pueden ser personas de formación muy variada y no necesariamente informáticos.
V. A.– No, porque aquí se produce una doble componente: Cuál es la visión del negocio y como aportas la tecnología. A un técnico que ha programado, con una mente estructurada, le enseñas qué es una cartera de valores o una gestión de costes, y en dos semanas está programando y si trabaja ocho meses en producción o en costes se convierte en un experto en ese campo. Ahora hagámoslo al revés. Cojamos un experto en métodos y tiempos y pongámosle a programar. No tiene ni idea, ni la va a tener. Ha de tener previamente una formación informática.

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