Ignacio Sanfilippo, presidente de la Asociación Cántabra de Conserveros (CONSESA)
Pregunta.– ¿Qué problemas tiene planteados el sector?
Ignacio Sanfilippo.– El sector está sometido a una serie de problemas que no son de ahora sino de siempre, pero que con el tiempo se van agrandando. El principal de todos es la carencia de capturas de pescado; estas dos últimas costeras han sido casi nulas. Otro gran problema son los incrementos de los costes de fabricación, cada vez mayores, porque es un producto artesanal y eso repercute en la comercialización. Existe también una deslealtad en el mercado. Los asociados tenemos más o menos unas líneas de trabajo pero hay gente que no está asociada y tiene otras. Hay una atomización que, a la hora de competir, nos perjudica.
Otro factor adverso son los países de fuera de nuestro ámbito económico, como Marruecos, que están fabricando con materia prima y mano de obra más barata y nos hacen competencia directa. Quizá, en este caso, el fallo también sea nuestro, porque hemos tardado en salir a defender nuestro producto frente a la competencia.
P.– ¿Hay economía sumergida en el sector?
I. S.– Desde hace años el sector viene soportando la competencia desleal y fraudulenta de la elaboración casera clandestina de conservas de bonito y semiconservas de filetes de anchoa, particularmente en tarros de cristal. La situación ha mejorado, ya que muchos de los clandestinos se han legalizado dando de alta pequeños obradores, pero aún quedan focos de resistencia que siguen elaborando clandestinamente.
P.– ¿Cuántas conserveras están afiliadas a Consesa?
I. S.– En la asociación están agrupadas 41 empresas. En los últimos años han surgido los llamados obradores, cuyo número es difícil de determinar, pero consideramos que existen entre 25 y 30. La representación de estos pequeños obradores en Consesa es muy escasa.
P.– ¿Se va a hacer alguna aproximación hacia las pequeñas firmas?
I. S.– Una de las propuestas que yo hice antes de ser elegido como presidente fue la de ampliar la asociación. Lo importante es potenciarla desde todos los puntos de vista, y para eso hay que ampliar los asociados, cambiar un poquito la imagen, y dinamizarla. Al obrador muy artesanal quizá le sea difícil asumir los costes de la asociación, pero uniéndose podrían tener un representante.
Un sector con fábricas nuevas
P.– ¿Ha concluido ya la adaptación tecnológica y medioambiental de nuestras conserveras?
I. S.– Desde el año 1995, el sector ha experimentado un cambio sin precedentes, con unas inversiones muy fuertes, hasta el punto de que más del 50% de las industrias son de nueva construcción y las restantes se han adaptado a la normativa. El aspecto medioambiental también ha mejorado sensiblemente, con la puesta en marcha de depuradoras en los polígonos industriales.
P.– ¿La semiconserva de anchoa puede ser impulsada por el marchamo de calidad creado recientemente por la Oficina cántabra de la Calidad, ODECA, o es necesaria una etiqueta específica?
I. S.– La calidad de la anchoa del Cantábrico es reconocida en todo el mundo pero, lamentablemente, en los últimos años las capturas brillan por su ausencia, lo que ha hecho inviable el acceder a ningún tipo de distintivo. Desde hace tiempo mantenemos contactos con la ODECA para adherirnos al distintivo de calidad para productos alimenticios creado por el Gobierno de Cantabria, pero el decreto que regula su utilización no se publicó hasta el pasado mes de octubre y no ha habido tiempo de hacer nada.
En cuanto a distinguir la anchoa del Cantábrico con una etiqueta específica, ya lo intentaron en su día algunos industriales y fue desestimado por la Administración central. Hay que tener en cuenta que la anchoa del Cantábrico no es patrimonio de nuestra comunidad, ni tan siquiera de España exclusivamente. Yo apoyo la idea de todo lo que sea promocionar el producto, pero me parece que son los fabricantes los que tienen que demostrar que su producto es el mejor.
Recortar los meses de capturas
P.– ¿Cuál es la postura de Consesa frente a los recortes de capturas de bocarte que quieren imponer las autoridades comunitarias?
I. S.– Es difícil contestar a esa pregunta. Se debe partir de un hecho cierto y es que en los dos últimos años las capturas han sido de 4.600 toneladas en el 2002 y 2.685 en el 2003. Con estos datos, ¿de qué nos sirven que lo dejen en 33.000 toneladas si al final no se captura ni el 10%? Yo, personalmente, y creo que también la asociación, abogaría por medidas de otro tipo, no de recortes de capturas sino de tiempo de pesca, respetando las vedas y pescando tres o cuatro meses al año nada más, en lugar de hacerlo todo el año.
P.– ¿Qué previsiones tienen sobre la evolución de las costeras y el abastecimiento de materia prima a medio y largo plazo?
I. S.– La variabilidad de las capturas en el litoral Norte deja a los industriales a la incertidumbre de las costeras, y si como ha ocurrido en los dos últimos años, disminuyen drásticamente, resultan insuficientes para las necesidades del sector. Esto obliga a la industria a importar otras especies de engráulidos, principalmente de Argentina. Es difícil saber lo que pasará a medio y largo plazo, pero mucho nos tememos que en unos años la situación seguirá por el mismo camino.
Diversificar
P.– ¿Convendría diversificar la producción de las conserveras frente al monocultivo de la anchoa?
I. S.– Eso depende de los empresarios. Yo creo que la gente ya se está mentalizando. Cada vez son más los industriales que comienzan a elaborar otros tipos de conservas, sobre todo bonito y pueden conseguir una pequeña cuota de mercado. Pero hay que tener en cuenta que la inversión en maquinaria para elaborar conservas de pescado es muy superior a la que se precisa para la semiconserva de anchoa. Esto, unido a las dificultades para competir con las grandes empresas que existen en el sector a nivel estatal, hace que los industriales se lo piensen antes de dar el paso adelante.
P.– ¿Cuánto empleo genera el sector conservero cántabro y cuál es el volumen de facturación anual?
I. S.– El empleo viene siendo estable en los últimos años y se sitúa entre los 1.800 y 2.000 trabajadores, de los que el 90% son mujeres. En cuanto al volumen de facturación anual, estimamos que ronda los 80 millones de euros.
P.– ¿Las industrias conserveras tienen dificultades para encontrar mano de obra?
I. S.– Hay épocas durante el año en que, efectivamente, existen dificultades. Normalmente ocurre en determinados periodos punta de producción, ante la demanda de producto terminado y en las costeras de bocarte, en las que se necesita mayor mano de obra para el descabezado y eviscerado del bocarte fresco, si bien en este caso el desastre de las últimas campañas ha permitido solventar el problema sin mayores inconvenientes. Pero es verdad que no es fácil encontrar gente joven que quiera entrar en este sector. Para que vengan, lo primero es que creamos en lo que hacemos.
P.– ¿Se puede producir en Cantabria un proceso de deslocalización de las conserveras de pescado y que se trasladen a otros países, como el que ha empezado a ocurrir en Galicia?
I. S.– Este es un sector muy arraigado a su tierra y, de momento, no cabe una preocupación en el sentido de que las empresas puedan trasladarse; más bien su esfuerzo se encamina a buscar nuevas fuentes de suministro de materia prima, que es un problema que afecta a toda la industria semiconservera y salazonera instalada en el litoral Norte. Además, la mano de obra está aquí y, si se trasladan a otro lugar, tienen que empezar por formarla.
Por otro lado, no es comparable la situación de las empresas conserveras de otras zonas, como Galicia, con las del sector semiconservero de anchoa. Las empresas gallegas que están invirtiendo en el exterior, son grandes compañías, con unos niveles de producción de miles de toneladas al año.
P.– ¿Qué objetivos se ha marcado para su presidencia?
I. S.– El primero va a ser ampliar la asociación. Ya se ha escrito una circular a todos los asociados para que expongan sus ideas. Otro objetivo es realizar cursos de formación; por ejemplo, hay que crear una escuela pero no para los niveles más básicos sino para manejo de máquinas, etc. También vamos a crear una bolsa de trabajo. En cualquier caso, yo me considero un presidente transitorio; es la generación de atrás la que tiene que empujar y tenemos que dejar el testigo a los más jóvenes.