Las empresas vistas con ojos de fuera

Gracias al Programa Leonardo, varios estudiantes franceses de formación profesional han estado haciendo prácticas en Santander para descubrir el funcionamiento de una empresa extranjera, adquirir competencias profesionales y mejorar sus oportunidades de acceso al mundo laboral.
Perrine, de prácticas en el Gabinete de Prensa del Gobierno de Cantabria, se acostumbró a seguir a los políticos en sus visitas y a escribir notas de prensa destinadas a los medios de comunicación. Su castellano ya era lo bastante bueno como para hacer los escritos, eso sí, con la ayuda de sus compañeros españoles. Donna hizo algo parecido en Cantabria Económica. Ambas están estudiando en su país Comunicación Empresarial que, al contrario de lo que ocurre en España, no es una titulación universitaria.
Los prejuicios profesionales hace tiempo que desaparecieron y ambas estaban convencidas de que lo que encontrarían en las empresas españolas no sería muy diferente a lo que podrían encontrar en las de su país, con la obvia diferencia del idioma. Pero sí que había dos diferencias sustanciales: los horarios y el trato con los jefes. En Francia, los trabajadores suelen empezar a las nueve, comer entre las doce y la una y terminar a las seis, y nadie tutea a su superior. Pero a eso tampoco les resultó tan difícil adaptarse.
Las diferencias de horarios se explican por las distintas costumbres alimentarias. Los franceses suelen comer un bocadillo rápidamente antes de volverse al trabajo por la tarde. Los españoles prefieren comer más sólidamente y, si es posible, echar la siesta. Y no tienen inconveniente en concluir la jornada más tarde.

“Los españoles disfrutan más de la vida”

Perrine explica que su modo de vida en Francia es bastante diferente: “Los españoles disfrutan más de la vida, son más abiertos y todo parece más simple, más tranquilo” .
Las francesas no encuentran grandes diferencias en el trabajo, donde todo se está universalizando muy deprisa, pero sí en el ocio o en algunas actitudes de consumo: “Bares donde no puedes sentarte, gente que va a tomar una copa por la noche con la familia o con amigos, cochecitos azules para los niños y rosas para las niñas…”
Para los anglosajones es un poco más difícil adaptarse a la comida, pero ellas están encantadas con la tortilla de patatas, las tapas, el jamón ibérico, las croquetas o los calamares… “Es bastante grasiento, pero delicioso!”, enfatizan.

“No somos tan diferentes”

El Programa Leonardo funciona en una doble dirección y el pasado año seis estudiantes de Cantabria, fueron a Rennes (Bretaña), donde durante tres meses realizaron prácticas según su especialidad (asistencia social, turismo, ciencias de medio ambiente, informática, artes gráficas, sanidad…). Fueron seleccionados bastante antes de la partida y tuvieron que superar una prueba de francés y un curso de formación de cien horas, profundizando en la expresión oral y en el lenguaje técnico que iban a necesitar para poder aprovechar su formación en los centros de trabajo.
Todos los estudiantes coinciden al decir que la integración y el ambiente en el trabajo no les plantearon ningún problema: “Al mediodía, todos íbamos a comer juntos. Los compañeros me llevaban a casa y alguna que otra vez quedamos para tomar algo”, explica Julia, que estuvo destinada en una empresa informática. Íñigo, que trabajó en la oficina de turismo de Rennes, cuenta su experiencia: “Evidentemente me tuve que adaptar a los horarios de trabajo de la empresa y aprender a manejar un programa informático que se utilizaba para realizar reservas de servicios turísticos.”
La mayoría de los estudiantes vivieron con familias francesas y se han considerado muy bien acogidos. En su tiempo libre permanecían en la casa donde se quedaban o visitaban Rennes y el resto de la región (el Monte Saint-Michel, Saint-Malo, Quimper, el bosque de Brocéliande, del que surge la leyenda del mago Merlín…) y los sitios de interés turístico (París, Normandía, con la zona del desembarco…): “La verdad es que hemos aprovechado el tiempo libre a tope y todas nuestras excursiones han merecido la pena, ya que la Bretaña es maravillosa!”, cuenta Paola, que hizo prácticas en la Asociación de los Paralizados de Francia (AFP).
Tampoco los estudiantes españoles de formación profesional constataron diferencias particulares con su país de origen, aparte de la utilización de mantequilla en las comidas, en lugar de aceite. Probaron especialidades bretonas, como los mejillones con patatas o las galletas de Bretaña y se muestran totalmente satisfechos de la experiencia. Roberto, que estaba de prácticas en la Cruz Roja, asegura que nunca se sintió fuera de lugar. Para él, franceses y españoles no son tan diferentes.

El ultimo año

El Programa Leonardo ha financiado prácticas o intercambios de alumnos de formación profesional y todos los estudiantes que se han servido de él creen que ha sido una buena oportunidad. Sin embargo, este es el último año de existencia. Fue aprobado por el Consejo de Ministros de la Comunidad Europea en 2000 para un periodo de seis años, que ahora concluye y estaba financiado con fondos de la Comisión Europea y de las autoridades de Educación del país respectivo, que sufragaban el 55% de los costes.
Los alumnos beneficiarios tenían que aprobar todas las asignaturas y, en el caso de los franceses, trabajan durante algún tiempo para cubrir los gastos de visitas que el programa no financiaba. En España las administraciones regionales eran más generosas con sus alumnos y los cubrían.
Aunque desaparece el Leonardo no va a desaparecer en su espíritu, porque será sustituido por el conocido Programa Erasmus, que hasta ahora se centraba, exclusivamente, en los estudiantes universitarios, entre los que ha tenido un enorme éxito, ya que permite hacer uno de los cursos de la carrera fuera del país, sin perder un año.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora