Por qué abandonan tantos empresarios

En los últimos meses se ha acelerado la venta de empresas locales, casi siempre adquiridas por compañías extranjeras

La venta de empresas suelen acelerarse durante las crisis económicas, cuando las grandes compañías ven la posibilidad de hacerse con las que pasan dificultades pero ahora son otros los factores que agitan el mercado: la incertidumbre creciente, el hecho de que cada vez es más difícil asegurar que un negocio sea rentable a largo plazo o la edad alcanzada por muchos empresarios locales. A esas circunstancias se une un factor externo muy potente: el mercado favorece a aquellas grandes compañías que extienden sus redes y se globalizan. Compran cuota de mercado y esa posibilidad de vender a buen precio, seduce a muchos propietarios.


En pocos meses, se han vendido un puñado de empresas cántabras de tamaño mediano o grande, entre ellas, el Racing y Excavaciones Gaby, en ambos casos adquiridos por empresarios argentinos. Uno de ellos, el matemático Sebastián Cera, hizo fortuna en EE UU; el otro, José Luis Carmona, ha creado un gran grupo siderúrgico (GMI) aunque ahora amplía sus actividades a otros ámbitos. También han cambiado de manos Suministros Docal, Montañesa de Desinfección, el Igualatorio Médico y el Hospital de Mompía, las compañías de maquinaria de hostelería Sedano e Infrica; las tecnológicas TTI Norte, Santander Teleport o Iteisa; Decroly, las compañías de transporte terrestre TCS y Lecuerre… No es una circunstancia casual. Desde hace tiempo se está acelerando el flujo de salidas de empresarios locales, bien porque creen que es un buen momento para vender o, simplemente, porque no encuentran un sucesor.

Las incertidumbres de la pandemia, la guerra de Ucrania y la sensación de que el régimen de pensiones puede endurecerse y es mejor subirse a ese carro antes de que eso ocurra, están provocando que muchos empresarios echen la persiana a sus negocios, a veces porque encuentran un comprador y otras veces sin conseguirlo, lo cual les impide rentabilizar unos activos generados a lo largo de toda una vida profesional.

Cada caso es distinto pero en todos ellos subyacen dos factores:el tiempo y la oportunidad: La generación del baby boom está a las puertas de la jubilación y ese reloj biológico marca la puerta de salida del trabajo activo. Ayuda el hecho de poder encontrar compradores fuera de Cantabria, donde hay mucho dinero en busca de inversiones que den más rentabilidad de la que ofrecen los bonos del Tesoro.

Hasta no hace mucho, cuando una empresa cántabra se vendía es porque otra de la región la compraba, porque su dimensión no le resultaba interesante a una gran empresa nacional y, mucho menos, a una internacional. Con la globalización todo eso ha cambiado. Las grandes compañías nacionales e internacionales tratan de ampliar su perímetro todo lo posible, para seguir generando economías de escala, y ya no desprecian ningún nicho geográfico. Para las multinacionales que se quieren asentar en España, es imprescindible una base de clientes lo más amplia posible, la única forma de jugar en Primera División desde el primer día.

La decisión que llevó al Banco Santander a concentrarse en solo diez países (aquellos en los que tenía una cuota de mercado superior al 10%) es representativa de esta política, que se basa en alcanzar un volumen de negocio lo suficientemente elevado como para conseguir unos costes competitivos.

De esta forma han entrado en España a través de Cantabria multinacionales como la energética Plenitude, del gigante público italiano ENI, o el grupo francés de centros universitarios privados EDH, que adquirió Cesine en 2019. Otros llegan para seguir completando su red nacional, como es el caso de Proeduca, que ha comprado Decroly; la multinacional francesa AXA, que se hizo con el Igualatorio y el Hospital Mompía por 49 millones de euros; el Grupo Logístico Pantoja, que se quedó con la empresa cántabra de transporte de combustible Lecuerre o la holandesa Van del Bosch, que ha adquirido TCS (Transportes Castellet San Miguel), cuya sede se trasladó a Cantabria tras el conflicto catalán.

Las empresas locales son mucho menos activas a la hora de las compras y casi siempre están interesadas exclusivamene en las instalaciones, como Margutsa, al quedarse con la planta de la quebrada Fundinorte, en San Felices de Buelna; o Maderas Saiz, con la antigua factoría de Haulotte y con las instalaciones de la gallega Maderas Costiña en Alfoz (Lugo). También Hipremón adquirió las instalaciones de Puertas Nueva Castilla y el Grupo Faed las de la antigua Candemat, en Maliaño. Son pocas las que como Madelman o ABC Logistic compran empresas en funcionamiento.

Por lo general, las empreas vendidas tienen una larga trayectoria familiar y pertenecen a sectores maduros, pero no todas. Un ejemplo es el de la tecnológica TTI Norte, un grupo santanderino con varias plantas en el extranjero y más de cien trabajadores que diseña sofisticadas antenas de telecomunicaciones. Su fundador, José Alonso optó hace dos años por la venta a sus ejecutivos holandeses, aunque sigue dispuesto a repetir su éxito anterior con otros proyectos tecnológicos.


La distancia ya no es un factor defensivo+

La extraordinaria evolución de la logística hace que cualquier mercancía pueda ser puesta en cualquier mercado con un sobrecoste muy pequeño, por alejado que esté. MARÍA CASUSO

Hace años, en muchos sectores las empresas locales se podían defender cómodamente porque la entrada de productos o servicios foráneos era muy complicada. Los dentistas fijaban, a través de su Colegio profesional unas altas tarifas que nadie iba a romper; las canteras y las cementeras no temían que llegase producto de fuera porque el coste del transporte lo impedía, y las compañías locales de servicios sabían que nadie vendría de fuera a disputarles su territorio. Todo eso ha cambiado. Las empresas de tratamientos dentales rompieron la disciplina de los colegios profesionales e impusieron unos precios mucho más baratos; las compañías de servicios tejen unas redes nacionales cada vez más tupidas, y hasta los despachos nacionales de abogados abren en Santander. Incluso las canteras se encuentran con piedra de importación.

El empresariado local es consciente de este acoso progresivo de las grandes compañías, que ya no desprecian ninguna esquina del país que les permita seguir creciendo. Empezó ocurriendo con el comercio textil y los hipermercados, continuó con los supermercados (aunque sobreviven cadenas regionales pujantes), periódicos y radios y ese fenómeno se extiende ahora a los concesionarios de automóviles, aunque en este caso los movimientos van en los dos sentidos. Puede entrar una cadena andaluza a vender camiones en Cantabria pero, a su vez, el Grupo Blendio se extiende por Asturias, Galicia, Vizcaya y La Rioja, hasta sumar 32 puntos de venta.

La integración de negocios locales en cadenas nacionales está tan a la orden del día que las empresas que se mantienen fuera de estas grandes órbitas acaban teniendo la etiqueta de ‘independientes’, para significar que “todavía” no han pasado por el aro.

Es difícil saber si las ventajas (una marca conocida, aprovisionamientos a precios más competitivos, etc.) compensan la más evidente de las desventajas, la pérdida de la independencia, pero a la vista de que es una tendencia tan universal se supone que sí. Al menos para el empresario que vende. Para su entorno, quizá no sea un buen negocio. Es evidente que quien gestione desde Madrid no va a tener la misma sensibilidad hacia ese ámbito local a la hora de hacer inversiones o en sus decisiones estratégicas. Si cree que cerrar es más ventajoso que mantener esa filial abierta, lo va a hacer con mucha menor carga de conciencia que un empresario de la región.

Pero la mayor desventaja es la pérdida de riqueza. Un fondo de inversión va a exigir una rentabilidad anual del 7% o superior y si no lo obtiene por la generación de caja del negocio lo conseguirá a través de operaciones especulativas. Los fondos Macquarie y Wren House, que compraron Viesgo en 2015 consiguieron una plusvalía de más de 900 millones de euros en solo cinco años, después de venderle el negocio a Repsol y EDP.

Ese dinero que sale de la región nunca vuelve. Cuando, durante el mandato de Aznar, Viesgo –filial de la compañía pública Endesa– pasó a ser absorbida por la matriz, ésta se quedó con los más de 600 millones de euros que la eléctrica cántabra tenía en reservas, y poco después Endesa pasó a los italiana Enel, al ser privatizada.

La economía moderna actúa como una enorme aspiradora de recursos sobre aquellos lugares en los que opera, y aunque los adquirentes hagan ofertas generosas casi nunca se conforman con los rendimientos que tenía el empresario local.


Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora